Importancia de este tema para una recta comprensión de la vida moral. Principios internos y externos
Enviado por monto2435 • 21 de Abril de 2018 • 1.996 Palabras (8 Páginas) • 524 Visitas
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- “La Prudencia es la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medio rectos para realizarlo...” (Cat. 1806). Esta virtud radica en la inteligencia.
- "La Justicia es la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que le es debido. (Cat. 1807). Esta virtud radica en la voluntad del hombre.
- "La Fortaleza es la virtud moral que asegura en las dificultades la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien...” (Cat. 1808). Esta virtud cualifica el apetito irascible para facilitar la búsqueda del bien difícil y la lucha contra el mal difícil de vencer.
- "La Templanza es al virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados...” (Cat. 1809). Ella cualifica el apetito concupiscible para vivir de modo evangélico todo lo relacionado con el amor sensible.
4. Organismo de la vida sobrenatural
Se tiene en cuenta lo que es específicamente cristiano, aquello que Dios obra en el creyente sin él, la virtud como don gratuito: la gracia santificante entendida como participación en la naturaleza divina, las virtudes infusas, teologales y morales, como nuevas habilidades que capacitan para obrar según el nuevo modo de ser. En un segundo momento se esfuerza la teología por mostrar cómo es asumida la virtud humana natural en la vida sobrenatural.
- Gracia santificante (hábito entitativo sobrenatural). Jesucristo, el hombre nuevo, realiza la renovación de la humanidad, de cada hombre. Esa regeneración afecta al hombre en la profundidad del ser, es un nuevo nacimiento por el cual participa de la naturaleza de Dios, es divinizado. Por la gracia, la persona humana está capacitada y llamada a realizarse al mismo tiempo como creatura y como imagen de Dios en Cristo.
- Virtudes teologales (hábitos operativos sobrenaturales, por las cuales alcanzamos a Dios, supremo fin, conocido por la revelación ). Dios concede junto con la gracia santificante, nuevas disposiciones que adaptan las facultades del hombre para obrar según su nueva condición de partícipe de la naturaleza divina. Se llaman teologales, porque: "disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad. Tiene como origen, motivo y objeto a Dios, Uno y Trino" (Cat. 1912). Las virtudes teologales fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cristiano. Tres son las virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad.
- "La Fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que El nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque El es la verdad misma...” (Cat. 1814). La Fe radica en el entendimiento. Es el hábito operativo sobrenatural que dispone el intelecto a conocer a Dios como El se conoce. Es preparación para la visión beatífica. Es la primera de las virtudes teologales.
- "La Esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo..." (Cat. 1817). La esperanza radica en la voluntad y la orienta hacia Dios
- "La Caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por El mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor a Dios..." (Cat. 1822). La Caridad anima e inspira todas las virtudes cristianas, es la forma de las virtudes; las articula y las ordena entre sí. La Caridad modifica nuestra voluntad orientándola hacia Dios.
Los elementos que caracterizan las virtudes teologales son:
- son reflejo de la iniciativa salvífica de Dios; están estrechamente unidas a la gracia, se infunden con ella;
- capacitan para conducirse como conciudadanos de los santos en el pueblo de Dios que reconcilia consigo en Jesucristo y que en el Espíritu inicia en la conformación plena en la gloria;
- su dinamismo se ilustra y orienta por la revelación y se cualifica basándose en la inteligencia que la comunidad creyente tiene de ellas bajo la guía del Espíritu.
- Las virtudes morales infusas (hábitos operativos sobrenaturales, elevan las actitudes que se dirigen a los medios). Así como las virtudes de la fe, esperanza y la caridad teologales orientan a la persona hacia un fin nuevo, es conveniente que toda la actividad humana, también la que determina la elección y práctica de los medios, sea elevada y provista del mismo modo. Son hábitos operativos sobrenaturales que potencian la inteligencia, la voluntad y la afectividad sensible para adecuarlas a la nueva naturaleza recibida, de hijos de Dios. La diferencia con respecto a las virtudes morales adquiridas radica en el motivo y objeto formal, que ya no consiste en la razón sino en el seguimiento de Cristo; y por el fin hacia donde conduce, porque ya no es mero equilibrio de la actividad humana, sino para ser conciudadanos de los santos y familiares de Dios.
4.a. Relación con lo humano
Si existe la virtud adquirida, le da un nuevo fin, nuevo motivo y la somete a la caridad. Si no existe, la suscita, la exige y la alienta, afianzando lo humano y por el diario ejercicio, la actitud sobrenatural.
4.b. Origen y crecimiento
Las virtudes morales infusas proceden de la gracia santificante y la acompañan. Crecen como todos los demás dones, por la acción de Dios, aunque nosotros somos causa meritoria y dispositiva. En lo que tienen de específico desaparecen con el pecado mortal; puede quedar el hábito natural, si éste preexistió o si la nueva disposición logró formarlo.
4.c. Los dones del Espíritu Santo
Hábitos operativos que nos hacen dóciles a la moción divina. Completan y perfeccionan las virtudes, porque éstas nos guían en la oscuridad de la fe.
Los frutos del Espíritu, son actos de virtud, realizadas por el hombre donde habita la simiente de Dios.
Las Bienaventuranzas son las operaciones de las virtudes perfeccionadas por los dones; son las mejores expresiones del obrar virtuoso; son mérito para la bienaventuranza final y expresión de la bienaventuranza incoada en la tierra.
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