Comenzare por una breve biografía de Georg Groddeck,

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Al respecto Sigmund Freud menciona que el sentimiento de culpa reside en una intención inconsciente, no en un acto real cometido, y puede entenderse como una angustia provocada por el conflicto de ambivalencia amor-odio (amar y odiar al padre produce culpa) e implica poder tolerar esta ambivalencia.

Dos años después de la muerte de su madre, conoció a Else, su primer amor. Else era casada, sin embargo, ella se divorció y se casó con Groddeck. Casi desde el principio se sintió decepcionado de su matrimonio. Quizás, esto se debía a que él había comentado que sus sentimientos se enfriaban tan pronto como lograba separar a dos personas. Como si la prohibición fuera algo atractivo, una fascinación del reto que pone a prueba al Yo.

Groddeck tenía una carrera que ofrecía buenos ingresos económicos, y una excelente oportunidad para descansar y leer durante la temporada de frio. No obstante, empezó a sentirse insatisfecho y aburrido.

Aunado a lo anterior Freud en sus postulados, menciona a la satisfacción, como llegar a una meta. Sin embargo, Lacan refiere que es imposible que el hombre llegue a una satisfacción total.

Groddeck a sus 35 años comenzó por buscar satisfacción en su vida, encontrando una segunda carrera, la escritura. Esta lo mantenía ocupado e interesado.

Un aspecto importante que me parece mencionar es el caso de una paciente, llamada Frau A., ya que ella se presentó al sanatorio de Groddeck muy enferma de los riñones y en el tiempo que estuvo ahí, bajo el tratamiento, logro recuperarse de su enfermedad.

Justo el primer día que llego, tenía un fuerte dolor de espalda, sin embargo, el ambiente del lugar, como los insectos zumbando en el jardín y las aguas de un arroyo producían un sonido tranquilizador que hizo que se quedara dormida.

Groddeck con sus pacientes no solía ser amable, y a pesar que sus tratamientos eran algo extraños para los pacientes, estos no se iban, permanecían en el sanatorio hasta mejorar. Por ejemplo en el caso de Frau A. además de cambiar su dieta, el tratamiento incluía baños de agua mineral: baños de asiento y baño de brazos.

Frau A. no entendía por qué ordeno baños en sus brazos, si ella lo que tenía era trastornos en los riñones. Esto no podía ser algo razonable para los pacientes.

Sin duda, esta mujer tenía una afección psicosomática, ya que esta enfermedad se caracteriza por actuar comúnmente en el tejido tisular: piel, y órganos compuestos por tales tejidos como son los riñones.

Frau A. también presentaba inflamación en el vientre, se cree que esto puede ser producto del estrés, y ante esto, las enfermedades psicosomáticas también suelen caracterizarse en gran medida por estar asociadas a cuadros de estrés y ansiedad.

Muchos de sus pacientes lo llamaban tirano y lo acusaba de carecer de sentimientos. Algunas veces, las órdenes que daba eran crueles. Un paciente que no podía comer determinados alimentos sin sentir nauseas, sólo recibía esos alimentos. Un paciente que sentía dolor al moverse recibía la orden de no dejar de moverse. Sin embargo, ante esto, se debe tener claro que Groddeck sabía lo que hacía en su práctica médica.

Groddeck escribió una carta en donde describía el tratamiento que le dio a Frau A, en donde se explica el por qué mejoro la paciente. Lo que escribió fue lo siguiente:

“Para modificar las condiciones digestivas y circulatorias, se le dieron a la paciente baños calientes de asiento y baños de brazos, y mediante masaje abdominal y ejercicios de respiración, logré relajar los órganos internos, y en especial los riñones.”

Otro caso que tuvo fue el de Fraulein G. La paciente se encontraba cerca de la muerte, y ante ello Groddeck se mostraba extremadamente amable con ella. Al entablar conversación con la paciente, se enteró que había muchas palabras que ella no podía pronunciar. Por ejemplo no podía decir taburete, tubo de la estufa. También había objetos que no podía tolerar cerca de ella, como el bacín y el taburete. Había gestos que la gente hacía por distracción como tocarse el lóbulo de la oreja, dar vuelta a un lápiz, que la ponían al borde de un ataque de nervios.