Templo Expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús, Durango
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SAGRADO CORAZON DE JESÚS.
I.- En la ciudad de Durango, aproximadamente a un kilómetro de la plaza de armas, por la parte oriental y frente al amplio Jardín de San Antonio, se alza majestuoso y solemne el gran Templo Expiatorio Arquidiocesano del Sagrado Corazón de Jesús.
II.- Corresponde al M. I. Sr. Canónigo Magistral Don José Ignacio Casares la gloria de haber concebido el proyecto y comenzado la realización de esta obra.
Una memoria del semanario católico “el Domingo” de octubre 23 de 1892, trae estos datos interesantes sobre la parte que correspondió a tan ilustre personaje en la paternidad de este Templo.
“Y por último, a él se debe también el grandioso proyecto de levantar en Durango un Templo, un asilo y un hospital al Corazón Sacratísimo de Nuestro Señor Jesucristo; proyecto que fue el afán constante de los últimos años de su vida, minada ya por la terrible, penosa y prolongada enfermedad que lo ha llevado al sepulcro aunque con el consuelo de haberle visto en vías de ejecución y los encendidos afectos del piadoso iniciador de las obras repercutan en el cristiano corazón de nuestros conciudadanos y los muevan a protegerlas para su pronta y feliz terminación”.
“Su enfermedad la terrible enfermedad que mino su existencia y lo llevo al sepulcro, comenzó en esos días (al salir de Ejercicios Espirituales practicados en la Iglesia de Santa Ana, en Nov. de 1889) al par que nacían en su cabeza las ideas para levantar a la gloria del “Corazón Sagrado de Jesús”, un templo, un hospital, un asilo, una casa de ejercicios. Si para lograr el éxito de esta obra se necesita una víctima, decía en mil ocasiones, aquí estoy yo” (ibidem).
III.- La colocación y bendición de la primera piedra del mencionado Templo tuvo lugar el día 12 de abril de 1891, gobernando la Diócesis el Ilmo. Sr. D. José Vicente Salinas.
De tal acontecimiento que revistió extraordinarias dimensiones da extensa noticia el mismo seminario católico “El Domingo” en el número 16, del tomo VIII de fecha 19 de abril de 1891, de donde extractamos los siguientes datos; “Grandiosa, verdaderamente bella e imponente, es-tuvo la ceremonia de la bendición de la primera piedra del Templo consagrado al Divino Corazon de Jesús, que tuvo su verificativo, el domingo 12 del corriente, como lo habíamos anunciado en nuestro numero anterior”.
“Desde las doce del día, en la calle principal, y par-ticularmente en el barrio de San Antonio, se comenzó a notar una gran animación y entusiasmo, que cada instante aumentaba”.
“La gente afluida por doquiera, mientras los vecinos del barrio de San Antonio y muchos de la calle principal comenzando desde el mercado nuevo, se ocupaban en adornar con colgaduras de varios colores, farolillos y maceras, el frente de sus respectivas casas”
“Los carros de los tranvías adornados con banderitas tricolores, iban repletos de gente, así como las carre-telas de sitio y los landò de las personas particulares”.
“Cuanto mas se acercaba la hora anunciada en que debía de dar principio la ceremonia religiosa, el nu-mero de concurrentes aumentaba extraordinariamente de tal manera, que ya a las tres de la tarde era casi imposible penetrar al espacioso local destinada para el futuro templo”.
“Se improviso un salón que pudo contener mas de setecientos asientos, los que estuvieron literalmente llenos antes de las tres y media. Fue necesario llevar más sillas, que no fueron suficientes; pues vimos con sentimiento, que muchas familias de nuestra bueno sociedad tuvieron que devolverse”.
“Todas las clases se reunieron allí; y no obstante el gran numero de personas, calculadas en mas de ocho mil, no se notó desorden alguno, debido sin duda, al respeto que impone a nuestro pueblo nuestra religión adorable”.
“A las cuatro de la tarde, cuando ya no había lugar desocupado, tuvimos el grande gusto de ver penetrar al salón al muy apreciable y respetado Sr. Magistral D. José Ignacio Casares, quien como es sabido tiene la parte principal en todas nuestras obras de propa-ganda, y estamos seguros que mucho gozó al encon-trarse presente a la solemnidad a que nos venimos refiriendo, con la que ha quedado iniciada una obra al parecer imposible de llevarse a cabo”.
Decimos al parecer imposible, porque a nadie es des-conocido que el Templo del Sagrado Corazon de Jesús no es una de tantas obras que se emprenden te-niendo en caja todos o la mayor parte de los recursos necesarios para terminarse. El Templo al Deìfico Co-razón cuenta sólo y nada más, que con las limosnas de los fieles católicos durangueños. El fondo, pues, esta repartido en todas nuestras clases sociales; está guardado aún en los bolsillos del acaudalado, en el trabajo del pobre y en la piedad de todos,. De allí saldrá, no lo dudamos, porque el Corazon de Jesús lo pide y no se le negará, así como el Buen Dios nos ofrece todos sus bienes para que se los pidamos y dárnoslos”.
“A las cinco dio principio el solemne acto con la lectura del “Acta”.
“Siguió después la ceremonia de la bendición de la primera piedra con toda solemnidad y según lo pres-cribe el Ritual Romano”.
“La Solemnidad termino ya entrada la noche, con un himno al Sagrado Corazon de Jesús, que se oyó perfectamente”.
IV.- El Sr. D. Antonio Gurza pronuncio en esta oca-sion un discurso bien digno de la cátedra sagrada, del que tomamos los siguientes párrafos:
“Hoy en medio de solemnes ceremonias hemos venido a celebrar la fiesta de una piedra, si; pero es una piedra que cual fecunda semilla hará germinar el árbol siempre verde y vigoroso de la Iglesia, y de una Iglesia dedicada al símbolo del mas augusto de los amores emanados de humano corazon, del Corazon del Hombre Dios: y aquí precisamente este árbol bifurcándose en dos ramas cubrirá bajo su follaje las dos mas tiernas manifestaciones del amor de ese Corazon, los dolores de la humanidad enferma y afligida, y las soledades de la obscura noche de la orfandad mas desvalida”. (El orador alude al hospital y al asilo, que según los planos del Sr. Casares debían quedar muy cerca del Templo).
“Es la fiesta de una piedra, sí; pero de una piedra ya bendecida y destinada a ser la primera de un gran Templo, y como está bendecida lleva ya en sí esa virtud inherente, a la palabra de la Iglesia que fecun-diza bendiciendo, del mismo modo que el acto creador desposita en ele seno de la planta propiedades eficaces y la facultad
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