Edgard Morón - El agujero negro de la Felicidad
Enviado por Rimma • 30 de Diciembre de 2018 • 1.417 Palabras (6 Páginas) • 392 Visitas
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Morín se pregunta Murió la laicidad?, Tenemos que pasar a otra cosa? O hay que modernizarla? Morín opina que no hay que abandonar la laicidad, sino hacer que resurja. No hay que modernizarla, hay que ponerla en marcha contra de las barbaries y de los ídolos modernos. Hay que hacer resurgir la laicidad.
Morín define aquí la laicidad como: la constitución y la defensa de un espacio público del pluralismo, discusión de ideas, tolerancia, dice que es algo más profundo y más fundamental de lo que expresó el movimiento laico de la Francia republicana a comienzos de siglo. Es lo que constituye la originalidad de la cultura europea moderna, tal como se desarrolló a partir del renacimiento: es, simultáneamente, la portadora y el fruto de la problematización generalizada que rompió la concepción del mundo medieval: problematización acerca de Dios, del mundo, de la naturaleza, del hombre, de la ciudad, de la verdad. De manera que la laicidad es en primer término la “problematicidad” permanente (Patocka), el cuestionamiento. Y dice Morín que es justamente este cuestionamiento el que tenemos que despertar hoy en contra de las nuevas evidencias oscuras, los nuevos ídolos, las barbaries y oscurantismos que subsisten en el mundo contemporáneo y las que nacieron en la modernidad.
A continuación Morín explica a qué se refiere con las barbaries y oscurantismos del mundo contemporáneo. Y se refiere específicamente a la técnica y la ciencia, la hipertrofia de los Estados, la tecnocracia y la burocracia, por otra parte la hiperespecialización generalizada, la atomización de los individuos, las degradaciones ecológicas y morales, él llama a esto una barbarie propia de nuestros tiempos, un oscurantismo propio de nuestros espíritus que se creen racionales. Morín dice que la aclaración, la explicación producida por las ciencias está acompañada no solo por una fragmentación disciplinaria del conocimiento excesiva sino por una ceguera acerca del proceso de la aventura científica, la liberación de formas de manipulación descontroladas, el reinado arrogante y oscurantista de los expertos, incapaces de concebir lo que está fuera de su competencia especializada, incapaces de pensar los problemas globales y fundamentales.
Morín dice que el mundo laico debe saber que el enemigo viene del interior, que no se trata continuar basándose en los pilares de la ciencia, la razón y el progreso, sino de hacerles preguntas, se trata de movilizarse en contra de las evidencias impensadas de la Tecno-Ciencia. Según Morín el nuevo combate de la laicidad es el combate para promover una democracia cognitiva. Asegura Morín que en otros términos y otras condiciones, éste era el sentido del apostolado de los maestros de principio del siglo pasado. Este es el combate que hay que retomar y transformar. Según Morín este es el momento justo, ahora podemos pensar la democracia, no solo con la experiencia del totalitarismo, sino sin pensar más en el riesgo que este representa, podemos tener una mirada más atenta a nuestras democracias para subsanar carencias antiguas y para percibir las nuevas carencias que nacen del desarrollo científico, técnico y burocrático.
La estrategia que propone Morín es hacer que el debate de los problemas fundamentales no sea más monopolio de los expertos, que se apoderaron del Conocimiento-de-los-problemas-reales, sino que vuelva a nosotros los ciudadanos comunes. Los docentes tendrían un papel fundamental en esta nueva lucha, porque deberían ser los actores del movimiento de la reforma del pensamiento al introducir en sus concepciones el horizonte de lo global y de lo complejo. Agrega que se trata de una tarea que movilice la conciencia de los individuos.
Al final Morín se pregunta: La fosilización de la ideología cato-laica de comienzos de siglo dejará de ocultar el agujero negro? Podemos esperar que surja una laicidad en un estado naciente y renaciente?
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