Ensayo Psicoanalítico. Un lugar para el analista en las psicosis.
Enviado por Eric • 4 de Mayo de 2018 • 2.278 Palabras (10 Páginas) • 436 Visitas
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Lo que viene del Otro es una injuria que la concierne; no hay creencia de esto, sino certeza. Sin subjetivación implicada allí, sin el falo mediando en el asunto. Hay un exceso del Otro que nos habla de su posición psicótica frente al Otro. A la mirada del Otro vivida como intrusiva. Un Otro que la goza, que la goza al punto de que lo siente tan insoportable como para pensar en quitarse la vida como una salida frente a esta intrusión excesiva.
Se puede situar en este caso que la iniciativa del Otro toca el cuerpo, lo modifica y crea una anatomía nueva. La paciente trabaja sobre los síntomas de eso. Es así que está obligada a inventar sus apoyos, sus recursos, para poder hacer uso de su cuerpo y de sus órganos. Como lo hace con el corsét, con el maquillaje excesivo y con el uso particular de la respiración suave. Invenciones para ligarse a su cuerpo enigmatizado, una solución no típica para la sujeción corporal. Como cita Lombardi “una elaboración para determinar límites, y que por lo tanto permite al sujeto encontrar espacios ubicados donde guardecerse, y alguna tierra firme donde apoyar su actividad”.
Ella se siente concernida frente a la mirada que proviene del Otro. Esos fenómenos se vuelven invasores sobre el cuerpo propio. La certeza de esta paciente es un S1 sólo, no hay reenvío dialéctico ni posibilidad de una vuelta atrás para poder explicar lo mismo e intentar entenderlo, la certeza es la idea de que es esto y no hay ninguna otra cosa.
Aquí podemos situar, para diferenciarla, como una sujeto psicótica que trabaja (y ya no como una mártir del inconsciente). Es un trabajo de la psicosis, pero sin delirio. Un tratamiento del desarreglo de la unidad corporal, algo del orden de la esquizofrénia. Donde se nos muestra justamente, el fracaso de lo simbólico para tratar lo real. El fracaso de la interpretación delirante que no alcanza; lo simbólico no alcanza para tratar lo real, este caso (como la esquizofrenia misma) nos enseña eso.
Lo que marca C. Soler es que la construcción delirante no es la única vía de solución. Hay diferentes respuestas, frente a la irrupción de lo real, como el caso de F demuestra.
Por otro lado, pero siguiendo la misma línea de análisis de la psicosis, se puede situar que, frente a la no extracción del objeto a, frente a la no separación, el objeto no se inscribe como falta, sino que aparece en más. El objeto mirada, que tendría que figurar como una ausencia, en la paciente F aparecen en más. El objeto mirada, que es un objeto exterior al cuerpo, aparece en más cuando tendría que figurar como sustraído, como una ausencia. Podemos explicar esa mirada positivizada por la no separación.
Ahora entraría acá, en este caso de psicosis, la pregunta por el lugar del analista y la orientación de la función del mismo.
La posición del analista ante el psicótico es la de tener una sumisión completa a las posiciones propiamente subjetivas del enfermo. Es lo que Lacan nos indica con la idea de ser secretarios del alienado, e incluso tomar sus notas.
Frente al sin ley del goce en su estatuto más profundo que nos enseñan los psicóticos, al analista le quedará la función de ser guardián de los limites del goce, un apuntalamiento del límite que se le suma a la escucha de testigo.
Al poder desligar a la persona del analista de lo que interviene en el síntoma, el alivio indica que el analista no es perseguidor sino secretario, alguien que sabe guardar un secreto. Por ende, alguien a quien se puede hablar con confianza. Pero a la vez es alguien que podría participar de la experiencia y que por eso no la condena por extraña o por ajena. Es así que un analista allí no entraria en la realidad, en la comprensión y le negaría su “fealdad”; sino que respetaría esta invención particular entendiendo lo que ésta cumple como función en la paciente. Identificando, así, ese significante que la ordena, respetándoselo como una nominación posible.
Indudablemente un analista presta su significante, y también su presencia, o sea, su capacidad de soportar la transferencia delirante. Si la paciente está tomada por lo pulsional, atrapada por fenómenos de goce que surgen por fuera del desfiladero de la cadena significante, se tratará de obtener un influjo de lo simbólico sobre lo real. No se tratará de la construcción del fantasma, sino de la construcción de la barrera al goce. Es así que respetamos estos semblantes que le sirven a la paciente para armar una barrera a ese exceso del Otro.
La posición del analista vacilará entre el silencio de abstención cada vez que es solicitado como el Otro primordial que tiene todas las respuestas (negativa a predicar su ser), y el de significante que funcionará como elemento simbólico que, a falta de ley paterna, puede construir una barrera al goce. Se apuntala así la posición del propio sujeto que no tiene más solución que tomar él mismo a su cargo la regulación del goce. En ese sentido, el lazo analítico puede ser estabilizador, si el analista se ofrece como testigo, secretario, destinatario y garante. Prestando así Imaginario y Simbólico; sin cuestionarle el fenómeno.
En los neuróticos el psicoanálisis apunta a la revelación y elaboración de un goce reprimido. Así irá, orientado hacia lo real, a una declinación de las identificaciones soportadas por el fantasma mediante el acto analítico de perturbar la defensa.
Pero en cambio, el psicótico es mártir de fenómenos de goce por fuera de los desfiladeros del significante. Se tratará aquí, como Soler nos indica, que se buscará obtener un influjo de lo simbólico sobre lo real sin ley. Buscando avalar el efecto negarivizador que la nominación de “fea” tiene en nuestra paciente. El movimiento irá de lo real en exceso hacia el símbolo. Por eso ella lo llama con el término de “contrapsicoanálisis”.
BIBLIOGRAFÍA
- Lacan, J (1955-1956). El Seminario 3, Las psicosis, Buenos Aires, 2007.
- Lacan, J (1958). De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis. En Escritos 2. Buenos Aires: Siglo XXI.
- Lacan, J. (1964-1965). El Seminario 11. Los cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis, Buenos Aires: Paidós, 2005
- Lacan, J (1966) “Psicoanálisis y Medicina”, En intervenciones y Textos I, Manantial, Buenos Aires, 1988.
- Lombardi, G. (1992). La función primaria de la interpretación. En Hojas Clínicas 2008. Buenos Aires: JVE.
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