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Enviado por   •  15 de Agosto de 2018  •  12.519 Palabras (51 Páginas)  •  254 Visitas

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La cuestión referida a las condiciones que dieron origen a ambas experiencias requiere una clarificación más detenida.

Cuando se iniciaron las políticas vigentes, prevalencia en Argentina y Chile condiciones de profunda perturbación en el sistema económico y el orden político Al tiempo del derrocamiento del gobierno de la Unidad 1 popular, la sociedad chilena se enfrentaba a una virulencia y conflictual dad en su vida política, desconocida en la historia del país trasandino. En cuanto a la situación económica, baste recordar que en septiembre de 1973 la inflación alcanzaba, a nivel anual, a 355%, que el déficit fisca l ascendió a cerca de 24% el. Producto interno bruto (P 1 B) y que las reservas internacionales del país eran negativas. Las deformaciones imperantes en el sistema de precios y la asignación de recursos en aquel entonces eran incompatibles con el funcionamiento de cualquier sistema económico. A principios de 1976 también en Argentina prevalecian condiciones caóticas. El último gobierno constitucional había perdido el control de las variables clave del proceso económico y se debatía en un vacío de poder incapaz de proporcionar cualquier solución coherente a los problemas vigentes. En el primer trimestre de

1976, la inflación anual alcanzaba 3000%; el déficit fiscal ascendía a 13% del PIB y 63% se financiaba con emisión monetaria; las reservas internacionales se estaban agotando y, según dijeron en abril de 1976 las nuevas autoridades económicas, el país estaba al borde de la cesación de pagos internacionales. En el caso argentino influyó, también, un hecho de gravedad desconocida en Chi le: el terrorismo se habla convertido en una grave amenaza para amplios sectores de la sociedad argentina y para la seguridad del Estado.

Este trabajo se concentra en la comparación de las políticas vigentes en este momento (mediados de 1980) en Argentina y Chile. La aclaración tiene importancia porque, tanto en u no como en otro caso, las políticas ortodoxas experimentaron cambios importantes desde su inició hasta ahora. En la experiencia chilena 1 cabe diferenciar dos etapas principales. Lil. primera abarca desde la instauración del nuevo régimen en septiembre de 1973, hasta el anuncio del Programa de Recuperación Económica en abril de 1975.

En esta etapa, se aplicó un conjunto de medidas íntimamente 1igadas a la concepción ortodoxa, pero prevalecieron dos 1 imitaciones referidas al enfoque gradualita de la política anti-inflacionaria y de apertura externa: una de ellas orientada a regular el costo social del proceso; la otra, tendiente a otorgar a la industria una mayor capacidad competitiva sin someterla, masiva y rápidamente, a la competencia externa. Durante la segunda etapa, iniciada en abril de 1975, se abandonaron estas limitaciones y se aplicó a fondo la politica estabilizadora de shock y de reasignación de recursos, a través de la rápida apertura externa. En junio de 1976 se realizó una revaluación del peso y, a partir de aquí, el tipo de cambio desempeñó un papel más importante en la ejecución de la política económica. Esta versión "madura" de la política ortodoxa chilena es la que aquí se toma principalmente Pon cuenta.

En el caso argentino también, cabe distinguir diversas tases en la ejecución de la política económica.2 Empero, a diferencia del caso chileno, la línea divisoria no pasa por importantes diferencias acerca de la profundidad y, en cierto sentido, del destino final de proceso. Más bien, se trata de cambios en la instrumentación del programa frente a los desafíos que el sistema económico plantea a los objetivos trazados, que permanecen inalterables en todo el período.3

De todos modos, debe tomarse nota de esas diferentes fases de la experiencia argentina. Aquí se verá, predominantemente, la experiencia actual, donde la poi ítica de ajustes programados del tipo de cambio (iniciada a mediados de

1978) y la aceleración de proceso de apertura ex terna (desde fines del mismo año), asumen una importancia central dentro de la estrategia aplicada.

Por último, debe hacerse otra aclaración previa acerca del contenido y los 1 ím ites de este trabajo. Se refiere a dos diferencias fundamentales de las experiencias analizadas. La primera se vincula a la dimensión y nivel de desarrollo de las economías argentina y chilena. La segunda, en parte referida a la anterior, a la política de empleo.

Sobre la primera cuestión recuérdese que Argentina tiene una superficie (sin contar el territorio antártico e islas del Atlántico sur) de 2.8 millones de kilómetros cuadrados, una población de 27 millones de habitantes y un PIB en torno a los 80 000 millones de dólares (a la paridad peso-dólar de 1970).4 El territorio continental chileno es de 757 000 km 2 , su población asciende a 11 millones de habitantes y su P 1 B a 20 000 millones de dólares. En cuanto al desarrollo industrial, se observa que el argentino alcanzó niveles más amplios y profundos. T. Moulián y P. Vergara,

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A mediados de 1980, el PIB llega a 130 000 m iliones de dólares. el monetarismo en argentina y chile_ dos que el eh ileno. El producto manufacturero arge ntino asciende a 25 000 millones de dól ares, o sea, entre cuatro y cinco veces el chileno. El grado de integración de los perfiles industrial es y la dimensión de las plantas en los principales sectores es también significativamente mayor en Argentina que en Chile.

Estas importantes diferencias de dimensión y niveles de desarrollo implican, entre otras cosas, distintos tamaños de los mercados internos, con todas sus consecuencias sobre los vínculos internacionales y los horizontes de la industrialización.

Además, existen diferencias sociopolíticas que influyen en el curso de los acontecimientos de cada país. La suma de las circunstancias apuntadas indica, por ejemplo, que el proceso de reacomodamiento industrial, inevitable en el marco de las poi íticas adoptadas, sea bien distinto en ambas experiencias. En Argentina es más difícil que en Chile desmantelar la industria gestada en el proceso de sustitu ciól)

de importaciones.

Estas caracter ísticas básicas de ambas economfas influyen en otra diferencia entre las dos experiencias: la poi ítica de empleo. Desde su inicio, la conducción económica argentina insistió en que el proceso de estabilización y reordenamiento económico debería ev itar un desempleo importante de la fuerza de trabajo. Las razones de esta severa restricción a la ejecución

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