¿QUÉ ES UNA TEORÍA ÉTICA?
Enviado por Rebecca • 24 de Mayo de 2018 • 3.146 Palabras (13 Páginas) • 377 Visitas
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• Aplicar los principios morales, que se captan por una intuición intelectual, a los casos concretos. En moral es imprescindible saber aplicar lo general a las situaciones concretas con prudencia, porque cada caso es irrepetible.
• Discernir qué deseos deben ser satisfechos, porque su satisfacción proporcionará felicidad, y cuáles no (por ejemplo, el deseo de asesinar, de ser hipócrita y servil). Y, en los que deben ser satisfechos, hasta dónde: cuál es el criterio de racionalidad.
El término medio
Según Aristóteles, el valor es un término medio entre la temeridad (exceso) y la cobardía (defecto); la templanza, un término medio entre la vida licenciosa (uso excesivo de los sentidos) y la insensibilidad (uso insuficiente de los sentidos); la generosidad, un término medio entre el despilfarro y la tacañería, y así en las restantes virtudes.
Obra racionalmente —hace uso de una recta razón— quien elige el término medio entre el exceso y el defecto, porque en eso consiste la virtud. Pero no el medio aritmético, sino el que es oportuno para cada uno de nosotros. Una persona habituada a comer mucho puede desfallecer de hambre con lo que le basta a otra que come poco. Un principiante en un deporte puede quedar agotado con un tiempo de entrenamiento insuficiente para un campeón.
Adquirir la prudencia
Para ser prudente es necesario tener ya una aptitud, pero además entrenarse:
[if !supportLists]§ [endif]Saber recordar. La prudencia se funda en la experiencia. Podemos hacer que mejore nuestra vida presente recordando las enseñanzas de la pasada. La memoria es aquí el arte de conservar los recuerdos que se pueden necesitar más tarde.
[if !supportLists]§ [endif]Instruirse, aprendiendo cuáles son los medios más adecuados en cada caso. El prudente estudia y se informa.
[if !supportLists]§ [endif]Ser circunspecto: tener en cuenta el mayor número de circunstancias posibles a la hora de tomar una decisión. Los principios son importantes, pero los datos de la situación son fundamentales para tomar decisiones racionales.
[if !supportLists]§ [endif]Agudizar la capacidad para prever el porvenir. Las personas decidimos en condiciones de incertidumbre; así, quien tiene un sexto sentido para prever el futuro hará elecciones más razonables.
Éstas son las características de una racionalidad moral entendida como racionalidad prudencial, tal como Aristóteles las expuso en su Ética a Nicómaco.
Esta propuesta ha permanecido hasta nuestros días, con especial vigencia en la Edad Media, en filosofías como las de Averroes (siglo XII) o Sto. Tomás de Aquino (siglo XIII). Hoy surge con fuerza en el llamado «movimiento comunitario» (Alasdair MacIntyre, Michael Walzer, Benjamín Barber) y en la hermenéutica (Hans-Georg Gadamer).
3. LA TRADICIÓN HEDONISTA
El placer como meta
Epicuro de Samos, al responder a la pregunta «¿cómo podemos ser felices?», inició otra tradición ética: la hedonista (de hedoné, placer). Esta tradición se asienta sobre tres puntos que ya Epicuro señaló:
[if !supportLists]§ [endif]Todos los seres vivos buscan el placer y huyen del dolor. Por tanto, el móvil del comportamiento animal y humano es el placer.
[if !supportLists]§ [endif]La felicidad consiste en organizar de tal modo nuestra vida que logremos el máximo de placer y el mínimo de dolor.
[if !supportLists]§ [endif]Precisamente porque se trata de alcanzar un máximo, la razón moral será una razón calculadora.
Hedonismo individual y social
El hedonismo epicúreo es individualista (se trata de lograr el mayor placer individual). Sin embargo, en la Modernidad, el hedonismo se convertirá en social y recibirá el nombre de utilitarismo.
El utilitarismo considera que los seres humanos estamos dotados de unos sentimientos sociales, cuya satisfacción es fuente de placer. Entre ellos cuenta el de simpatía (capacidad de ponerse en el lugar de cualquier otro, sufriendo con su sufrimiento, disfrutando con su alegría), que nos lleva a extender a los demás nuestro deseo de obtener la felicidad.
El principio de la moralidad es entonces «la mayor felicidad (el mayor placer) para el mayor número posible de seres vivos” y funciona a la vez como criterio para tomar decisiones racionales.
La razón calculadora
Ahora bien, para calcular placeres es indispensable saber si los hay de distinto tipo.
• Epicuro distingue entre los que son estables y consisten en la armonía producida por ausencia de dolor en el cuerpo y de turbación en el alma, y los placeres positivos, como la alegría. Le parecen superiores los primeros porque. si tenemos hambre y la calmamos, se produce el placer de suprimir ese dolor; pero si seguimos comiendo, no aumentamos el placer.
Por eso, la razón ha de hacer un cálculo, ponderando qué placeres son más intensos y duraderos, y cuáles producen menos dolor, para obtener así el máximo placer posible.
• Jeremy Bentham introduce una aritmética de los placeres, siguiendo esta línea del cálculo de placeres. Cree que el placer puede medirse, porque todos los placeres son iguales en cualidad. Por tanto, según la intensidad, duración, proximidad y seguridad, se podrá calcular la mayor cantidad de placer para el mayor número de seres sentientes.
• Sin embargo, J. S. Mill considera, frente a Bentham, que los placeres se diferencian por la cualidad (no por la cantidad), de suerte que hay placeres superiores y placeres inferiores. El problema que se presenta entonces es el de determinar quiénes están legitimados para decidir qué placeres son superiores y cuáles inferiores. Mill cree que deben ser aquellas personas que han experimentado a lo largo de su vida ambos tipos de placeres, y considera que estas personas tienen por placeres superiores los intelectuales y morales, mientras que desdeñan como inferiores los que más nos asemejan a los animales.
Por eso llega a afirmar que es mejor ser «Sócrates insatisfecho que lnco satisfecho”: los seres humanos, cuanto más conscientes y cultos, necesitamos más para ser felices; cuanto más inconscientes y menos cultivados, más fácil es contentarnos con placeres como la comida y la bebida. Sin embargo, más
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