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Tema 1 1. Jean Baudrillard propone que en la sociedad hay cuatro tipos de valores

Enviado por   •  19 de Noviembre de 2018  •  3.473 Palabras (14 Páginas)  •  489 Visitas

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como por ejemplo, se aconsejan medidas de protección para las culturas indígenas y populares, pero sus protagonistas no participan.

Si política cultural es entonces el conjunto de intervenciones “culturales” que llevan a cabo los grupos sociales, en el marco de circuitos atravesados por conflictos sociales y políticos, García Canclini muestra que en el universo social conviven en conflicto permanente paradigmas de acción cultural que expresan nociones de cultura y de su articulación con la política y la vida social.

Hoy por hoy, el territorio cultural se dibuja a partir de tendencias que van desde el mecenazgo, pasando por el patrimonialismo, la privatización neoconservadora, la democratización cultural, hasta la democracia participativa. Para unos la acción cultural se funda en el apoyo privado a la estética elitista de las bellas artes con el ánimo de contribuir al “desarrollo espiritual” de la sociedad.

Para los neoconservadores, la iniciativa cultural debe reposar en manos del capital privado, mientras que el Estado debe ocuparse de preservar el patrimonio. Para los democratizadores culturales, la política cultural debe ocuparse exclusivamente de la distribución y popularización de la alta cultura, convencidos de que la democracia cultural reposa en el acceso a objetos producidos sólo por unos y no tanto en la garantía de condiciones para que todos puedan producirlos.

Hobsbawm habla de un debate existente de la tensión que existe entre el Estado y el Mercado, se caracteriza por las funciones del Estado contra las del mercado. Las relaciones entre estado y mercado cambiaron constantemente a lo largo de la historia. Es claro que muchos de estos cambios son positivos, tales como las innovaciones y el desarrollo científico técnico, las telecomunicaciones y la globalización. Con respecto al reemplazo de la mano de obra manual por la industrial, sin embargo generó mucho desempleo. Estos ejemplos, trajeron aparejado consecuencias negativas, tales como la interdependencia de los estados, la deuda externa, desempleo y las desigualdades sociales. La globalización afecta directamente a las personas, sociedades, empresas, países y continentes. Es un fenómeno que pretende ser abarcativo, pero que a la vez divide y acentúa diferencias. Es el proceso social, político, económico, tecnológico y cultural por el cual se está atravesando hoy día, a escala mundial.

En las Artes, esta tensión sigue en pie, porque en la era de la globalización las artes se deben ajustar a ella para no desaparecer. Pero con la revolución tecnológica muchas de ellas se comienzan a industrializar y a generarse masivamente y en ese momento comienza a participar el Mercado. Pero también el Estado –en algunos casos- busca la promoción de la cultura a todas las clases de la cultura, si es que no delega a entidades privadas, por lo que se genera una disputa, sobre hasta qué punto debe llegar cada entidad. Porque el Estado busca el bien común de la población, mientras que el Mercado busca su propio bien común y no el de la comunidad; por esas razón

4. Dentro de las características principales de los paradigmas políticos de la acción cultural se encuentran:

a. El mecenazgo cultural: es la primera forma de promoción moderna de la cultura, sobre todo en la literatura y en las artes.

El mecenazgo moderno impone menos indicaciones precisas sobre el contenido y el estilo del arte porque la burguesía no exige relaciones de dependencia y fidelidad extremas a modo de los señores feudales. Su protectorado se guía por la estética elitista de las bellas artes, y por eso mismo establece los vínculos entre mecenas y artistas según los ideales de gratuidad y libre creación. Declaran apoyar a los creadores sin más motivos que su generosidad y sin otro fin que el de impulsar “el desarrollo espiritual”.

Esta forma de promover la cultura subsiste en Estados Unidos y en otros países centrales en los que el Estado no es el impulsor y predominante de la producción cultural. En América Latina, la debilidad del mercado artístico sigue dejando espacio a muchas fundaciones culturales promovidas por una persona o una familia, que sostienen algunas actividades más costosas o con menor capacidad de autofinanciamiento.

En estos casos, la actividad mecenal se superpone o se mezcla con el mercado artístico, pero perduran en la política de esas personas y/o instituciones rasgos clásicos del mecenazgo. El desarrollo de la cultura no es visto como una cuestión colectiva, sino como resultado de relaciones individuales: es una decisión personal la de financiar ciertos gastos culturales y elegir a quién se dará el dinero, y se supone que la creación artística y literaria es un acto de individuos aislados. Si bien esta promoción del arte toma en cuenta a veces la difusión a un público amplio, subvencionando bienales o publicaciones, es más para reubicar la acción mecenal en la dimensión masiva de la cultura contemporánea que por un real intento de responder a las demandas sociales.

Desde una concepción actual de lo que deben ser las políticas culturales, puede pensarse que el mecenazgo no llega a serlo porque no se organiza en relación con las necesidades colectivas. Suele reducirse a la alta cultura y no pretende fijar estrategias globales para resolver los problemas del desarrollo cultural. Sin embargo, consideramos al mecenazgo una forma de política cultural porque ha servido y sirve en varios países para normar las relaciones en este campo, distribuir fondos importantes, establecer líneas prioritarias de crecimiento y desestimar otras.

b. El tradicionalismo patrimonialista: Esta posición ha surgido especialmente en los Estados oligárquicos. Define a la nación como un conjunto de individuos unidos por lazos naturales (espacio geográfico) e irracionales (la religión), sin tomar en cuenta las diferencias sociales entre los miembros de cada nación. Aunque desprecia los criterios históricos para definir lo nacional y se apoya en componentes biológicos y telúricos.

Su rechazo de la historia es un recurso para apuntalar un período histórico particular, aquel que se desmorona ante la industrialización y la urbanización, esa herencia difícil de reacomodar en medio de conflictos protagonizados por nuevas fuerzas sociales. Sus meditaciones metafísicas sobre “el Ser nacional” buscan preservar la identificación de los intereses nacionales con los patricios y las grandes familias.

Esta dinámica histórica, que ha ido constituyendo el concepto y el sentimiento de nación, es diluida por la “tradición” (Iglesia, el Ejército, la Familia, la Propiedad).

Si bien la oligarquía aristocrática ha sido la

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