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AQUELLO QUE NO TIENE NOMBRE, SERA LO DESCONOCIDO O MEJOR AUN LO INEXISTENTE

Enviado por   •  21 de Enero de 2018  •  3.787 Palabras (16 Páginas)  •  324 Visitas

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Le pregunto desde hace cuánto tocaba el bandoneón, a lo que me responde: “nací, con él”, mi tío, prosigue, me ponía un banquito a su lado y me enseñaba, mi papa decía que iba a ser un atorrante, igual que su hermano, y así fue. Larga una carcajada bien fuerte y yo lo acompaño.

Eso era lo que yo buscaba, que mostrara un poquito de su historia personal, familiar, acercarme un poco más a él, ya que para pichuco todo gira en torno a la música y es bastante difícil que relate algo de su vida personal.

En esta transferencia que primeramente presento una resistencia, para llegar a ser luego positiva, tome algunos datos de su historia (la música de antes, bandas viejas, esas de antes que pocos conocen, como situándome en su época), para poder establecer un nexo entre ambos que le permitiera poder confiar en mí y evitar esa oposición primera.

Creo que de no haberlo trabajado de esta manera, no podría haber entablado conversación alguna con él y mucho menos haber podido establecer una relación.

DELIA…LA VIDA ES ASI…

Delia se distingue del grupo por su elegancia. Vestida con una camisa de seda, pantalón negro y zapatos.

Ha sufrido múltiples ACV (esto es lo que me cuenta un enfermero con anterioridad), por lo que me resulta difícil entenderla, ya que esto ha dejado secuelas en el habla. Aun así pienso que no es imposible mantener una conversación con ella.

Para poder entablar una conversación con ella empiezo por preguntarle si siempre se arregla tan elegante, sonríe y se toca el cabello. Siempre me arreglo, me gusta, es importante arreglarse, “ah yo siempre ando crota” le digo, y se ríe. “Pero vos estas hermosa”, continúo, sonríe y me da las gracias.

Luego de esto comienza a contarme (sin que yo le pregunte nada), como fue el momento en que sucedieron los ACV. “yo estaba bien, y de repente me caigo y no recuerdo más nada”, “cuando me despierto, no puedo hablar y no me puedo mover”, todo esto lo relata con mucha dificultad y angustia, se nota en su rostro la tristeza y desesperación de haber atravesado tan difícil situación.

“Pero que se le va a hacer- continua con resignación- la vida es así”. Me cuenta que tenía su casa, y su hijo la llevo al hogar, “vendieron todo”, comenta, “pero la vida es así”. A cada infortunio sucedido que relata siempre lo remata con esta misma frase, lo que me lleva a preguntarme si es su forma de poder superar todo aquello que le causa dolor. “Nadie viene a visitarme”, “solamente mi nieto, a veces, porque trabaja”, “pero la vida es así”.

Pero no todo es tristeza para Delia, se ha hecho de un buen compañero: Pichuco. Cuando toca el bandoneón, le hace una seña con la cabeza y le dice: “te toca”, y Delia tararea las canciones, no puede cantarlas, puesto que se le hace muy difícil, pero eso no quiere decir que no pueda sentir la música, baila con mucha alegría en su asiento y le divierte que Pichuco pare de tocar imprevistamente dejándola cantando sola, “siempre haces lo mismo” le dice y Pichuco se ríe.

Observo el “show” muy entusiasmada, pensando a la vez, en la importancia que tienen las palabras, esas que muchas veces pasamos totalmente desapercibidas. Palabras que a Delia le cuesta decir, pero que no ha sido para ella un impedimento para que pueda expresarse, se puede hablar y comunicar a través del cuerpo y también la mirada. Pienso también en aquellas palabras que no son dichas y que hacen falta, la palabra justa en el momento adecuado puede hacer mucho o destruirlo todo. Un “estas hermosa” (totalmente sincero), quizá hizo que Delia quisiera hablarme y contarme algo de ella, trate de centrarme en la escucha de su discurso, para lograr establecer una relación dual, dejando a un lado lo relativo a mi persona.

Usando una metáfora médica diría que si la lingüística hace la ‘anatomía’ de la palabra descomponiéndola en significante y significado, el psicoanálisis hace la ‘histología y fisiología’ de la misma. Esto es así porque la aborda con otro instrumento y al usar otro instrumento encuentra otro objeto que el de la lingüística.

Ese instrumento está en el basamento sobre el que se erige el psicoanálisis. Si la praxis es un encuentro de dos, mediado por la palabra hablada, las coordenadas que enmarcan ese encuentro son: el inconsciente, la transferencia y el complejo de Edipo-complejo de castración.

Al incluir lo inconsciente, el psicoanálisis encuentra en la palabra lo que esta dice más allá de lo que dice, lo que dice en lo que no dice y aun lo que dice en el silencio que, desde la perspectiva del psicoanálisis, también forma parte de la palabra.

Ahora bien, si lo inconsciente no es ajeno a la palabra, siguiendo la misma lógica puede concluirse que lo inconsciente es en la palabra. Así entendemos lo que Freud llama transferencia en la palabra, que se distingue del significado (y del significante).

El significado es el vestido con el que la palabra se presenta en sociedad, en eso es imaginario. Desatender ese papel del significado en la vida social sería tan impropio como salir desnudo a la calle. Pero así como el médico hace desnudar a su paciente para revisarlo, el psicoanálisis desnuda la palabra y, como por una suerte de radiografía auditiva, la escucha más allá de su significado.

Decimos entonces que la transferencia en la palabra es lo inconsciente en la palabra, por lo que, entonces, el inconsciente no está en ‘otro lugar’, está en la misma palabra, ‘vestido’ y velado por el significado.

Ese más allá del significado es el pathos de la palabra: el lugar del otro que remite al otro. La palabra siempre remite a otro y, por eso, ‘hace cosas’ en el que la escucha (también el que la dice la escucha). Las palabras tienen vida. Esa dimensión de la palabra es su pathos. Pathos es lo que el psicoanálisis teoriza en las coordenadas del complejo de Edipo-complejo de castración; es lo que se vive con otro, lo que guardado en la palabra como algo mudo la desborda en su significación: lo inefable en la palabra.

Al pensarla así, la palabra se nos presenta como un objeto nuevo, complejo en dimensiones y abre la posibilidad de adentrarnos en su investigación. Palabra es más que significante, más que significado, más que signo, más que símbolo, además -y sobre todo- es memorias, memorias que resuenan en su música y, como la música, incluye el silencio. Esa voz muda en la palabra es su pathos, la presencia del ‘otro’ en la palabra, el lugar que le está destinado.

JOSE,

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