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Espacio para la memoria EX-Esim

Enviado por   •  12 de Noviembre de 2018  •  7.981 Palabras (32 Páginas)  •  231 Visitas

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La memoria y sus funciones.

Es una tentación constante hacer una comparación entre el individuo y el cuerpo social para hablar de cómo distintos eventos traumáticos afectan a uno y a otro, pero es necesario tener presente que procesos traumáticos y de pérdidas, como guerras, violencia política y crisis económicas, son procesos económicos, sociales y políticos que se asemejan poco a lo biológico o a lo natural. Sin embargo, para la sociedad y para el individuo es necesario un duelo para superar la pérdida y/o el trauma, o por lo menos trabajarlo[1] debido a que la intención de los victimarios es herir al individuo y a la sociedad.

Trabajar la memoria es elaborar el duelo para superar las pérdidas y los eventos traumáticos sin dejar de reconocer los mismos para poder crear nuevas representaciones. Porque una vez superada la pérdida y privilegiando el recuerdo, la experiencia puede ser integrada al colectivo sumándole una característica nueva a su identidad que le permite seguir adelante, si esto no sucede la pérdida se sigue repitiendo en el presente[2]. Hay que tener presente que la pérdida no es solo física, sino que también es simbólica, porque aunque lo principal es eliminar a personas físicas, el objetivo oculto es eliminar ideas y significados.

La sociedad según el momento dado tiene ciertos rituales para elaborar el duelo, pero ante situaciones donde los derechos humanos son violados estos rituales también se ven afectados, por lo que es necesario elaborar el duelo de otra manera. Más difícil es aun en el caso de las personas desaparecidas ya que estos casos dejan una herida abierta de manera permanente, puesto que no tienen la posibilidad de elaborar ningún tipo de ritual “convencional”. Es por esto mismo que es necesario recordar, o hacer memoria, para elaborar el duelo de la mejor manera posible, teniendo en cuenta muchas variables como a que sujetos se hace referencia, en que comunidad están insertos, cuales son las posibilidades materiales para generar un espacio dedicado a la memoria.

Por ejemplo: es necesario diferenciar como en el caso argentino que tiene la particularidad de tener sobrevivientes, asesinados y desaparecidos, por lo que no se les puede dar el mismo tratamiento a unos que a otros. Es por este motivo que en el Parque de la Memoria durante la planificación del mismo se resistió tanto a la identificación de los desaparecidos, puesto que esto equivaldría a equiparar a los muertos con los desaparecidos. La idea era que se tenía que ejercer la memoria recreando los ideales que animaron a la mayoría de los jóvenes desaparecidos[3].

La memoria actúa como reparación de daños a través de actividades, debates, muestras, charlas, etcétera de distintas organizaciones sociales. Acá la memoria se vuelve más dinámica, con un pie más en el presente. Desde mi punto de vista, la memoria como reparación está en medio del duelo y la justicia estatal, porque la reparación está dada por los mismos actores que se agrupan para hacer visibles sus reclamos y debatir sobre como llevar adelante los mismos. Tomemos como ejemplo el caso del libro: Trabajadores militantes del puerto desaparecidos en Mar del Plata, escrito por la Comisión Memoria Portuaria Mar del Plata, quienes plantean la necesidad de hacer saber a la comunidad marplatense, y sobre todo a la portuaria, quienes fueron desaparecidos durante la Dictadura Militar y hacer notar su característica militante y obrera.

“Aspiramos a que ese pasado traumático no sea negado ni olvidado. Proponemos nuestra versión de los acontecimientos desde nuestra elaboración de memoria.”[4] Estas líneas pertenecen a los protagonistas no solos como sobrevivientes y allegados a los desaparecidos, sino también como actuales obreros militantes. Y es pensando en esto cuando toma relevancia lo escrito por el Centro Nacional de Memoria Histórica de Colombia sobre como “Recordar y Narrar el conflicto”, ellos plantean que el trabajo con la memoria tiene que ser un espacio dinámico para que las voces de las “víctimas” ocupen un lugar central y confronten con las voces dominantes, ya sean las instituciones estatales, los medios, líderes políticos o investigadores reconocidos. Así de esta manera se fortalecen las organizaciones sociales y las comunidades[5], para hacer visibles sus reclamos de justicia, de memoria y de verdad.

La búsqueda de justicia es un aspecto central en todo proceso de memoria, sin este aspecto cualquier discurso está incompleto. Las leyes vigentes, la redacción y la anulación de otras, son esenciales para llevar adelante juicios que busquen responsables y encierren a criminales. Pero también, la justicia es necesaria “para mostrar un sistema judicial que opera y actúa”[6], de esta manera el Estado demuestra su compromiso con la búsqueda de la verdad y así da el reconocimiento oficial que las “víctimas” merecen para continuar con el duelo. Sobre todo, es en la Justicia donde se termina de dirimir los conflictos que se dan alrededor del tema, lo cual no significa que se zanjen las discusiones ni que se anule la posibilidad de volver a recurrir a la justicia.

La Justicia, como todo el sistema legislativo, es el generador de los derechos legales que van a ayudar a consolidar la búsqueda de la verdad, el afianzamiento del sistema democrático y, principalmente, castigar culpables. Generar leyes, impulsadas desde los organismos no gubernamentales, que pongan énfasis en la elaboración, ejecución y evaluación de una política pública sobre la memoria para avanzar en la mejora de nuestros derechos democráticos[7].

Pese a todo esto la justicia no debe caer, como lo hace notar Emilio Crenzel, en solo elaborar la prueba jurídica para el castigo sin reconstruir históricamente las tramas de complicidades (empresariales, políticas y sindicales)[8] que hicieron posible el funcionamiento del sistema represivo de la Dictadura, como se hicieron en los juicios por la verdad. Hay que agregarle a esto la salvedad que hace Sarlo, con respecto a los primeros juicios, que en ese entonces “lo importante no era comprender el mundo de las víctimas, sino lograr la condena de los culpables”[9].

Siguiendo el modelo aportado por Rauschenberg, la justicia transicional argentina tiene dos ciclos, el primero con el gobierno de Alfonsín donde el poder político jugaba un rol preponderante para llevar a juicio a las juntas militares mostrando el lado mas inocente de las víctimas; el segundo ciclo: el inicio lo marca la sociedad civil que exige la investigación del paradero de las víctimas sin la posibilidad de juzgar a los culpables hasta que se encontró la manera de llevar la investigación a una instancia penal cuando se descubrió

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