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Hombre, cultura y comunicacion

Enviado por   •  23 de Marzo de 2018  •  1.820 Palabras (8 Páginas)  •  564 Visitas

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La cultura, entonces, amuebla la intimidad con experiencias, símbolos, metáforas, representaciones y clasificaciones, por medio de las cuales formalizamos el mundo y lo aprehendemos intelictiva y afectivamente. Es menester aclara este punto.

Estamos diciendo aquí que la cultura antecede al hombre concreto, éste nace ya instalado en un mundo cultural que le proporciona las coordenadas para situarse en él. Por lo cual se convierte en la mediadora que posibilita que asumamos y aprehendamos el mundo, y a través de él, nos aprehendamos a nosotros mismos. En cierto sentido, es el filtro entre el yo autoconsciente y el mundo; de acuerdo al filtro (cada cultura particular), entonces, será el modo como experimentemos el mundo y nos experimentemos a nosotros mismos. Adviértase que la experiencia es anterior a cualquier formalización del intelecto. Percibimos por primera vez el frio experimentándolo, luego nuestra madre le pondrá palabras y nos proveerá de un significado (dicho significado y significante ya están en la cultura). Por lo tanto la cultura formaliza la experiencia humana antes de cualquier toma de conciencia; tal característica impide que podamos tematizar la cultura que asimilamos, o someterla a crítica antes de encarnarla. Por lo tanto, los significados culturales históricos son en su origen inconscientes, lo que hace el efecto de parecernos naturales.

La cultura fonda nuestra subjetividad. ¿De qué manera esto sucede? Pues bien, aquí es donde entra en escena la comunicación.

Si el hombre es en esencia un ser de cultura, y establece con ésta una relación de reciprocidad, dicha relación se actualiza mediante la comunicación. La comunicación, en este sentido, realiza la cultura, y ésta es, al mismo tiempo, la materia de la comunicación; la una se vuelve expresión de la otra y viceversa. Yendo más lejos, como la cultura se comunica, desde esta perspectiva, eso que se comunica puede pensarse como un texto, y así lo han hecho algunos pensadores. Si esto es así, en la comunicación se produce, reproduce y modifica la cultura, se realizan los significados sociales que la componen, ligando de esta forma socialmente a las personas (la cultura comunica). No es casualidad que comunidad y comunicación compartan la misma raíz etimológica: las comunidades son posibles porque se comparten significados y formas comunes de comunicación.

Recapitulando. Expusimos que la dimensión cultural es constitutiva de lo que el hombre es, y no un mero agregado que viene a sumarse a un ser ya acabado, y también que la cultura se realiza en la comunicación. Por lo tanto, la comunicación no puede entenderse de forma adecuada como un fenómeno autónomo, independiente del contexto social en el que ocurre. Podemos apreciar que este enfoque viene conducido por la matriz dualista antropológica de la modernidad, en él, los términos de la comunicación, emisor y receptor, son concebidos como entidades aisladas que actúan en función de motivos propios descontextualizados. Sin embargo, es común encontrar este enfoque en el tratamiento de la comunicación.

Pero a la luz de lo expuesto, estudiar la comunicación es estudiar un fenómeno que se da en un contexto socio-histórico, en el cual se juegan sentidos que acontecen en el “entre” de los interlocutores, los cuales no son inicio del mensaje, sino que son parte de un proceso que los precede, donde se encuentran a sí mismos en esa participación, y se van “haciendo”. Si quisiéramos definir la comunicación desde esta perspectiva, lo haríamos como el encuentro y la modificación mutua dialéctica de dos corrientes de información, de dos corrientes afectivas, y de dos corrientes prácticas (pueden ser dos o más sujetos, individuales o colectivos), que conducen a un estado común de participación recíproca. No debemos olvidar la dimensión afectiva, que entra en juego junto con la informativa y la práctica. En el proceso de comunicación se transforman así los estados iniciales de los partícipes en un estado común de participación, en función de la apertura recíproca que los sujetos establecen en su relación dinámica, ya que, quien hace las veces de receptor, es un intérprete activo que decide si participa o no de la comunicación y en qué grado.

Desde esta definición, el mundo aparece como un producto dialéctico de una serie de procesos de comunicación entre grupos humanos, y entre individuos, científicos, comunicadores sociales y mediáticos, reformadores, etc., y de comunicación entre el grupo y su líder, que van creando unos campos de vigencia donde ciertos valores, ciertas opiniones, ciertas actitudes se imponen y otras quedan excluidas. Y esto va modulando la manera de construirse los sistemas de valores, las visiones del mundo, la manera de funcionar la misma afectividad y las reacciones afectivas, en una sociedad o en otra, la manera de canalizarse la agresividad, etc.

Por lo tanto, el mundo no es precisamente un montaje informático, entendido en esta forma abstracta y seca, sino comunicacional, que viene a transformar las situaciones humanas, originariamente muy precarias, presas del miedo y de la indigencia en el hombre primitivo, para, sin interrupción, ir creando nuevos canales de realización, de ampliación de la visión en la especie, y este proceso recibe el nombre de praxis.

Marcelo García, abril de 2014.

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