ORIGEN DE LA LOCALIDAD HISTORIA DEL PUEBLO
Enviado por Mikki • 31 de Diciembre de 2018 • 6.522 Palabras (27 Páginas) • 403 Visitas
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El juicio se inicia por una presentación realizada por Don Basilio Luna, en representación de los vecinos de Amaepola, por la supuesta usurpación de unos rastrojos realizadas por miembros de la familia Ibáñez, de las Cañas.
Por su parte los demandados, en el mes de abril de 826,también realizaron una presentación justificando su actitud en defensa de sus derechos, “Don Domingo Ibáñez, domiciliado en el paraje de Las Cañas de esta jurisdicción a nombre de mi señora madre Doña Manuela Díaz, presentando voz y comisión, ante Ud. Parezco y digo, hace más de veinte años que se expresa mi madre y mi finado padre han poseído quieta y pacíficamente la estancia del paraje de mi residencia, hace un tiempo a esta parte Don Juan Luna, voluntariamente trata de perturbar nuestros derechos introduciéndose a cultivar entre límites de nuestras pertenencias.
Ante los intereses superpuestos, toman intervención las autoridades correspondientes de la ciudad capital, disponiéndose el traslado al lugar de una comisión para labrar las actuaciones de rigor y elevar lo actuado, firmando dicha disposición. “Nicolás Avellaneda y Tula, así lo proveyó, mando y firmo el señor Alcalde de primer voto, en el día de la fecha, por ante mí que doy fe. Bernabé Correa- Escribano Publico y de Cabildo.”
Trasladados al lugar del litigio, se hace comparecer a los intervinientes ven el mismo.” En el paraje de Las Cañas, en jurisdicción del partido de El Alto en dieciocho días del mes de abril de mil ochocientos veintiséis años, ante mí el Comandante del orden y Juez Comisario, esta diligencia parecieron presentes por una parte Don Manuel Duarte, vecino del paraje de Los Puestos, por si y como apoderado de los herederos de la estancia de Ameapola y por otra parte Doña Manuela Díaz, Don Guardo Ávila, Don Juan José Ibáñez y Juan Pedro Ibáñez, todos los vecinos de este vecindario.
Estas diligencias no llevaron ninguna solución al problema planteado y la situación continuo con alternativas cambiantes e intervalos de tiempo entre una y otra acción, hasta que en 1846, se practicó el deslinde y amojonamiento de las estancias de Amaepola y Las Cañas, lo que fue aceptado por los vecinos de la primera de las nombradas.
Como consecuencia de esta situación existió una reserva de las actuaciones hasta que se produce la reanudación del juicio en el año 1.878. Por disposición Judicial se ordenaba a los jueces de distrito, notificar a los vecinos, para la presentación de los que se consideraban con derechos e intereses sobre las tierras en cuestión. Los propietarios de Las Cañas, dan amplias facultades para que los represente, al vecino del lugar don Juan Lucas Pregot. Junto a este se presentaron como propietarios de la estancia ante el Juez Partidario; “Doña Manuela D. de Ibáñez y Lezana, y demás sucesores de Doña Ignacia O. de Ávila y Herminio Capdevila, todos vecinos de la localidad de Las Cañas”.
También en la oportunidad se presentaron propietarios de las estancias de Cortaderas y Potropiana, antiguas propiedades del licenciado Juan Tomas Lobo. Luego de finalizado el trabajo de mensura realizado a solicitud de los vecinos de ambas estancias, los representantes de Amaepola, don Belisario Rosales y Fructuoso Ibáñez, por Las Cañas rechazan lo actuado y la consideran carente de todo valor legal.
El juicio continuará, finalizando en 1.894. Se aplicaran las disposiciones del Código Civil en este tipo de situaciones, es decir que según el Juez lo disponga, la parte correspondiente a las tierras en litigio, serán divididas entre ambos recurrentes. Esta disposición legal finalizaba un largo pleito dirimido en los estrados judiciales, donde los habitantes del lugar, conocidos y vecinos, nunca pudieron o quisieron ponerse de acuerdo en este aspecto. Llama la atención a los conocedores de la zona, la indicación de que vecinos de la estancia de Amaepola, utilizaron unos rastrojos de la estancia de Las Cañas, más precisamente de las familias Ibáñez y Capdevila. Teniendo conocimiento de las características del lugar, sabemos que la actual población de Salauca, (parte de la antigua Merced de Amaepola), es la última zona llana y apta para la agricultura, pues posteriormente comienzan zonas altas y de montañas que son las últimas estribaciones de la llamada sierra de El Alto o de Las Cañas.
En esta idea para que los vecinos de la zona Este de Las Cañas hayan utilizado rastrojos de este lugar, necesariamente tienen que haber recorrido más de seis kilómetros, cruzando el actual Rio Las Cañas, que está a unos cien metros de población y prácticamente penetran en la misma villa; es decir que el litigio o la confusión existente, en forma deliberada o no , haber llevado a pensar a los habitantes de la Merced de Amaepola, que su límite Este no era “ hasta” Las Cañas, como o sea hasta lo que hoy es la plaza de la misma.
Pero la problemática territorial de la estancia de Las Cañas, no solo existía en la zona Oeste sino también hasta el Este, precisamente en los límites con Santiago del Estero. Consideramos importantes hacer referencia a estos documentos donde encontramos datos de interés en lo que respeta a lugares y personas protagonistas, en mayor o menor medida, de una época en esta región.
El vecino de Las Cañas Don Benjamín Ávila, en junio de 1860, envía una carta al señor Juez de la provincia de Catamarca, en repuesta a un juicio que le había iniciado una familia Bulacios. Con respaldo de sus pretensiones adjuntaba la documentación correspondiente, requiriendo de la autoridad interviniente se procede de acuerdo a derecho. Solicitaba se condene a los intrusos Bulacios, despojándolos de lo que inadecuadamente retienen y obligándolos a los reconocimientos de los perjuicios realizados.
“En los documentos que presento constan la merced concedida a Don Francisco Pérez de Albarracín en Las Cañas, bajo los linderos siguientes: por la parte del Naciente linda con Tierras de la Provincia de Santiago, por el Poniente linda con Tierras de Don Antonio Macedo, por el Norte con las tierras de Ovanta, por el Sud, con Tierras del Licenciado Don Tomas de Lobo y Méreles. Aparece también la posesión que se dio, sin contradicción ninguna. Constan también un testimonio de venta otorgado por el señor Albarracín a favor del Capitán Don Juan Márquez”
La presentación sigue detallando la documentación probatoria de sus derechos: “donde consta la venta y posición que dio a mi ascendiente Don Juan de Las Conchas, por Don Francisco Márquez, apoderado de su señora madre Doña Josefa Pacheco, de la merced que más arriba he hecho mención. También ofrezco el poder que se otorgó a Don Francisco Márquez, para
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