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Alejandro Magno en Egipto

Enviado por   •  2 de Marzo de 2018  •  3.903 Palabras (16 Páginas)  •  419 Visitas

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Le pareció tan hermoso para fundar una ciudad, la cual se vería gradualmente favorecida.

Él hizo personalmente el trazado mostrando dónde debería construirse la plaza pública y qué dioses deberían tener un templo; eligió a dioses griegos y a la diosa Isis. También dispuso dónde debería construirse el perímetro de la muralla. Y de este modo nació Alejandría, centro de gravedad de toda la historia mediterránea subsiguiente.

Racotis se convirtió en un barrio de la nueva ciudad y absorbió a los pastores que habían vivido en las aldeas de los alrededores.

Para Alejandro, su puerto natural prometía un clima particularmente benigno protegido por la Isla de Faros y una posición elevada en la costa, que en verano se favorecería por la brisa del noreste. Así mismo se sugiere que el acceso al Egeo era el principal atractivo que ofrecía, quizá por razones económicas.

Cuando Alejandro fundó la ciudad el Egeo estaba infestado de piratas y demasiado hostil, como para poder prosperar; incluso cuando la ciudad tenía el desarrollo pleno. Se creía que el comercio que llegaba a Alejandría era mayor del interior de Egipto, que del Mediterráneo.

La rapidez con la que podían enviar los cereales a la ciudad en barco a través del río para alimentar a la población, era más importante para Alejandro, que el comercio esporádico e impuestos procedentes del puerto.

En Alejandría los comerciantes como en otras ciudades griegas, pocas veces eran ciudadanos; como el comercio de Alejandría floreció más, gracias a los empresarios de Rodas, que por sus propios ciudadanos. Los nuevos ciudadanos destacados fueron los veteranos macedonios griegos, prisioneros y un contingente de judíos; mientras que los nativos egipcios se añadieron mayormente como hombres de estatus inferior.

Las leyes y los estatutos de la ciudad se desconocen, pero quizás hubo una asamblea y un consejo desde el principio.

El arquitecto fue un griego de Rodas y la construcción se confió a un griego de Náucratis. Se espolvoreó harina de cebada para trazar la ciudad y se le dio forma de una capa militar macedonia.

La principal preocupación de la ciudad serían los alimentos cultivados en casa, ya que el comercio de sogas, drogas, especias, vino y cerámica, se mantenían en equilibrio.

ALVAR, J. y BLÁZQUEZ, J.M. (eds.), Alejandro Magno: hombre y mito. Madrid, Actas, 2000

Cuando comenzaban las construcciones de la ciudad, Alejandro recibió una agradable sorpresa. Las flotas de Rodas, Chipre y Fenicia habían cambiado de bando, a los almirantes persas se los dejó con los fondos menguados, con solo tres mil mercenarios griegos y únicamente las embarcaciones que pudieran reclutar de los piratas del Egeo.

Sus tiranos y oligarcas habían sido expulsados de las ciudades Ténedos, Lesbos, Quíos y Cos. Entre otros trofeos en Isos, Alejandro había capturado a los embajadores espartanos que se dirigían al encuentro de Darío.

Alejandro dispuso castigos que habían de recibir los expulsados del Egeo, a la mayoría se les envió de regreso para ser juzgados en sus ciudades natales. Pero con los cabecillas de Quíos, Alejandro trató personalmente, debido a su peligrosidad, enviándoseles encadenados a servir a una guarnición persa en la primera catarata del Nilo. Otros malhechores de Quíos, serían juzgados de manera local a lo cual, Alejandro no esperó informes sobre las sentencias.

Mientras empezaba a construirse Alejandría.

Capítulo III. Rumbo a Siwa

Alejandro viajaría hacia el oeste y luego giraría hacia el sur con un pequeño séquito, durante casi quinientos kilómetros a través de un inquietante desierto, en busca del oráculo de Amón, ubicado en el Oasis de Siwa, en la frontera occidental de Egipto y Libia.

Entre los controvertidos motivos que impulsaron la expedición, era una gloriosa ambición de Alejandro ir hasta Amón, porque había oído que Perseo y Heracles fueron ahí, antes que él; aunque tanto Perseo como Heracles eran hijos del dios Zeus, los motivos de Alejandro no eran los mismos, pues antes de su visita no tenía tal certeza; y fue hasta su visita al oráculo donde se le dieron los atributos de hijo del dios Zeus.

A los ojos de los griegos, Perseo y Heracles eran sus antepasados, al igual que el rey persa y macedonio, y cuando Alejandro visitó a Siwa, ya había reemplazado a Darío como Rey de Asia, e iba a convertirse de repente en un heredero de ambos héroes.

Originalmente el Oasis de Siwa había sido la patria de un dios libio local. No hay duda acerca de que Egipto había dominado Siwa y que el faraón Amasis construyó el templo oracular, que Alejandro visitó.

La arquitectura del templo no es característicamente egipcia, y sus relieves muestran al rey libio nativo del oasis en una posición independiente. Al parecer Egipto se fusionó con Libia, y por esta razón dejó a un nuevo dios extranjero, para explicarlo. Egipto se identificaba con Amún casado con Mut y padre de Khonsu; en Siwa, las ceremonias habían adquirido un sesgo egipcio y los oráculos se emitían según este mismo estilo.

Atraídos por los oráculos, visitaron Siwa en su fase egipcia y dieron a su dios el nombre griego de Amón, que sugería tanto al Amún de los egipcios, como la palabra griega ammos o arena, como correspondía a un dios del desierto.

Al igual que Egipto identificó al dios de Siwa con su propio dios carnero Amón, los griegos también, explicaron este Amun, altamente honrado, como una forma de Zeus olímpico, rey de los dioses griegos.

Se puede considerar una motivación adicional, para Alejandro, una vivencia en su niñez. Hacia el Siglo V, mientras Lisandro, un general espartano, asediaba Macedonia, anunció que había visto a Amón en un sueño y se retiró del asedio siguiendo el consejo del dios; lo hizo de un modo tan inesperado que la ciudad asediada instituyó un culto a Amón como muestra de gratitud; culto que Alejandro pudo haber conocido desde su cercana residencia antes de poner a Egipto en la mira. Por lo tanto Amón habría atraído la atención de Alejandro, si hubiera llegado a ser faraón en Menfis o no.

Hasta ahora se desconoce si algún faraón egipcio llegó a recorrer el desierto que separa Menfis de Siwa. Pero el espíritu aventurero de Alejandro lo llevó a recorrer el desierto por varios días, y es una odisea que vale la pena relatar.

Desde Alejandría, Alejandro viajó al Oeste a lo largo de la costa con un pequeño grupo de amigos, siguiendo el blanquecino sendero hasta Paretonio, se dirigió hacia el Sur a través de la arena con el séquito, viajando

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