METAMORFOSIS DE LA PUBERTAD

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La primera satisfacción sexual está conectada a la nutrición y la pulsión sexual tiene un objeto que se encuentra fuera del cuerpo propio: el pecho materno. Esta se pierde más tarde, justamente cuando el niño logra hacerse una represión global del sujeto que poseía el órgano que le producia satisfacción.

Luego la pulsión pasa a ser autoerótica, y sólo después del período de latencia se restablece la relación originaria. El hecho de que el niño mame del pecho de su madre, se vuelve paradigmático para todo vínculo de amor posterior. El hallazgo del objeto es entonces, un reencuentro.

A lo largo de todo el periodo de latencia, el niño aprende a amar a otras personas que cuidan de él y satisfacen sus necesidades, siguiendo el modelo de sus vínculos de lactante con su

El trato del niño con la persona que lo cuida es para él una fuente continua de excitación y satisfacción sexuales a partir de las zonas erógenas (lo besa, lo acaricia). Todas las muestras de ternura de la madre despiertan la pulsión sexual del niño y preparan su posterior intensidad. Finalmente, al llegar a la madurez, la pulsión conduce al niño a la elección del objeto sexual.

Lo más inmediato para el niño sería escoger como objetos sexuales justamente a las personas a quien desde su infancia ama pero, se ha erigido la barrera del incesto y los preceptos morales que excluyen de la elección de objeto, por su calidad de pariente consanguíneo, a las personas amadas de la niñez. El respeto de esta barrera es sobre todo una exigencia cultural de la sociedad.

El rehallazgo del objeto se puede dar por:

-Apuntalamiento: siguiendo el modelo de la temprana infancia.

-Narcicismo: se busca al yo propio y se reencuentra en otros. La persona se busca a sí mismo a través de otros.