Por qué la mujer era considerada una amenaza cuando tenía los conocimientos de medicina?
Enviado por mondoro • 18 de Septiembre de 2017 • 1.683 Palabras (7 Páginas) • 655 Visitas
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Las formas de cuidado de estas congregaciones se basaban en valores religiosos y morales que definen el papel de la mujer en la sociedad, su sumisión a los hombres y sobre todo a Dios.
Estas mujeres consagradas al formar parte de la Iglesia tenían una visión de desprecio al cuerpo carnal, sin embargo los cuidados eran necesarios, pues como decía la Iglesia, el cuidado del cuerpo es el soporte para el cuidado del espíritu. Aunque todo lo que tiene que ver con el desarrollo de la vida del cuerpo será abandonado progresivamente (higiene).
También era necesario que existiese una degradación de la integridad física o social para que los cuidados tomen sentido y se puedan impartir, es decir, el sufrimiento es un mal necesario que las mujeres no se proponen evitar ya que lo ven como una sanción al pecado.
La medicalización y las leyes anticlericales contribuyen a construir y a alimentar otra imagen de la mujer, la [mujer] enfermera, auxiliar del médico. El siguiente paso en el cuidado será la aparición de las primeras escuelas de enfermería a finales del siglo XIX que se nutrirán de la imitación de los conocimientos médicos que todavía poseen unos límites muy precisos.
- ¿Cómo es visto en el capítulo el cuerpo (dentro de la práctica del cuidado)?
En éste capítulo el cuerpo lo consideran desde un punto de vista platónico, es decir, separa el cuerpo del alma, siendo el segundo la prioridad del hombre y el primero la prisión del alma que lo obstaculiza en su camino hacia lo divino. El cuerpo es objeto de desprecio, al igual que servirse de él para su pasión, sus deseos y su placer, refiriéndose sobre todo a la sexualidad y culpando su práctica como impura y pecado.
Comienza a diferenciarse una nueva concepción de los cuidados desde el siglo V al XIII bajo la influencia de la Iglesia donde el cuerpo tiene la obligación de conocer el sufrimiento y el dolor para redimirse. Los valores tradicionales y la sabiduría popular defendían al cuerpo como la totalidad de un ser sexual con placeres y con la necesidad de llegar a un bienestar sin dolor. Consideran que el arte de vivir consiste en ajustar la vida rutinaria al ritmo de las estaciones y a aprender a evitar y moderar los excesos.
Ésta visión trae controversia y conmoción con respecto a la consideración que tiene el modelo religioso del cuerpo. Los cuidados de las [mujeres] consagradas son extremadamente diferentes a las tradicionales, por esta parte, el cuerpo encarnado es una fuente de fornicación y de pecado. Haciendo referencia a este desprecio del cuerpo, los cuidados hacia el cuerpo carnal y el cuerpo sexuado se alejan, permitiendo unos cuidados mínimos hacia el cuerpo, con unos límites muy precisos “en principio porque son el soporte de los cuidados espirituales” justificando que el cuidado del cuerpo era sólo y exclusivamente practicado con el fin de salvar el alma del hombre.
Volviendo al dualismo platónico, podemos finalizar concretando que los cuidados prioritarios eran los espirituales, disminuyendo los cuidados realizados con las manos hacia el cuerpo del enfermo y aumentando el discurso de los consejos morales y religiosos como forma de curación espiritual.
- El valor económico de los cuidados.
Las actividades de cuidar estaban relacionadas con las acepciones cristianas de salud y enfermedad, donde cobra protagonismo la figura a la que Collière nombra “la mujer consagrada”. La aplicación de los cuidados no eran objetivo de una estimación financiera, estos estaban ligados a la mujer, obediente al servicio de Dios, de la iglesia y de los pobres. Durante muchos años los cuidados no fueron considerados un oficio y menos aún una profesión. La recompensa que perseguían estas mujeres a la abnegación y sacrificio que brindaban, no era parte de este mundo, por lo que el servicio era gratuito, sin retribución alguna por la asistencia. La mujer da por su vocación, por caridad y por su estatus de consagrada.
A partir del Renacimiento, la línea divisoria social entre ricos y pobres se transforma en una apuesta económica, convirtiendo a la mujer cuidadora en una intermediaria de un sistema económico de gran rendimiento, pero que no se ve beneficiada social ni económicamente. La indigencia promovía la riqueza, mientras que las instituciones y asociaciones recibían donativos, legados y fundaciones. La mano que socorría a los necesitados, es decir, las mujeres consagradas, solo disponía de subsistencia alimentaria, un dormitorio e indumentaria duradera. Y a pesar de ello suponían el eje de un sistema económico de gran rendimiento.
La realización de cuidados no es considerada un trabajo y por ello no recibe remuneración. Como consecuencia no es valorada de una manera tangible, es una labor sin límites, sin considerar la duración, la carga de cuidados o el número de enfermos. Hasta nuestros días, el reconocimiento de las acciones enfermeras quedan en la invisibilidad tanto social como sanitariamente, dando lugar a ese valor económico fluctuante que navega entre el valor de uso y el donativo gratuito, que aún repercute a la práctica del cuidado en enfermería.
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