Hoy en día vivimos en un mundo cuyo significado de felicidad
Enviado por Jerry • 14 de Diciembre de 2017 • 1.512 Palabras (7 Páginas) • 591 Visitas
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Se dice que la anorexia es un trastorno biopsicosocial, pero en realidad es en principio un trastorno psicosocial de origen y solamente en sus consecuencias y desarrollo biológico, ya que en su transcurso se induce una grave malnutrición. Hay un placer corporal en todo ascetismo, pues la consunción modifica la percepción de goce. Este triunfo en solitario puede reciclar la patología anoréxica y convertirla en algo difícilmente reversible. Desde lo psíquico, la digestión es la acción de captar e integrar al cuerpo lo asimilable del mundo exterior y expulsar lo que no se puede digerir. El alimentarse tiene ese simbolismo que logra asimilar e incorporar lo externo para hacerlo propio. El hambre se rige por este deseo de posesión, absorción e incorporación de lo que se encuentra en nuestro exterior, y al rechazar la comida, también están rechazando la incorporación de la otra persona a su espacio personal.
La Melancolía en la Anorexia
Podemos decir que la melancolía se presenta como un conflicto interior que se genera a raíz de una depresión generada por pérdida o separación, que naturalmente estaría seguida por un duelo, pero en estos casos, el duelo no se supera, sino que la melancolía lo sustituye, provocando que el sujeto se identifique con el objeto del que se quiere separar, lo que ocasiona una auto-agresión frecuente. La diferencia entre un duelo y la melancolía es que un duelo se vive con pena por pérdida externa y no causa un empobrecimiento de la autoestima, como ocurre en la melancolía. “Y es que en su elaboración por el duelo de la pérdida de Algo o Alguien, el melancólico vive la pérdida como si hubiera tenido efecto en su propio Yo.” (Hernández, 1998).
La baja autoestima que se ubica dentro del duelo melancólico, va de la mano también con la inhibición y restricción del propio ser, lo que provoca una falta de interés por el mundo exterior, enfocándose solamente en ellas y en su enfermedad, que es la que día con día refuerza su identidad dentro de la sociedad en la que viven y que al mismo tiempo significa la entrega completa de su ser a este duelo melancólico.
“La ambivalencia del anoréxico hacia el Objeto o Ser Relacional de importancia básica le hace sentir a este Ser primordial con el que se relaciona, por un lado nutricio- desde la búsqueda o principio de conservación- y por otro devorador- desde la satisfacción erótica o principio del placer. El no comer se emplea desde la Melancolía como vía defensiva para no ser devorado por dicho Objeto, como expresión simbólica de no dar entrada al Otro en la relación interpersonal. No comer tiene una clara vertiente somática, pero también muestra en la anorexia una rica actividad mental de carácter regresivo, utilizando el cuerpo como vehículo expresivo. La AN supone una utilización perversa del hambre, con beneficio primario de goce masoquista.” (Hernández, 1998)
Cuando una persona con anorexia tiene hambre, lo niega porque el hambre es el deseo de incorporar al Otro, al objeto que desean y no pueden tener como una amenaza que traiciona a su identidad, es entonces cuando la anorexia ocupa el lugar del deseo en la persona para evitar la dependencia de cualquier objeto que ponga en riesgo su nueva identidad. El objetivo que buscan alcanzar las personas que padecen esta enfermedad no es la muerte, sino afirmar su identidad a partir del dominio que creen tener sobre su cuerpo para establecer límites que han estado mal definidos durante todo el curso de su vida. Al momento de separarse del Otro, la persona enferma cae en una cuestión de querer ser otra persona, dada por la añoranza de un ideal perdido.
“La instancia crítica del melancólico está en la identificación con el Objeto ambivalente introyectado: cuando se critica a sí mismo critica al sujeto amado-odiado que ha interiorizado y la investidura de Objeto se sustituye así por la formación de síntomas para llegar a una peculiar y ambivalente identificación: así cuando se queja de sí mismo se está quejando del Sujeto con quien se identifica, en plena fase narcisista, de introyección del Otro. Y en plena ambivalencia objetual, pues ama y odia al Otro, tapa la propia falta atacando al Objeto interiorizado: por eso vemos que el melancólico se hace daño a sí mismo.” (Hernández, 1998)
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