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LA EMOCIÓN DE LA ALEGRÍA

Enviado por   •  14 de Diciembre de 2018  •  2.914 Palabras (12 Páginas)  •  245 Visitas

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La alegría es la más divertida de todas las emociones, es la emoción más graciosa, simpática, risueña, juguetona y, por supuesto la más alegre de todas, viene siempre que algo bueno nos ocurre, y cuando aparece se van las cosas feas que tenemos a nuestro alrededor. (Lescano, 2005), en otras palabras la alegría no es solamente una cuestión caracterológica o temperalmente, también es consecuencia inmediata de cierta plenitud de la vida y para la persona; esta plenitud consiste ante todo la sabiduría y el amor, la alegría es saber de las cosas humanas y divinas, y, además estar enamorado. Si uno ama y es amado, y da un trato amable a los demás, y a su vez, es objeto del don del amor, estará alegre y gozará de vivir. (Barajas, 2015), además los acontecimientos que provocan la alegría incluyen resultados deseables, como el éxito en una tarea, el logro personal, el progreso hacia una meta, la obtención de lo que queremos, lograr la estima, ganar respeto, recibir amor o afecto, tener una sorpresa maravillosa o experimentar sensaciones placenteras. Asimismo las causas de la alegría son esencialmente opuestas a la de la tristeza, la forma en que nos afecta la alegría también parece ser lo contrario a la manera en que nos afecta la tristeza. Cuando se está triste el estado de ánimo es letárgico e introvertido, con la tristeza se presenta el pesimismo y con la alegría, aparece el optimismo. (Reeve, 2010). Siempre que llega la alegría estamos dispuestos a recibirla, pero también conocemos algunas pequeñas “molestias” que puede traernos esta emoción, como por ejemplo para nuestro cumpleaños comenzamos a pensar y a pedir cada uno de los regalos que deseamos tener, la anticipación nos hace pensar tanto que la lista es interminable. Finalmente nos pone triste saber que no podremos recibir tantos regalos como deseamos, o simplemente cuando durante tanto tiempo hemos esperado ese momento, la sorpresa de recibir algo que no imaginábamos nos produce decepción, es decir sentimos malestar ante cualquier situación diferente a la que soñábamos. (Lescano, 2005). Por lo que respecta a las funciones de la alegría, a pesar de que algunos autores llegan a proponer que son difusas, dudando la existencia de una función específica, en diversos estudios se ha podido constatar que sí que se puede hablar de funciones concretas. Éstas parecen estar relacionadas con el bienestar general, repercutiendo de forma positiva en las dimensiones cognitiva, fisiológica y conductual. Cabe recordar en este momento las funciones que se han atribuido a la alegría desde las orientaciones psicoanalíticas, enfatizando que esta emoción, junto con las manifestaciones expresivas que la acompañan, se encontraría relacionada con la liberación de la tensión que se ha acumulado en el organismo. Además se propone que la alegría, junto con sus manifestaciones expresivas características, tiene sentido exclusivamente en un ámbito social, así una función fundamental de la alegría consiste en favorecer la relación interpersonal, influyendo sobre los demás, favoreciendo la diversión, permitiendo mostrar el afecto o estima que se siente por alguien, y suavizando las eventuales tensiones que con frecuencia se generan en el ambiente interpersonal. Por otra parte, la alegría posee también la función de incrementar considerablemente los umbrales para la elicitación de la conducta de agresión. Así mismo, desde un punto de vista fisiológico, también se ha podido observar que la alegría produce importantes modificaciones en el balance hormonal del organismo, particularmente en el sentido de disminuir los niveles de cortisol, de epinefrina y de hormona de crecimiento. Es decir en el plano endocrino, la alegría produce los efectos opuestos a los que se aprecian en las situaciones de estrés. (Palmero, Fernández, Martínez, & Choliz, 2002). Así mismo, (Reeve, 2010) nos dice que la función de la alegría es bipartita, por una parte facilita una buena disposición a involucrarnos en actividades sociales, ya que sonrisas de alegría facilitan la interacción social, y además si las sonrisas continúan ayudan a que se formen y fortalezcan relaciones. Pocos estímulos sociales son tan poderosos y gratificantes como la sonrisa y la inclusión interpersonal. Así, la alegría expresada es el pegamento social que une las relaciones, como las de un niño y su madre, las de los amantes, los compañeros de trabajo y los compañeros de equipo. Un segundo beneficio de la alegría es su “función tranquilizadora”. La alegría es un sentimiento positivo que hace placentera la vida. Lo agradable de la alegría, en consecuencia, contrarresta las inevitables experiencias de frustración, disgusto y afecto negativo general de la vida; nos permite preservar el bienestar psicológico. La alegría tiene una forma de deshacer los efectos aflictivos de las emociones; por ejemplo cuando los padres cantan y hacen caras graciosas para tranquilizar a los niños afligidos y cuando los amantes muestran afectos para mitigar los intercambios emocionales que de otro modo incrementan lo negativo.

A continuación detallaremos la respuesta fisiológica, la respuesta motora-expresiva y la respuesta experiencial-subjetiva de la alegría. La respuesta fisiológica de la alegría se caracteriza por una deceleración de la frecuencia cardíaca y una activación del músculo zigomático, cuya acción permite la elevación de las comisuras de la boca, esto ocurre cuando la experiencia y expresión de la emoción de la alegría ocurre de una forma “relativamente calmada”. Sin embargo, la emoción de alegría también puede ir acompañada por grandes manifestaciones de exaltación, júbilo y excitación, con grandes carcajadas y gran actividad motora, en estos casos se aprecia un considerable incremento de la frecuencia cardíaca, la presión sanguínea y la tensión muscular, características, todas ellas, del predominio funcional del sistema simpático. También se ha podido apreciar que la alegría produce efectos beneficiosos sobre el sistema inmunitario, constatándose que su experiencia desencadena importantes incrementos en el nivel de endorfinas y de inmunoglobulina en la saliva. En este mismo sentido, se propone que es bueno tener presente que la emoción de alegría, y, por supuesto, la risa a ella asociada, generan un proceso psicofisiológico especial de incrementar notablemente la funcionalidad del sistema inmunológico. Tener la capacidad de filtrar los acontecimientos cotidianos desde el prisma del buen humor, de la alegría, de la risa, no sólo nos ayuda a cambiar el estado de ánimo o humor cuando es negativo, sino que a la misma vez nos ayuda a mejorar nuestra salud en general. (Palmero, Fernández, Martínez & Choliz, 2002). Con referencia a la respuesta motora- expresiva de la alegría se podría indicar que las manifestaciones

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