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La vida sexual de los salvajes del Noroeste de Melanesia

Enviado por   •  4 de Mayo de 2018  •  4.050 Palabras (17 Páginas)  •  416 Visitas

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Al marido no lo consideran padre, es decir, genitor o engendrador, sino únicamente esposo de la madre. Es por eso que los hijos del matrimonio pertenecen unilateralmente a la descendencia de la madre. Este es solo el padre social, encargado de la guarda y protección del niño.

Para respetar el imperativo de la exogamia, los esposos deben pertenecer a clanes distintos. La madre es quien transmite a la prole la sustancia espiritual de su tótem. Como la del padre no coincide con la de sus hijos, se da la paradoja de que la relación entre padre e hija no la consideran incestuosa-con el severísimo castigo que ello comportaría-, aunque sí repugnante e impropia.

A su vez, hay otra condición que los indígenas consideran indispensable para la concepción y el parto, que son las relaciones sexuales, reconoce una cierta conexión entre la sexualidad y el embarazo.

Una virgen no puede concebir porque no hay camino por donde pueda entrar el niño y, así, concebir la mujer. Cuando el orificio está bien abierto, los espíritus se dan cuenta e introducen al niño. Es decir, que la virginidad es un obstáculo mecánico para la fecundación espiritual. Entonces, la vía debe estar abierta para que entre el niño y se agranda con las relaciones sexuales.

Apartado el obstáculo, el hombre y la mujer no tienen ya necesidad de unirse para producir un niño, es solo la primera vez que lo hacen por ese motivo, luego lo hacer por placer.

Una de las causas por las cuales los indígenas creen en que una muchacha puede tener un hijo sin necesidad de relaciones sexuales previas es porque en la Isla hay algunas mujeres muy feas y repulsivas que nadie cree que hayan podido tener nunca relaciones sexuales (salvo, claro está, aquellos pocos que tuvieron relaciones con esas mujeres, pero no lo dicen por su reputación, porque a los feos los dejan de lado). Por ejemplo hay una mujer en la tribu que tiene un rostro repulsivo y un cuerpo deforme, su fealdad fue siempre fuente inagotable y eje de toda suerte de bromas obscenas basadas sobre la imposibilidad de ser amante. En la tribu dicen que jamás ningún hombre había podido tener relaciones con ella. Y, sin embargo, esta mujer tenía un hijo.

Otro caso de otra mujer era que decían que era tan fea, que cualquier hombre se hubiera avergonzado de tener relaciones con ella. Lo dicho implica que la vergüenza social produce inhibición más fuerte que la repulsión sexual. Y esta mujer, tenía 5 hijos.

También, argumentan diciendo que hay mujeres no casadas, que habiendo tenido numerosas y frecuentes relaciones sexuales, no habían engendrado hijos.

Un hombre cuya mujer queda embaraza en su ausencia, acepta alegremente el hecho y el hijo, sin ver en ello razón alguna para sospechar de su esposa. Un ejemplo de esto es que un indígena contó que habían regresado a su casa después de un año de ausencia, había encontrado un niño recién nacido y eso es una prueba final de la verdad según la cual las relaciones sexuales no tienen nada que ver con la concepción.

Los hijos nacidos en el curso de una ausencia prolongada del marido son reconocidos por éste como hijos suyos, es decir, como seres unidos a él por las relaciones sociales de hijos a padre. Los hijos nacidos fuera del matrimonio no lo son. Un trobriandés no consentirá nunca en reconocer como suyos a estos hijos porque se considera deshonrada a la mujer que tenga hijos antes de casarse, entonces el hombre puede negarse a desposarla. Un ejemplo de esto es un trobriandés tenía relaciones con una muchacha, dando luego a luz a un niño, entonces ese hombre la abandona. Sabía perfectamente que la muchacha no había tenido nunca relaciones con otro hombre; pero de acuerdo a las ideas indígenas no tomo en consideración la cuestión de la paternidad fisiológica; le bastaba con que hubiera sido prenupcial la maternidad de su querida.

En suma, el marido es el padre de los hijos nacidos de una mujer casada, pero los hijos de una soltera “no tienen padre”. La paternidad es una relación social que no existe fuera del matrimonio. La costumbre no admite que una mujer soltera tenga hijos, aunque acepte el que tenga cuantas relaciones sexuales quiera. Es decir, que para el indígena todo acto contrario a la costumbre es malo.

TRIBU DE COSTUMBRES SEXUALES LIBERALES.

Los trobriandeses son muy libres y sencillos en sus relaciones sexuales, pero tienen algunos límites que es tener relaciones con la madre y los hermanos/as. La iniciación sexual de estos indígenas comienza en una edad muy tierna.

La vida sexual de los niños trobriandeses:

Los niños gozan de libertad e independencia en relación al sexo. En primer lugar, los niños escuchan hablar mucho de cosas que se relacionan con la vida sexual de los mayores. En la casa misma, donde los padres no tienen posibilidades de aislarse, el niño tiene múltiples ocasiones de adquirir informaciones prácticas relativas al acto sexual. No se toma ninguna precaución especial para evitar que los niños asistan como testigos oculares a las relaciones sexuales de los padres. A lo sumo, los padres les dicen a los niños que se cubran la cabeza con una esterilla.

También, se les permite a los niños que asistan a conversaciones en las cuales se habla abiertamente de cosas sexuales y ellos comprenden perfectamente el tema de la conversación.

Por ejemplo, las niñas acompañan a sus padres en las expediciones de pesca, en cuyo curso los hombres se despojan de la hoja púbica y ninguna idea obscena se asocia ante esa situación porque se la considera natural.

Respecto del niño, está mucho menos en contacto con la madre, porque existe el tabú del incesto y se opone a toda intimidad susceptible de provocar deseos sexuales entre la madre y el hijo, y, sobre todo, entre éste y sus hermanas.

Los niños tienen múltiples ocasiones de instruirse sobre las cosas sexuales. Se inician unos a otros en los misterios de la vida sexual, y esto de una manera directa y práctica y desde la más tierna edad. Mucho tiempo antes de ser capaces de realizar el acto sexual, saben lo que es la vida erótica. Se entregan a juegos y diversiones que les permiten satisfacer su curiosidad respecto al aspecto y función de los órganos genitales y derivan a cierto placer. La manipulación de los órganos genitales y algunas perversiones, tales como la estimulación oral de estos órganos, son las formas típicas de estos divertimientos.

Los niños y niñas pequeños son iniciados frecuentemente por sus camaradas de más edad, que les permiten asistir a sus propios retozos

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