TEMA- EL LABERINTO DE LA SOLEDAD

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Siempre nos inculcaron que no debemos expresar –al menos los hombres– nuestro dolor y aflicción porque está mal. Eso es de las mujeres. Ellas son las débiles, las “rajadas”, las que dejan que el mundo penetre en ellas, las que se abren. Y no es que Octavio Paz sea un machista y descalifique de esta manera también a la mujer, es sólo que trata de reflejar el pensamiento mexicano, lo cual encuentro certero ¿o es que no sucede así? Siempre el hombre reprimiendo todo su ser.

Y sin poder expresar verdaderamente lo que siente, se encuentra atrapado. Ensimismado, fingiendo externamente no sentir lo que siente. Esa es la verdadera soledad: estar atrapado dentro de ti mismo sin posibilidad de salir. Por eso es una ambivalencia, porque en primera instancia consiste en tener conciencia de sí, donde la única compañía que tenemos son nuestros pensamientos; y la otra es un deseo por salir de sí mismo, de escapar.

Es algo estúpido y paradójico a la vez: no podemos expresarnos con libertad así que nos sentimos mal, y no podemos expresar ese malestar entonces lo reprimimos y volvemos a sentirnos mal, de nuevo no podemos expresarlo y es como si fuera un círculo vicioso de represión.

Y es aquí donde toma importancia la fiesta. Es ese momento único en el que el tiempo deja de suceder y el presente es sólo eso: el presente. Es verdad y concuerdo que las festividades –de las cuales podemos encontrar el calendario repleto de ellas– son la forma del mexicano de sublimar su soledad. Es entonces cuando puede dejar abajo la máscara y sacar todo lo que se ha callado, de gritarlo al mundo y no tener miedo a ser reprendido. Por ello el día 15 de septiembre justo antes de media noche, se da el “grito de independencia”, podemos encontrar a multitudes de mexicanos gritando, gritando para callar el ruido de su malestar. ¿Gritan porque somos independiente del yugo de otro país, o gritan porque justo en ese momento somos independientes de nuestro malestar?

Algo curioso de esto es que si, comprendemos cómo es este sentir ¿no sería más fácil comprender a los otros? Paz menciona que en la soledad abierta es donde está la trascendencia, donde podemos encontrar a otros solitarios. Pero esto implicaría que en primer lugar haya una aceptación. Sin embargo vivimos en la negación, nos es más cómodo no aceptar nuestra condición y preferimos evadirlo con palabras que aparentemente no significan algo

- CONCLUSIONES

Al principio de este ensayo se mencionó una frase: “vivimos como soñamos…, solos.” Porque realmente cuando soñamos, nos encontramos solos, nadie más que nosotros y nuestros pensamientos, y vivimos de igual manera, sin la posibilidad de abrirnos a los demás. Vivimos dentro de nuestro caparazón evitando ser dañados y al mismo tiempo evitamos vivir.

Somos una ironía que trata de justificar su existencia con la constante creación de distintas ideas y conceptos que le den algún significado a nuestra vida. Vivimos en una sociedad altamente machista que nos inhibe, nos cohíbe, y esto solamente propicia demasiados conflictos en las personas y a su vez se da como un círculo vicioso.

Viviremos por siempre con nuestra soledad dando tumbos por ahí sin noción de qué hacer. Viviremos por ahí perdidos siendo “fuertes”, sin doblegarnos. Afligidos en el interior pero nunca débiles. Pero estoy totalmente en contra, ¿por qué sería débil el que se abre?, fuerte sería en cambio aquel con la capacidad de aceptar su ser. Aunque al parecer nunca será así, lo importante siempre será ser los fuertes hombres que nuestra sociedad nos exige ¿no? Los fuertes hombres perdidos en sí mismos, en un laberinto.

REFERENCIAS

Paz, O. (1950). El Laberinto de la Soledad. México: Fondo de Cultura Económica.