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Adventista de Talcahuano

Enviado por   •  8 de Enero de 2019  •  1.099 Palabras (5 Páginas)  •  304 Visitas

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La cuarta regla dice que no debes terminar con la persona que amas solo porque alguien extraño a la relación proteste ante ella. Desgraciadamente, muchas veces nos dejamos influenciar por ciertos comentarios malintencionados. A veces es importante escuchar los comentarios provenientes de quienes se preocupan por nuestra persona, como los padres, pero también es cierto que debemos aprender a agudizar nuestros oídos y a diferenciar los tipos de consejos, además de saber qué es lo que realmente nos conviene y que la última palabra la tenemos nosotros.

No debemos dejar que otra persona decida por nuestra persona, que se interpongan en lo que sentimos y pensamos. Si en algún momento tenemos preocupaciones de esta índole, debemos colocar nuestros temores, tristezas y angustias en manos de Dios. Solo dejándoselo a él, se encargará de colocar todos nuestros sueños y deseos en las manos de la persona correcta.

La quinta regla es, bajo ninguna circunstancia dejarnos engañar por el que amas. A veces, cuando somos tan jóvenes e inexpertos, solemos enamorarnos perdidamente de una persona y no nos damos cuenta de lo que realmente sucede. Es ahí cuando muchas personas, que ven las cosas desde afuera, nos pueden decir que aquella persona no nos conviene.

Sé que esta regla puede sonar contradictoria a la anterior, sin embargo, es muy diferente. Cuando nos enamoramos, nos cegamos y creemos que quien amamos es la persona más perfecta del universo, pero a medida que pasa el tiempo nos damos cuenta de que nunca fue así. Nos damos cuenta de las palabras y acciones que nos dañaron, que nos destrozaron por completo, y las dejamos pasar por “amor”. Por ende, repito, siempre hay que ver quién y qué nos dicen; si esas palabras o advertencias provienen de alguien que nos ama, escuchemos con atención. Debemos recordar que la última palabra la tenemos nosotros.

La última regla es lo más hermoso y simple pero, también, la más complicada; si amamos a una persona, debemos decírselo. No importa su respuesta.

Muchas veces callamos lo que sentimos por temor a ser rechazados, por vergüenza o por los nervios que nos van carcomiendo por dentro. Muchas veces hubo personas que nunca confesaron sus intenciones y, luego, se fueron. El tiempo se llevó sus sentimientos y toda posibilidad de cosas hermosas que pudieron haber pasado si alguno de los dos se hubiese atrevido a dar aquel paso. “No diga que tiene amor quien no tiene atrevimiento”. (Barca, 1973)

Estas son las “Seis Reglas del Amor”, las cuales si las aplicamos y practicamos día a día, podemos vivir mucho mejor de como lo hacemos ahora. Podríamos ver el amor con otros ojos, otra perspectiva.

Bibliografía

Barca, P. C. (1973). El Conde de Sex. Madrid: Donald E. Schmiedel.

Benedetti, M. (1998). Enamorarse y no. En M. Benedetti, La vida, ese paréntesis (pág. 160). Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A. de C.V.

Benedetti, M. (s.f.). La gente que me gusta.

Neruda, P. (1924). Poema XVIII. En P. Neruda, Veinte poemas de amor y una canción desesperada (pág. 92). Barcelona: Nascimento.

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