OKURIBUTO. Violines en el cielo

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persona hubiese sido difícil, pero gracias a ello, tocando el chelo, trayendo a su memoria sus recuerdos de la infancia y sintiendo la vida en su esposa, en su piel y su calor comprendió que la muerte es algo natural en todos los seres vivos.

Aunque pareciera que es triste venir aquí solo para morir, no es el hecho de que se acaba la vida lo más importante, es el cómo estuviste presente en esos momentos, llorando, riendo, escuchando, contemplando, ganando y perdiendo, no se pasa por la vida, se vive existiendo.

Además de la perspectiva que las personas pueden tener acerca de la muerte es destacable el asunto del control que cada quien tiene sobre su muerte; pocas personas si no es que casi nadie tiene ese control, y es aún más notable cuando ya ha fallecido la persona, pues simplemente en el caso del ataúd es tu última compra, te arreglan y visten y tú no lo haces.

Esta cinta filmográfica hace hincapié en el ritual de preparación de un cadáver pues es en este espacio en donde se enfrenta y vive la muerte de los seres más cercanos ayudando a entender la muerte y valorar la vida. En la cultura japonesa lo explican de una forma apegada a lo espiritual como el lavado del cuerpo para eliminar el cansancio y dolor de este mundo, siendo así el primer baño a un nuevo mundo. Siempre asistiendo con suavidad y cuidado para preservar la dignidad, es por ello que los parientes no deben vean la piel desnuda del difunto.

Entender que su trabajo era un rito importante para la familia pues con él se restauraba bellamente a alguien para toda la eternidad, al entender esto cualquier persona puede comprender que la partida de un ser querido o la propia muerte no es un asunto de tristezas, es el momento exacto en donde se recuerda la esencia del ser, sus lecciones y virtudes, y también el ejercicio del perdón.

Es bueno que esta película aborde no solo la muerte si no el ciclo natural de la vida completo, en las primeras escenas al momento de devolver un pulpo vivo, en donde reconocen y valoran el hecho de que aún sigue con vida y al incluir la gestación del primogénito del personaje principal de la historia.

Finalmente me quedo con la idea de que morir no es el final, no el sentido de reencarnar, si no en el hecho de que trasciendes con tu historia el valor de tu existencia para los demás pero principalmente para la propia plenitud.