MUJER Y ESCLAVITUD

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Flores de lo cual tenía que entregar un jornal diario a su amo. De no poder cumplir con este requerimiento era castigada de manera brutal, esto condujo a esta mujer a prostituirse con la finalidad de conseguir dinero para pagar al amo y evitar el castigo. Sería oportuno destacar que el amo que no aplicaba el castigo que por mandato correspondía de acuerdo a la falta cometida era multado por las autoridades. Los castigos podían consistir en recibir latigazos, ser sacada al patio y amarrada al tronco de un árbol donde recibían los latigazos que en unos principios iban de 50 a 200, luego en 1784, el código negro carolino legisló a 25 latigazos como máximo, debido a las continuas muertes de los esclavos. Cuando la esclava estaba embarazada se hacia un surco o cavidad en la tierra, se le colocaba boca abajo, cosa de que el vientre le quedara metido en la cavidad y de esta manera no dañar a la criatura, pero realmente como lo veían los amo era para no dañar la mercancía y poder practicar el castigo.

Los levantamientos como señal de rechazo a las condiciones inhumanas y trato discriminatorio a lo que eran sometidos, se denominaron cimarronaje. La mujer fue una pieza importante ya que compartió junto al hombre la satisfacción de alcanzar la libertad y la angustia de ser perseguida.

En cuanto a los aportes de la espiritualidad que

hoy en día practicamos, nuestras dos madres patrias han contribuido. El mundo de la fe cristiana, heredadas de la madre patria española y la santería que hemos heredado de la madre patria Africana, hacen que el sistema de creencia del pueblo Dominicano sea una fusión de dos mundos.

Los hábitos alimenticios de nuestro pueblo es una manifestación en la que se hacen presentes elementos de origen indígena y español, con rasgos dominantemente africano. Otra costumbre que aun perdura en nuestros días es el de la marchanta, señora que con una canasta en la cabeza va por la calle ofreciendo mercancía.

Gran parte del folklore de nuestro pueblo, los atabales, las fiestas de palo, nuestra música folklórica, los guloya, etc., también nos viene heredada de nuestra madre patria África.

Al terminar la lectura de este importante documento nos damos cuenta que desconocíamos que también África, al igual que España, forma parte de nuestra madre patria y que nuestra identidad como pueblo se lo debemos a África.

Ya hemos visto como nuestras antepasadas sufrieron para alcanzar el respeto y la dignidad que hoy disfrutamos. Debemos respetar su memoria porque nuestra libertad descansa en las vidas de esas mujeres. Nuestro compromiso desde este momento debe ser el de sentirnos orgullosos y honrar la memoria de estas valerosas mujeres.