BREXIT: CONSECUENCIAS A CORTO Y LARGO PLAZO

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Actualmente, el Reino Unido es el destino más atractivo de la Inversión Extranjera Directa en la UE. Entre los motivos se destacan la facilidad y rapidez con la que se puede montar una start up, una baja fiscalidad y uno de los mayores distritos financieros del planeta. Si bien el daño solo se podrá ver plasmado en 2019, la incertidumbre respecto al futuro grado de integración entre ambas partes genera que muchas empresas ubicadas en la City preparen planes de contingencia para trasladar sus operaciones al continente. Aún en el caso más optimista (Londres mantiene buen acceso a los demás países del continente sin ser estado miembro de la UE, similar al caso noruego) las estimaciones apuntan como mínimo a una pérdida de 4000 empleos en el sector financiero.

El impacto de la salida del Reino Unido de la Unión Europea en términos comerciales se verá principalmente determinado por los acuerdos entre ambas partes en materia económica, y como las empresas responden y se adaptan ante el escenario cambiante. En el espectro de posibilidades cabe destacar los escenarios más extremos, en los que se puede definir claramente el nivel de acceso del mercado inglés en el mercado común europeo:

En el caso más optimista, Reino unido mantiene una equivalencia reglamentaria casi total. De esta forma, puede participar del Espacio Económico Europeo, incorporando libre movimiento de personas, bienes, servicios y capitales con el resto de miembros, y a la vez negociar independientemente sus relaciones comerciales con países fuera de la UE. Sin embargo, bajo este escenario se mantiene el aporte al presupuesto europeo, se pierde el derecho a voto en el parlamento (y con ello, cualquier influencia más allá de lobby o casos aislados como justicia y seguridad) y el formar parte de la unión aduanera, así como la mayor compatibilidad legal entre UK y la UE. Un ejemplo de este caso es Noruega, que no es un estado miembro, pero que mantiene grandes relaciones comerciales con el EEE y está muy integrado a la legislación del resto del continente.

En el otro extremo, el escenario de acceso más bajo al mercado del viejo continente es uno en el que Reino Unido pasa a tener un estatus de “Tercer País” en relación a la UE, con pocas o ninguna equivalencia legal en materia económica con este último. Esto pondría restricciones importantes a las actividades comerciales entre ambas partes, lo cual si bien suena extremadamente perjudicial para Reino Unido significa a su vez carta blanca para modificar o crear desde cero políticas públicas destinadas a la apertura a nuevos mercados con total libertad. Un ejemplo de esto podría ser Turquía o Canadá, quienes no son miembros, ni poseen acceso al mercado común europeo como participantes más allá de ciertos acuerdos bilaterales muy puntuales.

Entre ambos escenarios, todo se define bajo la premisa de que tan similares sean UK y la UE en materia de leyes y reglamentos, otorgando disposiciones para ciertos casos como la circulación de capitales, bienes o personas según corresponda, ya sea siguiendo la reglamentación europea o mediante acuerdos externos (como en el caso de Suiza, donde el acceso al mercado común es casi total gracias a más de un centenar de tratados bilaterales).

Finalmente podemos concluir que este fenómeno se produjo porque el gobierno aposto contra su propia prosperidad y futuro, provocando mucha incertidumbre para todos los agentes de la economía, el Reino Unido entro en riesgo, lo que provoca que las personas aumenten su capacidad de ahorro, por lo que gastan menos, producto del pánico, luego que el mismo pueblo eligiera salirse de la UE. Esto conduce a menos empleo en los países involucrados y más fugas de talentos que ayudan y fortalecen el crecimiento de ellos mismos.

El gobierno actualmente se encuentra con una ardua tarea, reestablecer conexiones con el mundo y la UE, comenzar a escribir y redactar sus propias leyes migratorias, realizar nuevos tratados de comercio, crear estrategias para que no se vean tan afectados abruptamente sus exportaciones netas y conseguir confianza de inversores nacionales y extranjeros mediante políticas monetarias y fiscales eficientes y eficaces para conseguir una inflación controlada y pleno empleo.