SOBRE LAS POSIBLES RELACIONES ENTRE LA FIOSOFÍA POLÍTICA Y CIENCIA

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¿Qué me cabe esperar?

¿Cómo debo actuar?

¿Qué puedo saber?

Las tres tienen en común el poder ser comprendidas dentro del concepto de filosofía, siempre que por filosofía se entienda algo diferente y que vale la pena distinguir de la ciencia.

En efecto cada una de las tres formas de filosofía política mencionadas con antelación por alguna de sus características, irreducible a alguna de las características propias de la ciencia política en su acepción más común y menos controvertida.

Podemos entender como acepción más común y menos controvertida de ciencia política, aquella que permite identificar como ciencia política distinta de la filosofía a cualquier análisis del fenómeno político que se valga, dentro de los límites en que es posible hacerlo, de las técnicas de investigación propias de las ciencias empíricas.

Creo nadie estaría dispuesto hoy en día a denominar científica en el sentido estricto de dicho término a una investigación que no cumpla con las siguientes tres condiciones:

- Someter las conclusiones propias a verificación empírica o, al menos, a la cantidad de verificación empírica que resulte posible con los datos de que se dispone y, en todo caso, cuando los datos no sean suficientes, abandone o considere problemáticas las conclusiones alcanzadas, o utilice todas las técnicas acreditadas y aplicables al caso para aumentar la disponibilidad de datos, es decir, para aumentar su verificabilidad.

- Hacer uso de todas las operaciones mentales, como formulación de hipótesis, construcción de teorías, enunciación de leyes tendenciales, que permitan perseguir el objetivo específico de toda investigación científica: dar una explicación del fenómeno que se desea investigar.

- No pretender pronunciar juicio de valor alguno sobre las cosas de que se ocupa y, por tanto, extraer prescripciones útiles de forma inmediata para la praxis.

Estas tres condiciones nos conducen a tres requisitos fundamentales de cualquier investigación que tenga la ambición de ser llamada ciencia que, de acuerdo al modelo de las ciencias por excelencia, las ciencias naturales, y en el sentido noble y fuerte por el que se hace coincidir la Edad Moderna con el inicio, desarrollo y triunfo de la revolución científica esto es:

- El principio de verificación como criterio de validez.

- La explicación como finalidad.

- La avaloratividad como presupuesto ético.

De acuerdo a lo anterior y considerando las tres formas de filosofía política, se puede observar que ninguna de las tres cumple con las condiciones de una investigación que pueda denominarse legítimamente científica.

La filosofía política como teoría del mejor gobierno se orienta en función de valores y tiene un carácter neta y conscientemente prescriptivo, no es avalorativa y no pretende serlo. Como teoría del fundamento del Estado su actividad fundamental no es la explicación sino la justificación, entendiendo como justificación la operación en virtud de la cual se califica el comportamiento como lícito o ilícito, lo que no puede hacerse más que recurriendo a valores o reglas que son resultado de los valores.

El problema de la filosofía política como indagación acerca de la naturaleza de la política se sustrae a toda posible verificación empírica en la medida en que pretende determinar la esencia de la política y, en la medida en que la esencia es, por definición, aquello que está más allá de los fenómenos, de las apariencias, y que estos mismos fenómenos presuponen para poder ser analizados e interpretados.

La Filosofía política, no tiene por objeto hablar de lo que sucede realmente (el ser), sino que se interroga sobre la normatividad y lo hace en términos valorativos (el deber ser).