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El movimiento obrero La unión ferroviaria

Enviado por   •  27 de Octubre de 2018  •  2.016 Palabras (9 Páginas)  •  251 Visitas

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Los sindicatos que lograron un desempeño adecuado en los años iniciales de la gestión de Justo tenían conexiones con el Partido Socialista. Como La Unión Obreros Municipales, en la que predominaban los socialistas, fue otro sindicato que logró un buen desempeño en aquellos años. Contribuyó a ello el hecho de que el intendente de Buenos Aires necesitara la cooperación del Concejo Deliberante, donde los socialistas eran una fuerza muy importante. El éxito de estos dos sindicatos fue una excepción. La mayoría todavía enfrentaba los problemas creados por la mala situación económica,

La gestión dela unidas

Dentro del movimiento obrero argentino ha existido un mito que indica que el estado "natural" de las cosas en el movimiento sindical es el de unidad. Las numerosas tentativas de alcanzarla, sin embargo, siempre fallaron a causa de la incompatibilidad producida por las diferencias ideológicas o por choques personales. La CGT tuvo los mismos límites que sus antecesoras. A pesar de sostener que había conseguido la unidad del movimiento obrero, fuerzas importantes permanecieron fuera de ella: los anarquistas, que estaban en decadencia, no se incorporaron y continuaron en la FORA.

A pesar de todo, hacia 1934-1935 tanto la organización anarquista como la comunista eran pequeñas. El verdadero problema estaba dentro de la propia CGT y consistía en la rivalidad entre los llamados socialistas y sindicalistas. Los sindicalistas sostenían que el movimiento obrero debía mantenerse próximo al gobierno, pero ajeno a la política de partido; los socialistas, en cambio, entendían que debía establecerse una distancia mayor con la administración y admitían la participación política. Este cambio en la relación de fuerzas no se reflejaba en la estructura del Comité Confederal de la CGT, establecida al momento de la creación, que otorgaba igual representación a las confederaciones fundadoras y algunos lugares a las organizaciones autónomas. A fines de 1933, algunos grupos del movimiento obrero, en su mayor parte socialistas, comenzaron a presionar para obtener una declaración que denunciara los peligros del fascismo en la Argentina.

Después de que algunos de los miembros de la Junta Ejecutiva de la CGT se reunieran con el presidente Justo, la propia Junta hizo pública una declaración en la que alababa los intentos del gobierno por promover la democracia, sosteniendo que no existían en la Argentina las condiciones que habían conducido al fascismo.

Hacia mediados de la década de 1930 se produjo un cambio profundo en la naturaleza del movimiento obrero; por debajo de él, se ubicaba un conjunto de importantes y amplias transformaciones estructurales. La economía urbana se había recuperado y el proceso de sustitución de importaciones se encontraba avanzado; muchos sectores de la industria se habían modernizado. La existencia de fábricas más grandes y de oportunidades para conseguir. Los sindicatos con predominio comunista constituyeron el sector más dinámico del movimiento obrero, y el más lanzado a la ofensiva; parecían tener una visión más amplia que las otras organizaciones.

Sus oponentes los acusaban de utilizar las huelgas para sus propios fines, y en un sentido la crítica era correcta. Las huelgas dirigidas por comunistas se transformaban en movimientos con dos objetivos: uno, conseguir mejoras para los trabajadores; otro, expandir el sindicato.

En el período posterior a 1935, los sindicatos en los cuales había una fuerte influencia comunista tuvieron un rápido crecimiento; muchos reunieron diferentes especialidades en un sindicato único por industria. Los comunistas hicieron progresos acelerados entre los trabajadores textiles, metalúrgicos, de la alimentación especialmente en los frigoríficos y sobre todo de la construcción.

También obtuvieron logros importantes en la industria de la madera, sobre todo en la construcción de muebles, pero el sindicato se separó de los comunistas y fúe dominado por disidentes de izquierda, muchos de ellos trotskistas. Por primera vez, se tornaron importantes los sindicatos cuyos miembros trabajaban en fábricas.

La expansión de algunos sindicatos en los que predominaban los grupos comunistas fúe espectacular. En 1936, de acuerdo con manifestaciones de la CGT al Departamento Nacional del Trabajo, la Federación Obrera de la Industria de la Carne tenía 500 miembros. Al año siguiente, se formó un nuevo sindicato, la Federación Obrera de la Alimentación. Hacia fines de 1942, existían 44 sindicatos que pertenecían a ella, y se trataba de una organización verdaderamente nacional. A unos más impresionantes fueron la creación y el desarrollo de la Federación Obrera Nacional de la Construcción, en una industria que había estado dominada por pequeños sindicatos de oficio, dirigidos en buena parte por anarquistas. Los sectores comunistas desplegaron su acción a través de un sindicato de albañiles creado en febrero de 1935; la huelga que sirvió para la organización estalló en octubre de ese año. La violencia, si bien fue una herramienta muy importante, no estuvo dirigida contra las compañías sino contra los rompehuelgas, y buscó afectar al público en general a través de ataques a los tranvías y acciones por el estilo. La violencia fue intensa, especialmente el primer

Día: trolleys y trenes fueron apedreados, se quemaron ómnibus y fue volcado un tren lechero. Hubo entre cuatro y seis muertos, incluyendo tres policías. Esta violencia produjo el resultado deseado: la intervención del Ministerio del Interior, que tenía capacidad para conseguir una solución acordada. Los albañiles habían recibido el apoyo de la mayoría de los obreros especializados en la construcción, y estaban en vías de crear un sindicato más grande: la huelga y la victoria obrera galvanizaron a los trabajadores y dieron a sus líderes el prestigio necesario para organizados sindicalmente.

El ascenso comunista fue además favorecido por el infortunio de otros grupos. Los anarquistas y los sindicalistas habían sido marginados. La ayuda que el Partido Socialista podía brindar a los sindicatos declinó cuando su importancia en el sistema político comenzó a disminuir, con el levantamiento de la abstención de la Unión Cívica Radical en 1935. Estos procesos tenían lugar en una sociedad en la cual las tensiones se estaban haciendo muy fuertes, lo que reflejaba, en parte,

El colapso del consenso liberal que había dominado el pensamiento de la elite política desde al menos la segunda mitad del siglo XIX. La búsqueda de nuevas ideologías y fórmulas políticas se había acelerado con la aparición del fascismo, la depresión y luego el ascenso

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