Ensayo sobre el imperio del sol.

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El protagonista establece en cada una de sus relaciones verdaderos apegos, como la gratitud leal que siente y mantiene por un piloto japonés.

La figura materna es reemplazada por la señora Víctor, vínculo que parece débil a lo largo de la película, pero que termina siendo el más fuerte de todos, puesto que él no la abandona, sino que la acompaña en su agonía hasta el último aliento, sin importarle arriesgar su propia vida.

El hambre, la enfermedad, la muerte y el desamparo son los auténticos tutores de Jim durante esos años, en los que su personalidad crece, evoluciona a marchas forzadas y se hace fuerte ante la adversidad, todo lo cual parece coadyuvar a que en él comience a darse una especie de estado hiperconsciente a la vez, totalmente irreal, en el que la percepción de todo lo que acontece a su alrededor alcanza una lucidez escalofriante. En cierto modo, Jim termina por amar la guerra y las penurias; su verdadero hogar es Lunghua, el campo de prisioneros y sus verdaderos padres son todos sus compañeros de cautiverio y fatigas.

Ahora su mente es capaz de percibir completamente el mundo, pero este y la guerra, ya no son tan desagradables después de todo, pues se genera una integración de sus fantasías con la realidad, creando una nueva forma de percibir ese lugar, como un espacio agradable, casi acogedor; en donde puede estudiar, comer, soñar, imaginar y sentirse parte del sistema.

Esta especie de juego psíquico entre la realidad y la fantasía, más allá del juicio valórico que pudiera entregar, generará una percepción completamente errónea, de lo que podamos pensar. La distorsión de la realidad en su mente es tal, que cuestiona quién cuidará de ellos si los japoneses son derrotados.

Mas es esta distorsión la que lo mantuvo con vida, motivado, de cierta manera alegre, centrado y calmado. Sumado al apego de sustitutos, el establecer lazos afectivos con otros, aun cuando fuesen circunstanciales, es fundamental, pues forman una estructura de soporte emocional en el individuo, que determinan su comportamiento y manera de afrontar la adversidad. Sin dicho apoyo, el juego entre la fantasía y la percepción del mundo que nos rodea conduciría a la locura o a la depresión, a sucumbir y terminar en la muerte.

Para concluir, quisiera señalar que la mente humana se va regulando según los cambios biológicos y externos, a través de la experiencia, de forma solapada y sin darnos cuenta; lo hace continuamente. Es entonces capaz de generar múltiples respuestas ante cada situación, pero cuando se enfrenta a la adversidad podemos observar realmente todo el potencial que tiene cada uno, cada recurso en pos de la supervivencia. Esa manera particular de percibir el mundo y a nosotros mismos, de darle sentido a un ambiente tan complejo, de decidir (quizá inconscientemente) qué absorber y qué filtrar, o el tipo de relaciones y apegos emocionales que hay, puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte.