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Contexto político de Estados Unidos

Enviado por   •  24 de Marzo de 2018  •  2.626 Palabras (11 Páginas)  •  456 Visitas

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Pocas relaciones bilaterales de EEUU son tan intensas y afectan a áreas tan diversas como la que mantiene con México. Al buen entendimiento político se suman unas relaciones económico–comerciales, que van viento en popa. México se ha convertido en el segundo mayor mercado para las exportaciones de EEUU, y en el tercer socio comercial.

Contexto político en México

La falsa sensación fabricada para el ciudadano, de que el pueblo hace el reparto del poder entre partidos, es la esencia de la farsa democrática actual en México, pues el poder público se reparte sólo a voluntad de la Presidencia de la República, y no del pueblo.

Si se examina el siglo 20, la impresión general sobre México es la de una estabilidad política sostenida a partir de los años 30-40. Un rasgo contrastante con respecto a, por ejemplo, la situación de América Latina caracterizada por cambios violentos de gobierno.

No hay duda de que ese más de medio siglo hasta ahora fue para México uno de estabilidad. L. Woldenberg habla de México como un “caso paradigmático de un país gobernable” en ese tiempo.

Del punto anterior, por tanto es posible derivar otra característica del sistema político mexicano: su escasa o casi nula tradición democrática.

La tradición política mexicana es por mucho una de autoritarismo con dos claros períodos de lucha por el poder. Más datos detallados pueden encontrarse aquí y aquí.

Un par de años después de publicarse ese último artículo, fue reconfortante ver que lo mismo ha sido confirmado por Enrique Krauze, el historiador mexicano, quien en una columna del 10 de septiembre de 2006 (Grupo Reforma) escribió lo siguiente:

“Para ponderar el grave peligro que se cierne sobre la democracia mexicana, considérese la siguiente estadística. En los 681 años transcurridos desde la fundación del imperio azteca (1325 d. C.) hasta nuestros días, México ha vivido 196 bajo una teocracia indígena, 289 bajo la monarquía absoluta de España, 106 bajo dictaduras personales o de partido, 68 años sumido en guerras civiles o revoluciones, y sólo 22 años en democracia.

“Este modesto 3 por ciento democrático -vale la pena repetirlo- corresponde a tres etapas, muy distanciadas entre sí: 11 años en la segunda mitad del siglo 19; 11 meses a principio del 20; y la década de 1996 a 2006.

“En el primer caso, el orden constitucional establecido por Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada fue derrocado por el golpe de Estado de Porfirio Díaz. En el segundo episodio, otro golpe de Estado orquestado por Victoriano Huerta derrocó al presidente Francisco I. Madero”.

La evidencia, por tanto, brinda un fuerte soporte a rasgos del sistema político mexicano. Su estabilidad es real y ella se ha dado en períodos de regímenes autoritarios de diversa naturaleza, representando por mucho la mayor parte de la historia mexicana.

En segundo lugar se tiene casi un 10% de la historia dedicada a luchas por el poder. Y 3% a la democracia, si es que se considera el principio del siglo 21.

Pero si se examinan períodos más largos, otro patrón emerge, muy diferente. La estabilidad de 70 años en el siglo 20 fue posterior a una época de severa turbulencia, la de la Revolución, iniciada en 1910.

Igualmente, la paz política de finales del siglo 19 fue posterior al desorden inmediato después de la Independencia de 1821.

Es un panorama general que alterna períodos de anarquía y lucha por el poder con épocas de estabilidad, pero de una estabilidad impuesta y autoritaria, incluso bienvenida después del desorden.

Si arbitrariamente se considera el inicio del Imperio Azteca como el punto de arranque de México, se tiene una trayectoria de largo plazo que revela a la estabilidad mexicana con una naturaleza autoritaria: bajo el mando de un emperador hasta 1521 y desde esa fecha bajo el mando del monarca español hasta 1821; más tarde bajo el mando de Porfirio Díaz, de 1876 hasta 1910 y luego desde los años 30 hasta el fin del siglo 20 bajo el dominio del PRI.

Más del 86% de ese tiempo, la nación ha sido regida por sistemas de poder sin contrapesos: emperadores, virreyes, dictador y partido de estado.

Del total de años, unos 70, es decir, 10% en números redondos, fueron de violencia y lucha por el poder y sólo 2 o 3% bajo un gobierno que pudiera llamarse democrático.

La fragilidad de la política mexicana ha derivado de las luchas por el poder, entre quienes no se ponen de acuerdo y dan oportunidad al surgimiento de una autoridad que impone el orden por la fuerza.

Otro de los rasgos de los gobiernos mexicanos, derivado de la historia nacional es la comprensión de la realidad social más en términos jerárquicos que igualitarios.

Por ejemplo, ha sido señalado repetidamente que la expectativa del ciudadano mexicano es la de un presidente muy poderoso en cuyas manos es posible poner los destinos de la nación; un tipo que debe ejercer el poder y hacerlo sin gran necesidad de observar la ley.

Es un presidente superior al ciudadano e indicativo de una aceptación subyacente de desigualdad ciudadana

La política mexicana implica la noción de concentración del poder en una persona o grupo de ellas y nada extraño es que el pasado se refleje en el presente. Caciques, tlatoanis, virreyes, manos fuertes, presidentes: nombres diferentes, pero todos con un poder concentrado, centralizado.

Ni ley, ni división de poderes entran en el entendimiento de la política mexicana. No hay igualdad bajo la ley, ni esperanza de tratos iguales: la sociedad es jerárquica.

Nacionalismo

El patriotismo criollo creó y arraigó fuertes emociones nacionalistas, con dos elementos de influencia: el odio y sospecha hacia lo extranjero y la exaltación de las civilizaciones indígenas de la antigüedad.

El conquistador español es el villano de la historia, el causante de la caída de brillantes civilizaciones nativas. Los dos rasgos se mantienen hasta el día de hoy, manifestados en el resentimiento de algunos sectores ante la inversión extranjera y la preferencia por lo mexicano.

El nacionalismo que sospecha del extranjero fue alimentado por otro hecho: la pérdida de los terriorios del norte, descuidados por las luchas internas en el centro del país, y que fueron colonizados por los EEUU.

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