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Filosofia trabajo

Enviado por   •  2 de Diciembre de 2017  •  2.133 Palabras (9 Páginas)  •  343 Visitas

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Para Platón la sociedad es diversidad de personas. Lo que reina es la desigualdad. No obstante, todos son necesarios porque todos cumplen funciones de servicio a lo demás. Eso es una república. Ahí transcurre la vida pública, se produce la interrelación con los otros.

Aquí aparece la situación compleja del ser humano en cuanto realizador de una función. No basta con querer, no basta con aprender, hay que poder, hay que tener habilidad para ejercer la función elegida.

Platón asegura que haciendo cada cual lo que quiere, la felicidad es imposible, ya que el caos nos domina. En consecuencia, hay que hacer lo que se debe.

Los gobernantes platónicos, hombres sabios que educan y enseñan a cada cual su deber y de ese modo protegen la armonía total de la sociedad, determinan el deber ser de cada uno.

Hemos de planificar la generación de gobernantes adecuados, de hijos bien nacidos, de padres procreadores en carácter, en habilidad, en naturaleza. Y luego educar a los hijos. A este gobierno se lo llama aristocracia.

A tal efecto habrá que tomar a los niños de sus padres y entregarlos a pedagogos, para que con ellos crezcan y se críen. En virtud de la educación que recibirán, esos jóvenes estarán a favor del sistema, porque el sistema no puede someterse al capricho o azar del más fuerte, sino que debe regirse por la razón.

Platón sostiene que para llegar a ser libres es menester que cada uno cumpla con su función, es decir con su deber. La República es la fantasía de una sociedad ideal que es férrea., intransigente en sus deberes para que cada uno alcance su propio ideal y sea lo que anhela ser. Es un sistema pedagógico regido por los mejores, los sabios, los que se autogobiernen. Y por lo tanto saben educar.

La ciudad ideal de Platón está dividida en castas o clases sociales. En la base de la sociedad tenemos a los artesanos, los que fabrican bienes para satisfacer las necesidades materiales; luego están los soldados o guardianes, cuya función es la defensa de la ciudad, hacia afuera y hacia adentro: son los encargados del cumplimiento de la ley y de las normas. Por encima de ellos se encuentran los sabios y maestros, quienes procuran las leyes que educarán al hombre hacia el bien y la convivencia feliz. Estimulando el desarrollo y el crecimiento de cada uno a escalas más altas.

Estas dos últimas castas, la de los guardianes y la de los filósofos o sabios, son mantenidas por la clase inferior, para que puedan dedicarse íntegramente a su función legislativa, educativa y de vigilancia del bien.

Los guardianes, que son guardianes de la ley, han de ser modelo y ejemplo para los subordinados. Por eso la comunidad de mujeres, niños, bienes, colocará a los individuos y gobernantes más allá de las pasiones que genera la propiedad.

Platón entiende que el aprendizaje es una obra, una construcción del que aprende, del alumno. Su vocación, su capacidad, su voluntad, su deseo, su crianza, su mundo, lo harán elegir, aceptar o rechazar el aprendizaje de aquello que el maestro intenta transmitirle. Aprender es internalizar, modificarse a través el nuevo saber. El alumno produce la verdad.

El alma proviene de otro mundo, el mundo de las ideas puras, el de las verdades inmortales. Al nacer, el alma ingresa en un cuerpo y allí permanece bajo el peso de la materia, sepultada por los sentidos y las pasiones.

Lo sólido, lo verdadero, lo que siempre es, es producido por la razón.

Las ideas, por tanto, están en nosotros, pero ocultas, olvidadas, tapadas. De modo que pensar es des-cubrir lo en-cubierto.

4)-

Ser: es todo lo que existe o que puede existir

Tener ser: es aquello que la cosa recibe, lo que le es dado.

En todas las cosas que existen, hay un ser, es decir, aquello por lo cual las cosas existen. Se utiliza el término “ser” como “existir”: decir que “esta cosa es” significa “esta cosa existe”.

Cada cosa tiene un conjunto de características que la definen. Mediante esas características distinguimos una cosa de la otra. Es todo aquello que caracterice y/o se desprenda del “modo de ser” de algo.

Necesariamente, si algo es una cosa, no puede no tener las características que tienen las otras cosas de su misma clase. El existir no es una característica necesaria. El modo de ser de algo no implica necesariamente ser. Por lo tanto, toda cosa que no tiene en sí misma su razón de ser, tiene un existir venido de algún otro lado. El ser necesario es causa (Dios).

Toda característica que puede estar en algo, tanto como puede no estar, decimos que es contingente. El ser contingente es efecto.

Las cosas que tienen que tienen esta diferencia entre el modo de ser y el ser son “causadas”. Causa es aquello por lo cual algo existe. Las cosas que existen tienen existencia (el existir, el ser) pero esa existencia (ese existir) no les pertenece propiamente.

Hay que distinguir dos tipos de causas: intrínsecas y extrínsecas. Son intrínsecas aquellas que se encuentran en los mismos objetos, esto es, la causa material y la formal; y son extrínsecas aquellas que intervienen desde fuera, es decir, la causa eficiente y final.

b)

Acto: es lo real, lo que es ente, el modo en que actualmente está constituido. Es la forma realizada, consumada. Es lo opuesto a la potencia o a lo posible porque se identifica con lo real.

Potencia: es la posibilidad de llegar a ser. Es la virtualidad y el ser posible; no lo que se es, sino lo que se puede llegar a ser. No lo actualmente realizado, sino la posibilidad de ser.

La única sustancia que es acto puro es Dios, porque no tiene potencia. En cambio una potencia sin nada de acto no puede existir, porque la potencia necesita del acto.

5)-

Por ser acto puro, sin potencia ninguna. Dios no puede cambiar, puesto que el cambio supone potencia; a Dios le corresponde la inmutabilidad. Y a ella va unida la eternidad, es decir, la duración interminable, sin principio ni fin, que existe todo a la vez. El tiempo, por el contrario, supone el cambio, la sucesión, el ahora, el antes y el después, en cada uno de los cuales lo que cambia es diferente. Pero Dios es inmutable, y por tanto ajeno al tiempo; de Él se niega todo “antes” y todo “después”, pues carece de sucesión, es “todo a la vez”

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