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La intelectualidad y participación de los Jesuitas en cuanto a la educación dentro del sur de Chile (Osorno y Puerto Montt), durante su experiencia ideológica y su evolución histórica desde el siglo XVII en adelante

Enviado por   •  25 de Diciembre de 2018  •  6.512 Palabras (27 Páginas)  •  441 Visitas

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Es por ello, que las misiones no tuvieron en nuestro país la importancia que tenían en aquellos Estados donde los indígenas se radicaban en grupos populosos y ricos. Sin embargo, no faltaron los aportes y trabajos de los grupos, franciscanos, dominicos y sobre todo de los jesuitas que se extendieron por varias provincias del territorio, principalmente en Tucapel, Santa Juana, Arauco, Santa Fe, Toltén, en la frontera y en las islas de los Chonos.

Es por ello que durante el siglo XVII, será el periodo donde las diferentes obras de los religiosos, permitieron crear una serie de funciones educativas que vienen a cambiar y transforman la vida social de la población de aquí en adelante. Algunos de estos grupos religiosos y civilizadores permitieron ampliar el rol evangelizador y a la vez imponer sistemas educativos a la población nativa. A continuación reconoceremos las principales órdenes religiosas que contribuyeron al igual que los religiosos de la Compañía de Jesús, a fomentar diferentes regímenes escolares, bajo objetivos educativos y didácticos propios de cada orden religioso.

La finalidad cercana de 1os programas tendía a hacerlos converger hacia las disciplinas teológicas que abrazarían los jóvenes más aprovechados. Los estudios estaban, pues, desde sus comienzos, sujetos a las exigencias de la filosofía escolástica y el latín, y orientados hacia las ciencias sagradas. Tales propósitos influyeron en la organizaci6n docente, en la elección del magisterio, en los métodos, en los textos y en el régimen monástico preferente de cada una de las escuelas.

2.1 Los domínicos.

No fueron los primeros en llegar a la capital, pero fueron precursores en abrir un colegio que más tarde sería la Universidad Pontificia de San Miguel, gracias a la subvención de la orden de Santo Domingo, en las manos del Fray Cristóbal Núñez. Para 1595, esta orden religiosa inauguro su cátedra, expuesto frente a su primer lector el Fray Rodrigo Gamboa[4]. Posteriormente, se abrieron otras facultades como la de Artes, Teología y Filosofía, ampliando la gramática fuertemente en la vida intelectual de este siglo, además de la participación de otros cofrades, el Fray Quezada y Nicolás de Montoya que propiciaron la enseñanza con títulos de bachiller, licenciado, maestro y doctor, para 1621, gracias a que se permitió su fundación de tales casas de estudios superiores, que en 1619 fue ratificado por el Papa Paulo V.

Podemos apreciar cierta disyuntiva de los dominicos frente a los jesuitas, debido al hecho de que si bien estos contaron con la autorización de poseedores, como mencione anteriormente, los jesuitas obtuvieron una bula semejante, gracias al apoyo de Carlos III, demostrando como estrategia que no existía otra universidad con esos fines. Desde ahí en adelante se inició una querella entre ambas órdenes, demostrando un conflicto de intereses y privilegios comunes para esta época. Cuando llegaron a un consenso, se permitió que funcionaran las dos sedes en la capital. Sin embargo, los dominicos no reunieron el suficiente número de estudiantes, y esto expresa para más tarde la fuerte rivalidad con los jesuitas.

Finalmente la universidad logró funcionar por 126 años, y se extingue como sede, dando paso a la instalación de la Real Universidad de San Felipe.

- Los Franciscanos.

Su historia se estableció en Chile durante la conquista, acompañando a Pedro de Valdivia durante sus expediciones, pero no fundaron establecimientos educativos hasta 1664, gracias la donación de terrenos por doña María de Viera. Posteriormente, existieron otras donaciones que contribuyeron a aumentar su planta e instalación, logrando que en 1669 el rey autorizará su instalación como centro educativo, la cual contó con un número pequeño de estudiantes, principalmente en las áreas de Teología y Artes. A grandes rasgos sus colegios principales fueron el Convento Grande, el de San Diego, y el seminario de San Francisco del Monte.

- Los Agustinos.

En 1612, esta orden religiosa mantuvo la catedra de gramática para frailes y seculares, junto con la participación de condiciones sociales más empobrecidas, lo cual motivó a pedir autorización para cubrir estudios, beneficio que solo recibían los jesuitas y los domínicos para esta época, que lamentablemente fracasaron en su primer intento. Es por ello que más adelante, encaminaron sus esfuerzos por establecer escuela de primeras letras, funcionando con éxito hasta que el terremoto de 1647, que arraso con sus instalaciones.

Posterior a la catástrofe, otra donación esta vez por Mariana Córdoba, permitió reabrir una sede. La celebración se da por consiguiente en el año 1660, bajo tutela de Tomás Villanueva. La gran conclusión de esta orden religiosa, es que a pesar de sus intentos por conseguir autorización real, para acceder al rango de universidad pontificia, esta fue nuevamente denegada, y después los intentos fueron en bajada.

Estas principales órdenes religiosas, a la larga nos pretenden demostrar que la opción de instruir escolarmente, era una opción principalmente religiosa, por ende, la educación de los indios de cacique, en el pasado Estado de Arauco, sede central de gran parte del extensión del sur de Chile, se mantuvo a cargo de la Religión impuesta por la Compañía de Jesús predominantemente.

Finalmente, las dificultades para atraer hijos de los denominados barbaros e indómitos, sumado a la inadaptación de métodos educativos, disminuyeron casi la obra del colegio, en su primera etapa, terminando con el alzamiento indígena para el año 1723.

- Participación jesuita en la educación chilena.

Al analizar el trabajo historiográfico del jesuita e historiador Walter Hanisch, podemos reconocer la extensión temporal del mundo jesuita en los distintos parajes del territorio chileno, demostrando la fuerte influencia que tuvo esta orden religiosa, así como la expulsión que simboliza el momento que traería más tarde, una nueva concepción del mundo religioso jesuita, ahora frente a la lógica de la Independencia de Chile vivida ante ese momento histórico.

Al describir y explicar la tradición religiosa de los jesuitas, en cuanto al empleo de una difusión, propagación y conservación de la fe, justificado en el servicio de Dios, debemos entender que la tradición cultural de la misiones, es la mayor expresión de consagración de este mundo religioso que se impulsó desde Europa, que paso desde un crecimiento dividido en dos periodos, desde la provincia de Paraguay a inicios

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