Impacto de las adicciones en los adolescentes

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¿Qué sucede con el adolescente que no tiene un entorno familiar cercano y acogedor?

¿Cómo se podría intervenir para que no desarrolle una adicción?

Lamentablemente desde el primer núcleo social en el cual se desarrolla el ser humano que es la familia, cuyo amor, comprensión, aprecio y sobre todo orientación es fundamental para el buen desarrollo de los individuos.

Mas sin en cambio la carencia de estos atraen al individuo a caer en adicciones o posibles conductas inadecuadas en una etapa en la que se presentan inquietudes, las cuales se podrían retomar en los círculos sociales para actuar como guías y fomentar la asertividad y control de emociones para canalizarlas de diversas formas las cuales no afecten a su salud.

Carecer de un ambiente armónico y con amor familiar arrastra a los adolescentes a repetir los pasos de “amigos” para salir de su realidad negativa y el ambiente generado dentro de su hogar, lo que incrementa la posibilidad de crear una dependencia hacia alguna sustancia por evadir la realidad y crearse una diferente, determinando un estado de confort personal equivocado.

Realiza una breve propuesta preventiva, tomando en cuenta los factores de prevención y de riesgo, individuales, relacionales y sociales que pueden influir para que el adolescente se vuelva consumidor de drogas.

Entendemos que existe una necesidad objetiva de disponer de un instrumento orientador de las intervenciones susceptibles de aplicarse con los menores que comienzan a tener problemas relacionados con las drogas

Cada sociedad en un momento determinado genera formas específicas de socialización y por tanto cada adolescencia se forma con unas características diferenciales y propias. Los adolescentes son particularmente sensibles ante la sociedad que les rodea: sus valores, tensiones políticas y económicas, sus reglas, las modas. Algunos de los valores y actitudes vitales que están definiendo a parte de la adolescencia del milenio son señalados en numerosas investigaciones como posibles “explicaciones” de los comportamientos descontrolados y los consumos compulsivos de drogas durante los fines de semana, especialmente durante el ocio nocturno.

Como educadores somos parte fundamental en la orientación de los adolescentes, puesto que el brindar un ambiente de confianza dentro del aula o de manera individualizada, es un punto positivo para compartir experiencia, inquietudes y posibles factores de riesgo que observamos en los alumnos. Además de motivar el acercamiento que facilite información positiva y negativa de acciones que no son las adecuadas. Es importante evitar los procedimientos y sistemas terapéuticos rígidos. Son personas en pleno y acelerado proceso de transformación, por lo que las respuestas deben tener un carácter de provisionalidad, observando atentamente el efecto que tienen sobre la construcción de la identidad del adolescente y su contribución a la adopción de alguna etiqueta por parte del menor totalmente desaconsejable. Esto implica el esfuerzo de estar en permanente actualización y descubriendo lo que se puede hacer en cada momento y cómo hacerlo, tal y como lo exigen los cambios constantes inherentes a la adolescencia.