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LA EVALUACION, TRATAMIENTO Y PRONOSTICO EN DELICUENTES, JOVENES Y ADOLESCENTES

Enviado por   •  8 de Octubre de 2018  •  4.327 Palabras (18 Páginas)  •  387 Visitas

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Habitualmente se utilizan datos oficiales para justificar o hacer referencia a la presencia de delincuencia en un contexto determinado. Sin embargo, este hecho plantea un problema con respecto a la denominada “cifra negra” de la delincuencia, es decir, aquellos delitos no conocidos por las autoridades y por tanto ausentes en las estadísticas oficiales

Las cifras oficiales sobre delincuencia sólo incluyen delitos que son denunciados, suponiendo ello una grave limitación a la hora de estudiar el fenómeno de la delincuencia. Algunos estudios sugieren que la magnitud de la cifra negra es aproximadamente diez o veinte veces mayor que la reflejada en las estadísticas oficiales

Por tanto, si queremos conocer el impacto real del fenómeno en la sociedad deberemos tener en consideración la magnitud total del problema, así como determinadas características psicológicas y sociológicas de los jóvenes implicados en conductas desviadas y de los contextos en los que éstas se llevan a cabo. Debido a estas razones, se ha planteado la necesidad de desarrollar e incorporar en el campo de la investigación sobre delincuencia otros métodos alternativos de recogida de información, que complementen las estadísticas oficiales y faciliten la profundización en el conocimiento de las conductas delictivas de los jóvenes. Este es precisamente el objetivo que se pretende alcanzar mediante la utilización del método de autoinforme

El método del autoinforme supone que la información recabada hará referencia a la conducta “admitida” por los jóvenes a través de preguntas directas sobre su propia conducta antisocial y las variables contextuales que influyen en la misma.

De este modo, se facilita la construcción de una visión real acerca del fenómeno delictual juvenil. Además, la utilidad y veracidad del método del autoinforme han sido comprobadas empíricamente, siendo este sistema de recogida de datos avalado por la comunidad científica.

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Valoración del riesgo de violencia y predicción de la conducta delictiva

En los últimos años se han desarrollado nuevas técnicas para predecir la conducta violenta basadas en tres elementos principales:

- un mejor conocimiento de la naturaleza y procesos que producen la violencia.

- la sustitución del término “peligrosidad” por el de “riesgo de violencia”.

- el desarrollo de protocolos e instrumentos de uso profesional para la valoración del riesgo de violencia.

Una de las primeras dificultades para el estudio de la violencia es su delimitación conceptual, siendo muy frecuente encontrar bajo la etiqueta de violencia, erróneamente, fenómenos distintos tales como agresividad, impulsividad o delincuencia. Además, el concepto de violencia puede entenderse como acción o comportamiento y como disposición, capacidad o atributo psicológico.

Ambas connotaciones deben diferenciarse claramente ya que los determinantes de una acción y los de una disposición son distintos. A nivel global podríamos decir que la violencia es una conducta compleja, heterogénea, intencionada, infrecuente y multicausal. No obstante, para predecir la conducta violenta no necesitamos conocer sus causas eficaces, sino qué factores de riesgo están asociados con ella y, al respecto, han sido varios los estudios que han demostrado que cada tipo de violencia tiene sus factores de riesgo y protección asociados de forma específica.

En un principio la predicción de la conducta violenta se basaba en la valoración de la peligrosidad del sujeto desde una perspectiva clínica no estructurada. La peligrosidad ha sido definida como la propensión de una persona a cometer actos violentos, y categorizada a nivel legal como el riesgo de cometer delitos graves por parte de un sujeto.

No obstante, la peligrosidad es una variable discreta, estática y genérica que lleva a tomar decisiones del tipo todo/nada en el pronóstico, guiadas únicamente por el juicio clínico del profesional. Por ello, se ha considerado pertinente sustituir el concepto de “peligrosidad” por el de “riesgo de violencia”, ya que éste último es un constructo continuo, variable y específico, que permite tomar decisiones graduadas de pronóstico futuro de violencia.

Comienza con este cambio de paradigma una segunda etapa en la valoración del riesgo sustentada en los procedimientos actuariales. El procedimiento actuarial basa la valoración del riesgo en la utilización de instrumentos objetivos que cuantifican el riesgo de violencia, y ponderan la importancia de la información obtenida utilizando reglas matemáticas empíricamente sustentadas. Así, el riesgo podría entenderse como: “un peligro que puede acontecer con una cierta probabilidad en el futuro y del que no comprendemos totalmente sus causas o éstas no se pueden controlar de forma absoluta”.

Por ende, por factor de riesgo se entendería toda aquella característica (ya sea ésta personal, familiar, grupal, social…) cuya presencia aumenta la probabilidad de que se produzca un determinado fenómeno. Es decir, en el caso que nos ocupa, un factor de riesgo sería toda aquella variable que sitúa al joven, en cierta medida, en una posición de vulnerabilidad hacia el desarrollo de conductas antisociales o delictivas.

Sin embargo, para entender el concepto de factor de riesgo se necesitan una serie de matizaciones. En primer lugar, el factor de riesgo conlleva una concepción probabilística, no determinista; esto es, la presencia de factores de riesgo no implica necesariamente que el sujeto vaya a desarrollar la conducta problema, sino que éste tendrá una mayor probabilidad de manifestarla en comparación con individuos que no están bajo la influencia de dichos factores.

En segundo lugar, los factores de riesgo son descriptivos, es decir, dan cuenta de la relación existente entre ciertas variables de riesgo y la conducta problema en un momento determinado. No obstante, no se puede establecer en base a los mismos una relación de causalidad de la conducta problema. Además, se ha sugerido que tales factores interactúan y se influyen mutuamente, por lo que ningún factor por sí solo permite predecir adecuadamente la conducta problema.

Por último, se ha planteado que los factores de riesgo tienen efectos acumulativos; ello implica que la exposición continuada a un factor de riesgo incrementa la probabilidad de desarrollar la conducta problema en mayor medida que si el sujeto solo se ve expuesto al mismo en un momento puntual.

Se

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