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La sinrazón de la eutanasia

Enviado por   •  29 de Septiembre de 2018  •  3.731 Palabras (15 Páginas)  •  306 Visitas

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Sin embargo, tener una clara percepción de lo que son la eutanasia y la muerte con dignidad, hace la diferencia de cuando abstenerse de prestar cuidados médicos a un paciente es una iniquidad y cuando una acción correcta. Por eso, la urgencia imprescindible de hacer del conocimiento de la sociedad y los legisladores, la claridad de esta línea divisora tan delgada y sutil, con argumentos claros y razonados, para que en realidad se alcance a tener una muerte digna. Pues los casos extremos y la autonomía personal, que suelen ser indicados en los argumentos pro-eutanasia, no deben generar leyes injustas, que confrontan el deseo individual con el deber inexcusable de proteger la vida.

- El fenómeno de la eutanasia.

La experiencia que muestra Holanda, el primer país en legalizar la eutanasia activa, es una lamentable e insospechada deshumanización de la medicina. Por esta razón lo que ocurre en Holanda, Bélgica y Luxemburgo, donde ya se despenalizó la eutanasia, así como lo que ocurre en Suiza y en el estado de Oregón, EU donde se permite el suicidio asistido, debiera darnos una idea de su repercusión social, con la finalidad de analizar lo que supone la legalización de la eutanasia para la vida de una sociedad.

Los holandeses han aceptado mayoritariamente la eutanasia voluntaria como una loable manifestación de la libertad individual; pero también acepta igualmente la eutanasia involuntaria y la denegación de cuidados que pudieran salvar la vida, cuando se aplican a pacientes terminales, a sujetos con graves deficiencias, a ancianos o a ciertos enfermos sin familia.

Esta situación manifiesta una pérdida de valores, los que implica el abandono del médico a su responsabilidad de científico y protector compasivo de la vida, por la comodidad que presenta la facilidad de aplicar la muerte; ya que la indicación puramente intuitiva de la eutanasia simplifica el trabajo del médico, provocando un desinterés por la toma de la historia clínica, la ejecución de la exploración y el rigor del juicio diagnóstico, favoreciendo la comisión de errores y el desarrollo de una actitud intelectual negligente.

La eutanasia está dejando de ser una opción de la medicina para pasar a sustituirla, socavando la confianza del paciente en el médico, el cual por ningún motivo le puede causar daño deliberado. En Holanda es creciente el número de pacientes con actitudes de miedo, sospecha o desconfianza para el médico, se abstienen de acudir a la consulta o no toman los medicamentos recetados; y aunque son muchos los que llevan su "tarjeta de crédito para la muerte dulce", también crece, especialmente entre los ancianos, los que llevan una "declaración de deseo de vivir y de ser tratado médicamente en caso de enfermedad o accidente"[8].

El estado de derecho en México, es una clara muestra de la impunidad que prevalece dentro de la clase política; ésta ha generado una corrupción tan grande que es difícil dimensionarla e incluso, y muy lamentablemente, hasta se está considerando que forma parte de nuestra cultura… Es muy grande la importancia de reflexionar en lo que sucede cuando los médicos trabajan en un ambiente en el que se saben impunes tanto si tratan como si matan a ciertos pacientes, esto necesariamente relaja la actitud de dedicación a favor de la vida, e incluso frenando el interés científico en diferentes áreas. ¿Qué caso tiene investigar la genética de enfermedades hereditarias, si se pueden eliminar “los defectos” con la eutanasia neonatal? ¿Qué caso tiene investigar causas y mecanismos del envejecimiento cerebral o los factores que determinan la demencia senil, si se puede aplicar la muerte dulce al paciente senil o al que sufre la enfermedad de Alzheimer? No es difícil darse cuenta que la tolerancia a la eutanasia es la continuidad de la aceptación a la violencia silenciosa en la sociedad de nuestro tiempo.

- Muerte digna y derecho de autonomía.

La muerte es el hecho que termina con la vida, un hecho del ser humano quien es excepcionalmente digno, tanto si está naciendo, viviendo o muriendo; por lo tanto, el hecho de morir no puede considerarse digno o indigno por las circunstancias en que ocurre; sino más bien en el modo en que se afronta. La muerte digna, la provee la grandeza de ánimo que proviene del alma misma de quien la afronta.

Etimológicamente, dignidad implica elevación, honor, nobleza; la cual no puede ser suministrada por más deseable que sea, en cambio, la vida ofrece muchas ocasiones para mejorar en las virtudes de fortaleza y ecuanimidad, generosidad y amabilidad, valentía y autodominio; e incluso, la adversidad estimula las mejores fibras para lograrlas.

Enfrentarse pues con la muerte, supone una oportunidad para ejercitar humanidad, tanto en lo grande como en lo pequeño; la muerte digna, en su sentido más esencial, significa una actitud digna y una conducta virtuosa ante el último momento.

¿Qué tiene de digno quitar enchufes o suministrar sustancias letales? En efecto nada. En cambio, saber que se está muriendo y tomar la decisión de cómo pasar el tiempo que queda, mantener actividades y relaciones familiares, sociales y profesionales, afrontar de modo consciente y en la intimidad del alma el hecho de la muerte próxima, e incluso soportar la decadencia, reafirma la dignidad en la medida en la que afronte con lucidez su fin sin hacerse vanas ilusiones.

Obviamente no se desea que la muerte suceda con largas agonías, y menos si son alargadas artificialmente, aplicando tecnología o medios desproporcionados; se desea un trato eficaz contra el dolor, ayuda y acompañamiento de la familia y equipo médico, estar informado y entender todo sobre la enfermedad, pronóstico y tratamientos disponibles; para decidir la acción más conveniente a seguir.

Y así como en una vida digna son importantes las relaciones humanas, también lo son para una muerte digna. De hecho, seguir recibiendo por parte de otros un trato respetuoso en la forma en que se dirigen y hablan en nuestra presencia, la delicadeza con que tratan nuestros cuerpos o sentimientos, es lo que sostiene la dignidad en el momento de la muerte. Mientras que el rechazo al contacto, afecto y cuidado sin caridad en el trato a un moribundo, es probablemente la causa principal de la deshumanización de la muerte.

Por otra parte, en cuanto al derecho de autonomía, es necesario comprender claramente este principio para respetarlo cabalmente, pues es garantía de la libertad personal. Es aquí donde entran las declaraciones de voluntad expresa que hacen algunos pacientes, tanto para evitar que los médicos utilicen medios desproporcionados

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