Barrio La Cruz.
Enviado por karlo • 6 de Junio de 2018 • 2.640 Palabras (11 Páginas) • 293 Visitas
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Cuando terminamos de subir, ella se volteó y me dijo mirando desde el frente: “así mismo lo vi en el sueño, ¡igualito!”, Debo adverí que la Madre. Hasta entonces no tenía idea por donde le quedaba el Cerro La Cruz. Y es cuando ella comienza a relatarme lo que ella llamó “Sueño”, pero que algún sacerdote enterado de eso ha dicho que fue una revelación. “Soñé que viniendo con ustedes aquí, divisé la cabecita de Nuestro Padre, por lo que me abría paso entre la gente para alcanzarlo, cuando lo logré le pedí la bendición, él me señaló con un gesto de la cara de inmenso gentío que lo apretujaba. Yo le repetí: “la bendición”, pero su respues fue repetir el gesto de la cara y me abrió los brazos como queriendo señalarme de nuevo el inmenso gentío. Entendiendo yo lo que deseaba decirme le dije: “Bendigame Nuestro Padre y eso es lo que yo deso que multipliquen para llevarlas a todo el mundo y desperté”.
Continúa ella preguntándome: “¿usted no se dio cuenta que in día de la semana, fui al desayuno muy tarde or estar atendiendo al Padre Labrador, quien venía de parte del padre Vélaz a pedirme las hermanitas que pudieran vivir en la Casa del Valle y abrieran una escuelita en un cerro que está por ahí, que es un sitio estratégico para lo malo y es mejor adelantarse y tomarlo nosotros?”. A esto ella le dijo: “Yo tengo por ahí unas Hermanas que van los domingos a dar catecismo”. En ese momento ella recuerda el sueño y siete como una inspiración aceptar aquello de acuerdo con el sueño que había tenido esa noche anterior le dice: “Dígale al Padre Vélaz, que aunque no tenga personal ya veré de donde saco Hermanitas”.
Así fue que ya designadas nosotras: Las hermanitas Purificación (María Villar García), Dionisia (Carmen García) y esta servidora, comenzamos junto a una joven llamada Graciela, de allí del Barrio. Las aulas eran ranchos, uno del padre Cardón y otros dos más, con piso de tierra, techo de zing y alguna pared de tierra y cartón.
No había agua para satisfacer la sed, ni donde hacer las necesidades fisiológica, a media mañana se tocaba un rin de carro que servía como campana o timbre del recreo. Los muchachos se iban a sus casas unos volvían, otros no, nosotras bajábamos a casa de Máximo, donde la Sra. María, nos obsequiaba el desayuno. Generalmente era una arepita recién hecha con mantequilla y café, no recuerdo que otra cosa tomábamos, refrescos nunca, no había.
En el primer libro de evaluaciones finales en 1963 observamos que el alumnado del Colegio “La Santa Cruz” para ese momento era:
Primer grado: 96 alumnos (2 secciones)
Segundo grado: 39 alumnos (1 sección)
Tercer grado: 28 alumnos (1 sección)
Total: 163 alumnos
Firman las actas:
Hna. Adelaida de San José (Mila Lucrecia Barroso) Directora.
Hna. Dionisia de San José (María del Carmen García).
Hna. María de San José (María Curiel).
En el año escolar 1964-65 tomó la dirección la Hna. Teresa de Jesús Agüero (Clemencia). Con su tesonera voluntad y confianza en Dios se propuso la construcción de un edificio digno para el Colegio. Como la empresa parecía muy difícil se encomendó a “San Judas Tadeo”, patrón de los casos imposibles y prometió que el Colegio llevaría su nombre.
El Dr. Julio Casas, ingeniero de la Creole, llegó a Caracas en 1965 desde el Zulia donde había ayudado a la construcción de tres Colegios de Fe y Alegría y preguntó al Padre José María Vélaz cuál era el Colegio más pobre en Caracas. El Señor Julio Casas, con un grupo de amigos se propuso ayudar en la construcción de la nueva sede, pues según sus palabras, lo que había estaba en “estado deplorable”, sin agua ni sanitario y techo de zinc agujerado. Para ello organizaba excursiones con sus amigos al sitio para concientizar y después organizaban la recolección de fondos. El puesto escolar costaba 500,00 bs. Y la Beca 20,00 bs. Tuvo problemas con la “Campaña Benéfica Unificada” porque decían que boicoteaba su campaña. El Sr. Julio Casas adujo que la acoginda que encontraba se debía a la motivación por las excursiones. Llegaron a recoger unos 70.000,00 Bs. y la Fundación colaboró con la misma cantidad. Con este capital Fey Alegría inició la obra.
La capilla y los ranchos del Arzobispado pasaron a Fe y Alegría, así como, otros tres ranchos que se compraron. En este terreno se comenzó la construcción del Colegio nuevo bajo la dirección del Ingeniero Carlos Domínguez. En la construcción colaboraron los vecios del barrio así como, los mismos alumnos.
La sra. María Peña, nos dice que la noticia de que se iba a construir el nuevo Colegio fue recibida con entusiasmo por el vecindario y que cuando comenzaron a llegar los materiales era como una fiesta. Los vecinos colaboraron cargando agua, arena, quitando piedras. Nos comenta que un grupo de mujeres hacían arepas a los obreros y que ella solía hacer unas 50. También organizaban rifas para recoger fondos. Explica que el Colegio iba a ser más grande, pero algunas personas se metieron y construyeron sus casas pegadas al Colegio.
Durante el tiempo que duró la construcción del Colegio funciónó en una casa que Fe y Alegría compró para este fin entre el Plan de la Cruz y Cañicito y que más tarde, al terminar la construcción del Colegio, el Padre Cardón compró la Fe y Alegría para una obra social. También se habilitó una casa de la calle 18 de octubre( la que actualmente ocupa la familia Carmona) otra casa de la primera escalera que baja de la misma 18 de octubre.
En Julio de 1966, se inauguró la nueva sede con gran alegría de todos. En los libros del Colegio aparece la matrícula siguiente para el año escolar 1966-67:
Primer grado: 254 alumnos (5 secciones)
Segundo grado: 106 alumnos (2 secciones)
Tercer grado: 106 alumnos (2 secciones)
Cuarto grado: 66 alumnos (2 secciones)
Quinto grado: 36 alumnos (1 sección)
Sexto grado: 25 alumnos (1 sección)
Total: 595 alumnos
La comunidad religiosa se instaló el 4 de Agosto de 1967 formada por
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