“¿Cómo reaccionarias si descubres que tu vecino es un vampiro?”
Enviado por Sandra75 • 22 de Septiembre de 2018 • 26.396 Palabras (106 Páginas) • 391 Visitas
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Con el pánico corriendo en mi sangre, volví a cerrar las cortinas y llamé rápidamente a James. Solo en cuestión de minutos, lo que era obvio porque apenas vivíamos a unas calles de distancia, el ya había llegado a mi casa.
- ¡Espero que esto sea bueno! - Dijo una vez que nos encontrábamos frente a la ventana.
- Veras que sí. - Respondí y nos asomamos. Él no estaba.
- ¡No puede ser! - Me queje. El timbre proveniente del piso de abajo llamo nuestra atención. Caminamos hasta el comienzo de las escaleras y nos pusimos detrás de los barrotes de madera de estas.
- Es él. - Le señalé a mi amigo cuando vi a Harry en la puerta.
- Buenas tardes señora. Mi madre dice si tiene un poco de azúcar para darnos. - Por fin había escuchado su voz, sonaba tan amable, tan dulce, angelical... Pero nada de él era así, de eso estaba seguro.
- Es un gusto cariño, ya te traigo el azúcar.
- Mi madre comenzó a encaminarse a la cocina, pero Harry aun no entraba.
- ¿Que pasa cielo?
- No puedo pasar si no me invita a hacerlo, señora.
- Pasa cariño, pasa. - Y se fue a la cocina. Por el tono de mi madre, supuse que aquel extraño le había caído bastante bien. James ahogo una risa.
- Viene de la época colonial. - Aquel comentario hizo que una risa se me escapara a mi también.
- No sé de donde viene, pero hay que averiguarlo.
Estaba subiendo mi móvil para enfocarlo, James se acomodó a mi lado para ver mejor, iba a desenmascararlo, pero en ese mismo instante él nos miró. Rápidamente deje el móvil a un lado. Mi madre volvió con una taza de azúcar, y al ver a Harry con la mirada en un punto fijo (nosotros) se percató también de nuestra presencia.
- ¿Que hacéis ahí? ¡Venid a saludar! - De mala gana, mi amigo y yo bajamos.
- Hola, soy Harry.
Su agradable saludo difería con la resentida mirada que nos había echado segundos antes.
- Hola. - Saludamos desganados. Mi madre le entrego una taza de azúcar.
- Muchas gracias señora. Otra cosa, mi madre estaría gustosa de que usted y su familia..-Note como me miro de reojo por un milisegundo.
- Fueran esta noche a cenar a nuestra casa, si es que no tenéis planes claro. Su amabilidad era una máscara de papel, yo lo notaba, siempre había tenido ese sexto sentido.
- Nos encantaría, dile a tu madre que ahí estaremos.
- ¡Genial! Debo irme, adiós señora. - Clavo sus fríos ojos en los míos.
- Nos vemos, Louis.
3.
Hora de ir a la cena en casa de Anne:
- ¿Por qué debo ir? - Me queje caprichosamente con mi madre.
- ¡Porque Anne nos ha invitado a todos! A mí, a ti y a tu hermano. Así que deja de renegar y camina.
Llegamos a la puerta de esa enorme casa. Por más grande que fuera, me daba la sensación de que estaba vacía, muy vacía. Anne nos abrió la puerta antes de que mi madre tocara el timbre. Ella lucia espléndidamente bien, se notaba que se había preparado para esa noche tal, así como mi madre. Sin embargo, David y yo vestimos normal.
Entramos a la sala, era espaciosa, solo unos pocos muebles y viejas pinturas la decoraban. Un detalle llamo mi atención, debajo de un cuadro que mostraba un espiral hecho de fuego, había una mesa igual a la nuestra. Eso no fue en lo que me puse a pensar, sino más bien en el espejo que nosotros teníamos sobre aquella mesa. En esa sala no había ningún espejo, ni siquiera uno pequeño. Si hubiera sido otra la situación, no hubiese prestado atención a algo tan tonto como aquello, pero mis sentidos e intuición se habían agudizado esos días.
Mientras me perdía en el absurdo pensamiento sobre espejos, Harry bajo las escaleras con una sonrisa dibujada por la alegría que, seguramente, no sentía.
- ¡Buenas noches! - Saludo a todos. Estaba vestido como la primera vez que lo vi, con esa calurosa chaqueta de cuero y pantalones rojos.
Cuando la cena finalizo, algo en mí se alegró de saber que me iría de allí, pero Anne nos sorprendió diciendo que había preparado un postre. El simple hecho de que Harry se levantara de la mesa y fuera hacia la cocina a buscarlo fue para mí una gran oportunidad. Tomé el espejo de mano que llevaba mi madre en su bolso sin que nadie se diera cuenta y distraídamente fui hacia donde él.
- Con su permiso, voy al baño. - Me excuse al levantarme del asiento. Entre por la puerta donde el había ingresado antes y me encontré en un pequeño pasaje donde solo había otra puerta. La abrí un poco y divisé la cocina y a Harry abriendo la heladera. Fue un gesto raro de mi parte, pero mire por todos lados para descubrir que allí tampoco había espejos.
El dejo el postre en la encimera y yo puse el espejito a la altura de mi oreja para poder verlo, justo en ese momento el dejo de desempaquetar el postre que, desde donde yo estaba, se divisaba una deliciosa tarta. Harry se quedó mirando unos segundos a la nada y luego siguió con lo suyo. Aproveche el momento y mire hacia el espejo, pero ni siquiera pude ver mi propio reflejo ya que la puerta de la cocina se abrió bruscamente
- ¿Qué haces aquí? - Pregunto el con brusquedad. Con el espejo en mi mano solo se me ocurria una excusa.
- R-revisaba mi rostro..- Tartamudee un poco pero soné convincente, pero cuando la vista de Harry se posó en la lámpara apagada del pasillo, supe que no me creyó.
- Escúchame una cosa y espero que te entre en la cabeza porque la diré solo una vez, al menos por las buenas. ¡No te hagas el curioso conmigo porque te ira muy mal!
No había cosa que detestara más que me gritaran, y él lo estaba haciendo.
- ¡Hey! Cálmate, a mí no me hables así, ni siquiera sabes quién soy.
-
...