La inocencia robada.

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“La imagen más persistente del niño inocente es la de un chico blanco, de cabello rubio, de ojos azules…”

La escuela tiene el fin de proporcionar conocimientos, desarrollar habilidades y actitudes que preparen a las personas para asumir responsablemente las tareas de la participación social, les permitan aprender por cuenta propia y tener flexibilidad para adaptarse a un mundo en permanente transformación que garantice la atención a las necesidades de diferentes grupos en diversos espacios y situaciones, que sea incluyente. Es decir, una educación que propicie la equidad, independientemente del medio en que vivan, la escuela, es un espacio donde se preparan personas para ser incorporadas a la sociedad, a la cultura, pero al mismo tiempo educados en valores como el respeto, ciudadanía y democracia.

Si bien es cierto que los factores económicos y sociales son la principal causa de las desigualdades en la calidad educativa, también es que hay muchos otros factores que la afectan como es la falta de una buena legislación en materia educativa. En razón de los impuestos, las promesas políticas por parte de los grupos de interés y los esfuerzos gubernamentales para fomentar la competitividad internacional mediante la introducción de tecnologías al mundo académico, millones de estudiantes se ven afectados por las políticas en materia educativa que no siempre se llevan a cabo con el propósito de hacer mejoras reales.

La política de privatización alimenta un sistema de valores en el que la compasión, la solidaridad, la cooperación, la responsabilidad social y otros atributos de la educación como bien colectivo quedan desplazados por una visión de la educación como bien privado. Niega a los jóvenes la oportunidad de aprender sin tener que soportar las cargas de la pobreza, el racismo y otras formas de opresión. Además impone a los docentes lo que van a enseñar y cómo deben enseñarlo. No respeta la capacidad del docente para teorizar, contextualizar, y ejercer una práctica educativa crítica y transformadora. Elimina los enfoques críticos, y convierte la educación en un proceso estandarizado, mecánico y completamente pasivo. No visualiza los docentes como intelectuales reflexivos y críticos.

Referencia:

• Giroux, Henry. (2003). La inocencia robada. Trad. Manzano, Pablo. Edic. Morata. Madrid.