FILOSOFÍA PREDOMINANTE.

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o el mal. Al mismo tiempo, se ha hecho de

todo para debilitar los derechos de la Iglesia, del

Estado y de la autoridad de cualquier tipo.

Esto se ha hecho bajo el estandarte de libertad

falsa. La noción falsa y adolecente es que la

libertad es la oportunidad para hacer lo que

quieras, cuando quieras, donde quieras sin la

interferencia de cualquier otra persona o grupo.

Esto no es libertad.

Nuestra cultura coloca un muy alto premio a la

auto-expresión individual, pero está relativa-

mente desinteresada en producir “autoexpresión”

de grupo que vale la pena que sea expresada.

Los frutos del Individualismo no son ningún

secreto para nosotros: codicia, egoísmo y

explotación. ¿Qué sería de una familia o una

nación en la cual cada miembro adoptara el

individualismo como su propia filosofía personal?

Hedonismo

Este Individualismo desnudo sólo se fomenta por

la aseveración de las generaciones actuales que

el placer es el bien supremo. Esta aseveración

desenmascara al Hedonismo como el segundo

signo filosófico de nuestra época. El Hedonismo

es la filosofía que coloca al placer como la

propósito principal y el objetivo de la vida. El

lema, el credo, el grito de batalla del Hedonismo

es, “Si se siente bien, ¡hazlo!”

Bajo el aspecto de una libertad “recién des-

cubierta” supuestamente, este antiguo impostor

ha seducido y engañado a las actuales genera-

ciones. Esta es la gran paradoja en relación con

los signos filosóficos de nuestra época. La gente

que los promueve y los propaga los representa

como nuevos y diferentes, pero si desnudamos

estas filosofías, rápidamente descubrimos que el

actual ambiente cultural está basado en ideologías

del pasado. Erróneamente creemos que estas

filosofías son nuevas y diferentes. Si investigamos

un poco más allá, descubriremos que las culturas

que primero emplearon estas ideas, o desde que

las han adoptado, todas pueden rastrear su deca-

dencia a estas filosofías.

Siempre que el Hedonismo ha emergido como una

filosofía práctica dominante en otras culturas y sub-

culturas, siempre ha producido hombres y mujeres

que fueron perezosos, lujuriosos y glotones. Ade-

más, el Hedonismo ha sido un factor contribuyente

a la desaparición de toda cultura y sub-cultura

donde se ha presentado de manera significativa. El

Imperio Romano es un ejemplo perfecto.

El Hedonismo no es una expresión de libertad, es

un pasaporte a la esclavitud de miles de adicciones.

Y al final no es placer lo que produce, sino

desesperación.

Minimalismo

El tercer signo filosófico de nuestra época perfecta-

mente complementa a la codicia del Individualismo

y a la lujuria del Hedonismo en la muerte del

carácter humano. Acompañando a estos otros

credos modernos, “¿Qué hay para mí?” y “Si se

siente bien, ¡hazlo!” está el credo del Minimalismo.

El minimalista siempre está preguntando, “¿Qué es

lo menos que yo puedo hacer…?”

Un minimalista siempre está buscando ejercer el

mínimo esfuerzo y recibir la máxima recompensa.

El Minimalismo es el enemigo de la excelencia y el

padre de la mediocridad. Es una de las más gran-

des enfermedades filosóficas de nuestra época. El

Minimalismo ha infectado cada aspecto de nuestras

vidas y sociedad, y trágicamente, es una de las

enfermedades filosóficas que se está comiendo a la

Iglesia.

Consciente o inconscientemente, la gente en todos

lados parece estarse preguntando, “¿Qué es lo me-

nos que yo puedo hacer y todavía mantener mi

trabajo? ¿Qué es lo menos que yo puedo hacer

y todavía sacar buenas calificaciones en la

escuela? ¿Qué es lo menos que yo puedo hacer

y todavía mantener mi matrimonio vivo? ¿Qué es

lo menos que yo puedo hacer y todavía estar en

condición