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Guerra del Chaco. ¿A qué se conoce como Guerra del Chaco?

Enviado por   •  1 de Marzo de 2018  •  2.991 Palabras (12 Páginas)  •  364 Visitas

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¿Cómo se realizaba el transporte y el aprovisionamiento durante la Guerra del Chaco?

El transporte durante la guerra no era solo una comodidad para los combatientes, también era una necesidad ya que el territorio chaqueño es muy extenso y no se puede pasar fácilmente por esas tierras.

El ejército paraguayo contaba con los mejores transportes (terrestre, aéreo y fluvial) de esos mismos tiempos. El transporte no solo se usaba para trasladar al ejercito, también para combatir, una de los trabajos más importantes y más grandes que tuvo el transporte fue el traslado de agua para los combatientes, después ya tenían otra clase de ocupaciones.

¿Qué pueden decir de la presencia femenina durante Guerra del Chaco?

Cuando en la inmediata preguerra se hacían evaluaciones aproximadas de las necesidades de un ejército de dieciocho mil hombres, unas tres divisiones -que entonces era lo máximo a que se podía aspirar-, todo parecía lejano, inalcanzable, dada la precaria situación económica del país.

Invitado por miembros de nuestro Estado Mayor General, un militar argentino, entonces de misión en nuestro país, el capitán Gregorio Tauber, dio una charla en la Escuela Superior de Guerra, en la que expuso, a manera de hipótesis, las necesidades de un ejército de veinte mil hombres, a doscientos kilómetros del río Paraguay.

El conferencista especuló con la posibilidad de reabastecerlo por medio de carretas y bueyes, lo que exigiría, según sus cálculos, un total aproximado, de mil quinientas carretas, diez y ocho mil bueyes, diez piquetes, seis puestos mayores, trescientos caballos, y unos tres mil hombres, sobre la base, por supuesto, de caminos en buen estado. Exposición realista la de capitán Tauber, en la que se contemplaba el mínimo de lo que la logística de un ejército en guerra podía exigir, pero que a muchos de los oyentes pareció desmesurado, inalcanzable. No obstante, lo que para algunos en 1931 parecía una utopía, lo realizó el Paraguay al ciento por uno, en el trienio de 1932 a 1935, reabasteciendo ejércitos de hasta veinticuatro mil hombres, a distancias de hasta ochocientos kilómetros del río Paraguay, y no con las humildes carretas que imaginó el militar argentino, sí con camiones, pagados al contado, y cuyas carrocerías se fabricaron en nuestros propios arsenales.

Pero si bien es cierto que el grande, poderoso puntal de nuestro Ejército en Campaña lo constituyeron los Arsenales de Guerra y Marina, donde a más de mil otros elementos vitales para la defensa, se fabricaron, a lo largo de la guerra, dos mil trescientas ocho carrocerías, para camiones del Chaco, no debe olvidarse que si el Gobierno pudo adquirir material bélico y proveer lo necesario para la defensa, ello se debió no sólo a la probidad y solvencia de su administración, sino al esfuerzo constante, silencioso de la retaguardia, que con su trabajo y sacrificio proporcionó las divisas extranjeras necesarias, dándose la paradoja de que el Paraguay, durante la guerra, produjo y exporto más que en tiempos de paz.

¿Y quiénes constituían, en su mayoría, la retaguardia? Obviamente las mujeres. La mujer campesina, entre las que aún se contarían muchas de las que sobrevivieron a esa marcha de pesadilla, que pasó a nuestra historia con el nombre de Residenta, y las otras, las más jóvenes, en cuyos oídos resonarían, nítidos, los relatos de la otra guerra, y que, al escuchar la segunda convocatoria de la patria, al igual que sus abuelas, sesenta años atrás, despidieron al esposo, a los hijos, y ahogando lágrimas, ocuparon sus puestos en las chacras y en las incipientes industrias del país. Y si en la guerra de 1865-70, sesenta años atrás, la gran artífice de la reconstrucción nacional fue la mujer, durante los tres años que duró la Guerra del Chaco, la economía nacional volvió a asentarse, en gran parte, en hombros femeninos, operándose el milagro de que el Paraguay, sin infraestructuras adecuadas, sin caminos ni transportes –casi todos requisados para la defensa–, duplicara algunos rubros de su producción agrícola, tales como algodón, arroz, tabaco, maíz, mandioca...

Paralelamente, en la Capital y en ciudades del interior las mujeres se asociaron en distintas instituciones que se encargaban de canalizar los aportes de la ciudadanía.

La Cruz Roja, con su Comisión de Damas, cumplió funciones invalorables, proveyendo a los hospitales de medicamentos y aprovisionando su cocina. Ello exigía que las señoras y señoritas visitaran a diario los mercados para recolectar los frutos de la tierra, y era de admirar la generosidad de las humildes vendedoras, que al ver los blancos delantales y las rojas insignias, se apresuraban a vaciar sus cestos, sin aceptar ninguna paga por ello... ¿Y la larga fila de carretas que a diario visitaban la sede de la Cruz Roja, conducidas por ancianos o adolescentes, que acompañaban a la madre o a la hija a entregar, gratuitamente, los productos de sus chacras? ¿Y los costureros de las casas de familias, donde se confeccionaban mosquiteros, sábanas y mochilas para el ejército? ¿Cuántos millones de pesos economizaron al Estado todos esos aportes?

Admirables también fueron las gestiones de la Comisión Pro Patria, Litro de Leche, Pro Huérfanos de Guerra, Pro Prisioneros de Guerra, Pro Hospitales del Chaco, todas ellas constituidas por mujeres que no se dieron tregua ni descanso, a lo largo de esos dramáticos años. Y, por último, ¿qué decir de las abnegadas enfermeras, de todos los estratos sociales, que se desvivieron en nuestros hospitales del frente y de la retaguardia?

Imposible tributar un homenaje justiciero a la mujer de la Guerra del Chaco; siempre nos veríamos desbordados por su infatigable quehacer; siempre nuestras alabanzas se verían superadas por su abnegación y patriotismo, y podemos afirmar, sin temor a exagerar, que la mujer paraguaya fue un poderoso soporte de nuestra economía de guerra, y por ende, del victorioso Ejército del Chaco.

¿Cuando y donde se firmo el protocolo de paz?

Representantes de Argentina, Chile, el Brasil, el Uruguay, el Perú y los Estados Unidos de América, así como los de los países en guerra, se reunieron el Buenos Aires para tratar las condiciones de Paz entre los contenientes.

Estas reuniones culminaron exitosamente el 12 de junio de 1935, con la firma del Protocolo de Paz que ponía termino a la contienda armada entre dos países americanos, que había durado tres años.

Para ratificar los términos del Protocolo y arreglar las cuestiones de límites, el Presidente argentino fue designado para convocar

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