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La economia durante el virreinato de la nueva granada 1740 - 1810

Enviado por   •  23 de Marzo de 2018  •  2.155 Palabras (9 Páginas)  •  606 Visitas

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La unidad básica de la agricultura neogranadina del siglo XVIII fue la hacienda ya que constituyó la más importante estructura de la sociedad del virreinato aunque no de su economía pues en este campo debía compartir su importancia con los sectores minero y comercial. La mayor inversión de los terratenientes estaba representada por el ganado en las haciendas ganaderas o mixtas; en las de caña por el trapiche, las matas y los esclavos, y en las de cacao por el número de árboles plantados. En las haciendas esclavistas del Cauca, la Costa o el valle del Magdalena, los esclavos representaban ordinariamente más de 50% de la inversión.

El comercio

Durante el Virreinato el comercio de importación y exportación recibió un vigoroso impulso de las reformas borbónicas, sobre todo a partir del reinado de Carlos III (1759-1788), activando el comercio con las colonias americanas atenuando las prácticas restrictivas y monopolísticas, es decir, liberalizándolo, fue el propósito de una numerosa literatura económica que empezó a producirse en la metrópoli desde comienzos del siglo. Esta tendencia de la política económica de la Corona española tuvo su punto culminante en la promulgación del Reglamento de Comercio Libre en 1778, muy poco antes de iniciarse una nueva guerra con Inglaterra.

Se permitió el comercio entre los distintos territorios americanos, y en este caso fueron acreditados 20 puertos del Atlántico y el Pacífico. El nuevo estatuto rebajó los derechos de importación de numerosos artículos como los textiles de algodón, de lana y cáñamo procedentes de España, Canarias y las Islas Baleares, y dio libertad para transportar mercancías en barcos españoles y de propietarios americanos. A los impulsos dados a las importaciones y exportaciones por el Estatuto de Comercio Libre se sumaba el crecimiento de la producción minera que ponía en manos de los importadores crecientes capitales, de manera que los núcleos comerciales como Santa Fe, Antioquia, Honda y Popayán vieron ampliar sus operaciones; siendo Cartagena el gran centro distribuidor. La relativa prosperidad que vivía el Virreinato en las décadas anteriores a la Independencia probablemente estimuló el consumo de las clases altas urbanas y la demanda de mercancías importadas. Sin embargo para la época el contrabando fue un fenómeno constante del comercio exterior de las Indias que no pudo eliminar el gobierno español. Al comenzar la centuria y otorgarse a la Compañía Inglesa de los Mares del Sur el privilegio de importar esclavos a las Indias, conforme al tratado de asiento de 1713, y de traer anualmente un navío de permiso con mercancías para vender en los puertos americanos, la compañía utilizó su privilegio para introducir contrabando. Luego, en las décadas posteriores a 1780, cuando España estuvo en guerra con Inglaterra y Francia, la Corona se vio obligada a autorizar el comercio con puertos de naciones neutrales en las Antillas y con Estados Unidos. Este tráfico, según los testimonios de la época, era el vehículo de un activo contrabando que entraba por los puertos de Cartagena, Santa Marta, Riohacha y especialmente por La Guajira, que estaba militarmente menos protegida y donde comerciantes ingleses, franceses y holandeses tenían la complicidad de los indios. Actuaba también en favor del contrabando la corrupción, no sólo de los funcionarios, sino de los mismos comerciantes.

Economía pública

El sistema fiscal del Virreinato fue considerado por sus contemporáneos, incluso por funcionarios de la Corona, como oneroso para los diversos sectores productivos, y sabemos que se convirtió en una de las más fuertes motivaciones de la Revolución Comunera de 1781 y luego del movimiento de Independencia. Sin embargo, tuvo que ser conservado por los gobiernos republicanos en sus aspectos esenciales y sólo vino a ser sustituido a partir de 1850. El sistema se caracterizaba por una compleja red de impuestos indirectos y monopolios fiscales como los de aguardientes, tabaco, sal, naipes, pólvora y, al finalizar la época colonial, otros como el de exportación del palo de tinte y el de la quina, de corta duración. Estos estancos o monopolios, especialmente el de aguardientes y tabaco, fueron el blanco de las mayores críticas, porque restaban campos de actividad a comerciantes y agricultores, que estaban en capacidad de hacer inversiones y explotar por su cuenta la siembra, la producción y el mercadeo.

Se los consideraba la mayor restricción a la libertad de comercio, que ya empezaba a ser una de las aspiraciones de hacendados y comerciantes y el más claro ejemplo de la política monopolista del gobierno Español. Pese al exagerado número de impuestos, el sistema no producía al Estado colonial ingresos adecuados para cumplir muchas de sus obligaciones. En general, el fisco colonial sólo producía para mantener una burocracia mal pagada e ineficiente, para sufragar los cuantiosos gastos militares causados por el constante estado de guerra que España mantenía con Inglaterra y Francia, y finalmente para unos pocos gastos en servicios. La noción de servicio público prácticamente no existía, ni los ingresos públicos eran suficientes para adelantar obras de beneficio común.

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