Legados de la apertura economica

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Dejemos por un momento de lado el lamento, sigamos recordando y veamos el por qué no funcionó la apertura económica. En junio de 1991, ya con el proceso en marcha, los resultados no fueron los esperados. Las importaciones, en vez de crecer, disminuyeron, pues ante la expectativa de que los aranceles serían más bajos a futuro, muchos pospusieron sus compras del exterior, lo que trajo como resultado revaluación e inflación.

“La única salida era acelerar la apertura. En vez de hacerla en tres tramos, decidimos que lo mejor era aplicar toda la rebaja arancelaria de una vez”, recuerda el expresidente, quien hoy no duda de lo acertada que fue su decisión, al confirmar los grandes cambios generados por esta decisión. Estaba y sigue convencido de que ese era el camino y la prueba es que el país continuó negociando tratados de libre comercio. La decisión de acelerar la apertura la adoptó Gaviria luego de una charla con Nicanor Restrepo, líder en la época de Suramericana, una de las compañías del poderoso Sindicato Antioqueño. Gaviria cuenta, en una de sus tantas entrevistas (para excusarse), que Restrepo le pidió que no retrasaran más las medidas porque la economía estaba padeciendo la incertidumbre de una baja de aranceles con cuentagotas.

“Más que una oposición a la apertura comercial, recibimos quejas porque para algunos el proceso fue muy rápido, pero creo que el error fue haber comenzado de forma gradual. Vivimos inicialmente unos resultados negativos que hubiéramos podido evitar con un desmonte arancelario inmediato. Es más, cuando se hizo toda la rebaja, la economía reaccionó y el país creció”, dijo Gaviria.

Frente a la percepción de que el sector agrario fue la principal víctima, Gaviria considera que más que la apertura, lo que afectó al campo en ese momento fue una acumulación de acontecimientos adversos: la sequía de 1992, el racionamiento, la caída de los precios internacionales y, principalmente, la decisión del Banco de la República que, con su recién adquirida independencia, dejó de entregar subsidios a la producción agropecuaria. “Además, el campo colombiano tiene un problema estructural que lo hace crecer menos que el resto de la economía, cosa que no ocurre en los países vecinos”, explicó.

Con o sin razón, más sin razón, a mi modo de ver, lo cierto es que hay una verdad irrefutable y Gaviria la dice sin reserva: “sin apertura, hoy el país sería muy distinto”. Para algunos mejor, para otros peor, pero si nos ponemos a analizar realmente la situación, la apertura, fue más ambiciosa que los tratados de libre comercio firmados en los últimos tiempos por el país, le dio un giro completo a la forma de hacer empresa en Colombia, pero ese es otro tema, que sí se da la oportunidad ya abarcaremos.

ANDRÉS ARROYO TORREGROZA

PRIMER SEMESTRE DE DERECHO

CORPOSUCRE

OCTUBRE DE 2015

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