ESTRUCTURACION COMUN DE UNA ECONOMIA COMPARTIDA: PUERTO MONTT Y BARILOCHE EN UN CIRCUITO UNIFICADO
Enviado por mondoro • 11 de Agosto de 2017 • 5.257 Palabras (22 Páginas) • 725 Visitas
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Entre estos destinos afirma Muñoz, J. (2011:33) destacaba Osorno, que mantenía a fines del siglo XIX una pujante industria manufacturera en manos de germano - descendientes, a cuyas plazas laborales se integraron, entre otros, centenares de obreros chilotes, quienes presentaban escasa capacitación. Posteriormente la inversión en tecnología, por sobre la instrucción, comenzó a distanciar a los trabajadores de los empresarios, aumentando de este modo los trabajadores sin calificación y disminuyendo los calificados, situación que hizo crisis a comienzos de la década de 1890, ya que debido a la imposibilidad de expandir sus inversiones de capital, sin aumentar los costos y el precio final del producto, se decidió trasladar dicho precio a la mano de obra, especialmente vía la depreciación del salario - vale. Debido a esta apabullante realidad estos trabajadores sin calificación fueron empujados a emigrar otra vez, al emergente y monetarizado mercado laboral transandino, sediento de nueva fuerza de trabajo.
Este desplazamiento era conocido por el Estado Chileno, ya que sus funcionarios observaron que a partir de 1894 se realizaban intensos intercambios entre los márgenes del lago Nahuelhuapi con las ciudades de los llanos centrales, especialmente Osorno, y población de los márgenes del lago Llanquihue, de Puerto Montt y Chiloé.
Importante es indicar que el tráfico de ganado desde la pampa hacia los llanos de la Araucanía se realizaba desde tiempos coloniales, siendo controlado por diversos grupos de indígenas con residencia en ambas franjas andinas. Posterior a la ocupación militar de los espacios indígenas, los circuitos mercantiles habían quedado faltos de intermediarios capaces de reactivar las redes comerciales. Los sectores comerciales de Osorno emprendieron tal labor, apoyándose tanto en los capitales acumulados como en su capacidad logística para establecer un camino rápido y seguro entre la pampa y los llanos de Osorno (Méndez, M. y Muñoz, J. 2013b:165).
En la región argentina la relación con la población chilena fue ambivalente. Se evidenció una aceptación plena de los germano - descendientes, integrándoseles dentro de la población, a la vez que se le otorgaron facilidades de asentamiento y posibilidades de invertir, pues se veía en ellos a un grupo emprendedor. Menos acogedora fue la recepción del trabajador chileno, quien era considerado inconstante, licencioso e insolente frente a la autoridad, sin embargo, útil en trabajos que demandaran fuerza física, por lo que se hacían, bajo ciertas consideraciones, deseables como ciudadanos. Considerando lo anterior, el gobierno argentino le propuso a aquel grupo poblacional la entrega de terrenos fiscales, sin embargo un porcentaje importante de trabajadores chilenos rechazaron el ofrecimiento. Éstos preferían mantener su rol ambivalente de extranjeros, lo que les permitiría regresar a su lugar de origen, una vez logrado cierto capital, pues en muchos casos habían dejado a sus familias, con la esperanza cierta de regresar algún día a las añoradas tierras que los vieron nacer y con las que se identificaban. Esta actitud les acarreó el encono de las autoridades y el acoso policial, provocando de este modo su progresivo desplazamiento hacia espacios meridionales, hasta que algunos providencialmente regresaron a Chile, a través de la región de Aisén, colonizando las regiones de las actuales ciudades de Balmaceda y Chile Chico.
Derivado de esta situación, según Carreño, L. (2003:121) a comienzos del siglo XX, una colonización espontánea comenzó a poblar los valles interiores de Aisén, donde simultáneamente el Estado Chileno había entregado grandes concesiones de tierras a compañías colonizadoras. Sucedió, entonces, que muchas veces se concesionaron terrenos ya ocupados espontáneamente por colonos, y asimismo hubo colonos que se instalaron en terrenos que habían sido entregados a compañías aludidas. La yuxtaposición de éstas dos formas radicalmente opuestas de ocupación dio origen a un largo período de roces y pugnas entre las compañías concesionarias y los pobladores libres, que en algunos casos llegaron a situaciones de extrema gravedad, como aconteció en la ribera sur del lago Buenos Aires (actual lago General Carrera) en 1918, incidente conocido como los “Sucesos o la Guerra de Chile Chico”. Este episodio, poco conocido detonó cuando un grupo de colonos libres se negó a abandonar los campos que ocupaban desde hacía algunos años y que habían sido dados en arrendamiento a un particular, quien en pos de desalojar a los pobladores, obtuvo la presencia de la fuerza pública, situación que dio origen a un enfrentamiento armado entre pobladores y Carabineros, cuyo saldo fue el de tres funcionarios policiales y un civil muertos, así como algunos heridos.
Lo expuesto anteriormente ejemplifica el continuo deambular del obrero chileno, que se tornaría una constante en el tiempo y en el espacio, desarraigado de su tierra natal, y disciplinado por la angustia al desempleo y por la búsqueda del dinero, que impulsaba a los trabajadores a seguir al capital en su tránsito por la Patagonia, siempre anhelantes de las faenas como de sus familias abandonadas en sus puntos de origen. Esta movilidad del trabajador chileno, lejanos a ciudades que los inmovilizarían a través de lazos y dependencias, permitió a las economías de espacios abiertos del sur, a utilizarlo como sustento y motor de las actividades económicas, ya que así permanentemente contarían con rotación de fuerza laboral, teniendo debida consideración a su relativo escaso número y a que no tendían a permanecer mucho tiempo en un enclave productivo.
Finalizada la llamada “Campaña del Desierto”, liderada por el General Roca, futuro presidente de Argentina, se estableció en 1883 en la región del lago Nahuelhuapi el Fortín Chacabuco, a orillas del arroyo homónimo y a unos mil metros aguas arriba de la desembocadura del mismo en el río Limay y a partir de él, comenzaron a poblarse las zonas próximas al río y al lago Nahuelhuapi. De esta manera en 1889 se instaló sobre la margen norte del nacimiento del mismo río, al oriente del lago, el primer colono, el ganadero tejano Jarred Jones, quien fue el primer hacendado de la zona, propietario de la estancia “Tequel Malal” y del almacén de artículos generales “Nahuelhuapi”. Cabe hacer notar que para 1900 residían en las cercanías del Gran Lago más de cuarenta personas angloparlantes. A partir de 1890 se radicaron en la región varios pobladores de origen germano - chileno, provenientes de la zona de Llanquihue, entre quienes se puede nombrar a los colonos Jorge Hube, José Tauschek, Otto Gädicke, Gustavo Winkler, Enrique Potthof y Luis Horn.
A partir de entonces, y como lo había
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