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En las siguientes líneas hablaremos sobre la relación que existe entre el ensayo de Martín Heidegger y el tiempo

Enviado por   •  6 de Marzo de 2018  •  2.045 Palabras (9 Páginas)  •  521 Visitas

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Es el tiempo en si mismo, ya una construcción, a nivel de concepto, por todos nosotros. Como también en nivel práctico. Construimos todo en base al tiempo. ¿Puedes imaginar algo en lo que no esté el tiempo? Es el tiempo de hecho, aquello único que siempre ha existido, es un si mismo el tiempo, el habitar del construir.

En el Arte conlleva una ventaja, se puede controlar este tiempo. Porque el tiempo en el Arte es distinto al tiempo del mundo, o de cualquier otro tiempo. Pero, sigue, sin embargo, siendo tiempo. El tiempo del Arte es sumamente manejable, acentúa la intención de comunicación, mensaje, o “sentido” -entendido de forma amplia- que el objeto artístico quiere decir.

El tiempo también involucra cambios. Es el tiempo dinámico, o sea, que cambia constantemente, quizá mucho más rápido de lo que podemos entender o imaginar. Es a su vez un flujo constante, que no tienen inicio ni final. lo importante de esto, es que todo aquello que ya fue, no volverá a ser, ya pasó, jamás se mantuvo si quiera igual, por mucho que también creamos que así fue. En ello está su riqueza. Lo mismo ocurre con el Arte, es una construcción en el tiempo, hecha con por una o más, o un sinfín de construcciones, de tiempos.

En función del tiempo pasa también la historia. La historia es una invención más de los humanos, bien sabemos que esta es cíclica, es decir, que se ha repetido más de una vez, desde el minuto a minuto por decirlo de alguna forma, hasta periodos de tiempos más extensos como podría, por ejemplo, ser las épocas. Es la historia otra construcción más otro habitar más, como también lo es el arte. Pues quizás, analizado en cierta forma, es el arte, una construcción, una re-construcción histórica, de nuestra historia, es el arte un reflejo de la historia, en cualquiera de los momentos de esta.

Pero es la historia pasada, ya pasó. Nos ha acompañado si desde siempre, y lo seguirá haciendo, siempre claro en retrospectiva. En forma si, muy positiva, cada segundo que pasa, es como un tesoro, lleno, repleto en su totalidad, de habitares, de construcciones, que se han sumado a larga e interminable lista de los mismos, a lo largo de la historia, de la que llevamos registro, o podríamos registrar, o podríamos imaginar. Por lo mismo, la historia cambia, es decir el arte cambia. Quizás por esto y por muchas razones más, claro está, cambia, pero sustancialmente por esto, porque el tiempo cambia, y el arte por si mismo cambia. Cambia, porque cambia nuestro habitar en el tiempo.

Podemos darnos cuenta así entonces, que el arte es muchísimo más complejo de lo que pareciera, como también podría ser más complejo cualquiera de los que imaginemos. Pero, ¿qué cambia en realidad?

Sin duda sería una pregunta difícil de responder, quizás ni siquiera tenga respuesta. Podríamos llegar a convenir una. Pero uno de los múltiples agentes de cambio en el arte, es el hecho artístico.

El hecho artístico constituye un concepto formando por varias partes. O sea, una construcción casi completa o terminada. Es el hecho artístico, en si mismo, un habitar sometido a todas las ideas mencionadas antes. ¿Podríamos imaginar todas las ideas que están presentes en el hecho artístico? Aquí estaría el punto interesante. Puesto que, claramente, al hecho artístico, puntos por los cuales ser abordado, precisamente no le faltan, pero si hay que tomar una decisión al momento de. En el que se debe escoger, producto de una cuantiosa reflexión con respecto a tal, sobre cual o cuales son los imprescindibles, para que este sea lo se quiere que sea, y no otro. Porque es una decisión, y debiese serlo, hasta por contradictorio que suene, en la medida que tampoco pretenda serlo. Son estás decisiones las que marcarán el construir por ende el habitar. ¿Qué habitar se quiere Habitar? ¿Cuál habitar hay que habitar? Son preguntas que deberían sentar un precedente para nuestro trabajo como actores. Absoluta consciencia de estas, porque el rol del arte no es similar quizás al de ningún otro rol presente en el mundo. No porque se considere un rol superior o elevado. No, para nada. Lo supone en la medida, que el arte es atávico, es decir, una característica que ha acompañado a la humanidad desde que existe, lo que supone, que, en realidad, existen no muchas cosas que se mantengan a lo largo de la historia. Es el plasmar, el dejar rastro, el representar, el expresar, lo que ha buscado ese primero humano. Es la guerra también atávica. El arte refleja todos los aspectos atávicos de la humanidad. En un momento fue una forma de entender este mundo, que quizás fue incomprensible, e inhóspito, pues por ello, desde esa decisión de, que debiésemos nosotros ser sumamente responsables con esa decisión, esa decisión de Arte.

Son, sin duda, muchos los puntos sobre los cuales se podría discutir. Aunque claro está, que el análisis del Autor sobre el construir, habitar, pensar. Bien podría ser un ensayo sobre el arte, que está sujeto a estos mismos conceptos, que es conformado por estos mismos conceptos. Este mismo análisis podría ser llevado a cualquiera de los aspectos de la vida. Pero es en este contexto en el que debería ser llevado a cualquiera de los contextos del trabajo de un artista. Porque es una obra de arte, en la medida que se tenga pleno conocimiento de los elementos que la conforman, directa e indirectamente. No son elementos al azar, son partes de una gran estructura, la cual no podría habitar si le faltase alguno, hasta el más mínimo de ellos.

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