Organismos autónomos en México.

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Con respecto al texto de Órganos y organismos constitucionales autónomos: una reforma pendiente, debe decirse que el texto está sumergido en una visión política que no vislumbra la definición organisista aplicada al derecho e impuesta por Herbert Spencer, pues en su texto no es capaz de darle sentido a estos organismos autónomos y se embebe en una visión meramente conceptual, lo que la hace franqueable en términos epistemológicos, pues la respuesta que ella busca no se encuentra en un marco normativo, sino en un aspecto meramente gramatical, en concreto en la semántica.

Se afirma lo anterior, porque es de verse que desde la visión eminentemente organisista, el órgano es un conjunto de tejidos que realizan la misma función y el organismo es el conjunto de órganos aparatos y sistemas que realizan todos juntos las funciones vitales, en ese sentido jamás la sintaxis o las definiciones de ningún tipo podrán darle sentido a lo que ella plantea, pues la respuesta se encuentra en la historia jurídica y, desde esa perpectiva órgano y organismo son indistintos, siendo el de más valía el organismo, de ahí la visión del legislador al plantear indistintamente los conceptos en el marco legal.

De ese mismo texto es acertado al estudio de los organismos u órganos autónomos y se comparte en concreto lo que ocurre con los tribunales agrarios, administrativos y laborales, cuyas funciones son meramente jurisdiccionales y que en la evolución que el país ha tenido con respecto a la autonomía institucional, deben ser separados del Ejecutivo, pues si bien son medio de control que atañe a este Órgano, eso no es óbice para que comience su articulación siguiendo las pautas de la autonomía.

En general me parecieron dos lecturas ilustrativas y que cumplen la finalidad de dotarnos de las competencias de análisis y critica, por lo que me parecieron adecuadas, bajo las desavenencias que han quedado plasmadas.