EL TURISMO: ¿DESARROLLO O MEJORA?

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En el ámbito ambiental, el paisaje, aun siendo uno de los elementos que impulsa al surgimiento turístico de una zona, se muestra frágil con su desarrollo. Ya sabemos como la llegada de turísticas pueden llegar a cambiar el uso, e incluso la propiedad y gestión de los recursos naturales. Incluso muchas veces tienden a sobreexplotarlos.

Sin embargo existen ocasiones en las que el medioambiente se ve beneficiado por este fenómeno social, como lo es el turismo. Cuando se hace determinado tipo de turismo que favorezca al establecimiento de políticas conservacionistas, es decir, el turismo de naturaleza. En este caso el atractivo turístico es la protección y conservación del paisaje como necesidad, sin contar que es rentable económicamente.

En el caso socio cultural, el turismo se ha convertido a través de los años uno de los factores principales de interrelación cultural, ya que tanto el que viaja como el que reside tiene la oportunidad de ver usos y costumbres exóticas. Ellos reciben y procesan de esta manera una información la cual puede cambiar sus normas, valores, costumbres y cultura material.

Si bien los tipos de impacto cultural que suele provocar este fenómeno social son muy diversos, podemos destacar la capacidad de fortalecer o enfrentar estereotipos, de favorecer procesos de cambio en las normas y valores sociales o de revalorizar o dañar el patrimonio. No se niega el hecho de que el turismo lleva al intercambio de información, incluso cuando no existe una relación oral, por la limitación del idioma. El turista se acerca a los lugares con una imagen ya planteada en su mente de lo que quiere ver.

El desarrollo de este fenómeno suele ir acompañado de del aumento de la delincuencia y la consiguiente inseguridad ciudadana. Todo crecimiento económico, no solo del turismo, es caldo de cultivo de actividades ilícitas. Con el desarrollo de sectores a la sombra del turismo se favorece las actividades de delincuencia a alto nivel como la compra de cargos políticos, compra de terrenos ilegales, blanqueo de dinero, entre otros. Pero estas actividades ilícitas crecen cuando se dan un crecimiento económico generalizado, sea cual sea la industria que lo promueva.

Finalmente otro de los impactos culturales que se le suponen al turismo es la capacidad de promover y revalorizar la preservación de patrimonio y cultura autóctona. Desde mi punto de vista, el turismo suele estimular el interés de los residentes por sus propias manifestaciones culturales y por su herencia historia y artística. De igual forma puede favorecer la rehabilitación y recuperación de edificios o monumentos históricos ya que ahora tienen una función económicamente rentable; atraer turistas.

Así mismo el turismo, como cualquier otro sector económico, puede contribuir al desarrollo de una región o generar impactos altamente negativos; todo depende del modelo aplicado y de su gestión. Pero históricamente, ha tendido a provocar más problemas que soluciones, y especialmente entre los sectores de población más vulnerables y en los ecosistemas. Frente a posiciones posibilistas que reducen el problema a la introducción de mecanismos correctores, pero siguen considerando el turismo como un motor de crecimiento económico.

El turismo hay que entenderlo como un espacio de conflicto social. En torno a la gestión y a la elección del modelo de la actividad turística entran en competencia y contradicción diferentes intereses de sectores sociales distintos: por el uso de los recursos naturales, económicos y humanos, por el reparto de los beneficios o por la distribución de las externalidades negativas que genera. La cuestión es entender esta dinámica de conflicto en los modelos de desarrollo turístico y en su gestión, y tener claro al lado de qué clases sociales queremos estar.