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La I Guerra Mundial, la primera guerra total

Enviado por   •  13 de Marzo de 2018  •  2.738 Palabras (11 Páginas)  •  455 Visitas

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A mediados del siglo XIX apareció el fusil de repetición, que permitía disparar hasta 12 balas por minuto con alcance entre 300 mts y 1 km.

Los cañones tenían un alcance limitado. Napoleón en Waterloo contó con 246 cañones con balas de 6 kg. y un alcance de 1000 a 3000 mts. Para la guerra civil norteamericana el cañón ya tenía un alcance de 5000 a 10.000 mts.

La primera Guerra Mundial significó un avance sin precedentes en la potencia y la disponibilidad de cantidades masivas de armamento.

El ejército alemán por ejemplo contaba en 1918 con 20.000 piezas de artillería en 1918, 8000 de ellos de artillería pesada. El que tenía el mayor campo de acción era el “Big Bertha” capaz de disparar una granada de 108 kg a un blanco situado a 148km. El ejército alemán tenía 80 veces más cañones con 200 veces más alcance y con balas 18 veces más pesadas que las que contaba Napoleón. Este era el resultado de aplicar la revolución industrial a la guerra.

Hubo un arma que fue particularmente importante, la ametralladora, que por sí sola dejó obsoleta a la caballería y a los avances al descubierto de la infantería. La Maxim 8 alemana era capaz de disparar 450 tiros por minuto, a 2000 mts, podía batir la infantería mucho antes que esta tuviera alcance de tiro.

Otras armas que limitaron el poder de ataque de la infantería fueron el lanzallamas, las armas químicas, principalmente de gases de cloro o mostaza; y el desarrollo de morteros y lanzagranadas.

Surgieron también armas ofensivas como el avión y el tanque, pero todavía con un desarrollo muy precario tanto en tecnología como número como para romper la potencia de fuego de las posiciones defensivas. No sería hasta la segunda Guerra Mundial cuando las armas ofensivas recuperarían la iniciativa.

En el mar el mayor avance fue el acorazado, con fuerte blindaje y alta capacidad de fuego que daba cuenta rápidamente de los barcos del siglo XIX. También el perfeccionamiento y producción masiva de submarinos por parte de los alemanes fue una eficaz herramienta para destruir parte importante de la marina mercante inglesa y puso en jaque el aprovisionamiento aliado.

El avance tecnológico se pagó en vidas. Hasta las guerras napoleónicas la batalla más sangrienta de la historia era la de Cannas en el 216 AC en que las tropas de Aníbal habían matado 48.000 romanos y tomado 20.000 prisioneros.

La batalla con más bajas en las guerras napoleónicas fue Leipzig, hubo 90.000 muertos y heridos más 30.000 prisioneros franceses. En el lapso de 16 años el ejército francés tuvo 1 millón de bajas, casi la mitad de ellos en el retiro de Rusia y los aliados 1,5 millones. En total el 30% de los participantes en la contienda.

En la I Guerra Mundial el avance tecnológico puesto al servicio de la guerra y la capacidad de matar provocó la sobrecogedora cifra de 8,6 millones de muertos, 21,2 millones de heridos y 7,8 millones de prisioneros y desaparecidos. En total 37, 5 millones de bajas, un 58% de las tropas movilizadas. El mayor impacto lo sufrieron los imperios centrales, particularmente el ejército austro-húngaro que colapsó completamente, sufrió un 90% de bajas.

Sólo en el primer día de la ofensiva del Somme los ingleses perdieron 58.000 soldados, ¡las bajas de Cannas en 1 sólo día!. En toda la batalla se produjeron 1,2 millones de bajas, más que todas las sufridas por el ejército napoleónico en sus 16 años de lucha.

A esto hay que sumarle una estimación de 10 millones de bajas civiles, principalmente rusos y franceses.

Estas cifras dan una percepción de la enorme carnicería producida y de cómo una generación completa desapareció en los campos de batalla de la I Guerra Mundial.

El involucramiento de toda la sociedad

La guerra total exigía la participación de toda la sociedad en el proceso de guerra, proveyendo soldados, suministros, armas y alimentos a escalas nunca vistas hasta ese entonces. El reclutamiento masivo amplió la conscripción a adolescentes y hombres maduros y facilitó la incorporación masiva de mujeres para reemplazar la mano de obra masculina en industrias, servicios básicos y en la producción agrícola. Alemania por ejemplo movilizó 11 millones de soldados de una población de 65 millones, es decir más de un tercio de su población masculina. Francia por su parte llevó a las armas a 8,4 millones con una población total de 39 millones, casi la mitad de los hombres franceses.

En 1918 trabajaban en Gran Bretaña 1.800.000 mujeres más que antes de la guerra. Esto redefinió el rol de la mujer, que después de la contienda exigió y obtuvo derechos políticos, legales y económicos que hasta entonces se le habían negado.

Con el aumento del alcance de la artillería y el desarrollo de aviones de bombardeo y dirigibles, las ciudades se transformaron por primera vez en objetivos de guerra, tanto para dislocar el esfuerzo de aprovisionamiento como para minar la moral y el apoyo en la guerra.

La necesidad de focalizar la producción industrial y agrícola en el abastecimiento a sus respectivos ejércitos y la disminución de siembras hizo sentir a la población los rigores de la guerra, hambre y desabastecimiento. Fue particularmente grave en el imperio alemán, cuyo comercio fue bloqueado eficazmente por la marina inglesa y debió racionar la mayoría de los alimentos, entre ellos el pan, la harina, las papas y la carne.

El hambre, junto con la alta mortalidad de las tropas desencadenaron los alzamientos populares que provocaron la rendición de los imperios centrales.

Las malas condiciones de higiene y pobre alimentación influyeron también en la alta mortalidad de la epidemia de gripe de 1917-1918 que acabó con la vida de entre 50 y 100 millones de personas.

La guerra ocasionó enormes pérdidas económicas, destruyó prácticamente la infraestructura del norte de Francia, Bélgica, la Europa del este y la frontera entre Italia y Austria. Sólo en Francia quedaron destruidos unos 5.000 kilómetros de vías férreas y unos 300.000 edificios.

El coste de la guerra se estima en torno a los 180.000 millones de dólares y el de los daños causados por las destrucciones, en cerca de 150.000 millones de la época. Como referencia el PIB conjunto de Alemania, Inglaterra y Francia era de 30.000 millones en 1914. Los países beligerantes lucharon no sólo con todos los recursos que tenían disponibles sino que sacrificaron por varias décadas el nivel de bienestar

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