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QUE GRAN IMPACTO TIENE LA PSICOLOGÍA EN MI VIDA

Enviado por   •  7 de Noviembre de 2018  •  1.593 Palabras (7 Páginas)  •  391 Visitas

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Muy diferente el sentido de la muerte en el México prehispánico, ya que está ligada a ciertos dioses y a la vida después de la muerte: en sentido horizontal estaban los cuatro rumbos del universo, cada uno de ellos regido por un dios y asociado a un color. El dios viejo, señor del fuego, quien mantenía el equilibrio universal desde el centro. El rumbo del norte estaba regido por el Mictlantecutli, este rumbo era el lugar de los muertos. En contraposición, al rumbo del sur lo regía Huitzilopochtli y era el lugar de la abundancia. El oriente lo presidía el Tezcatlipoca, el Sol diariamente comenzaba su recorrido para alumbrar el mundo de los hombres. El poniente estaba regido por Quetzalcóatl y representaba a las mujeres y por ende era el rumbo femenino del universo. Pero, con la evangelización propia de la conquista española, el choque cultural derivó a una estructura de como admirar o temer a la muerte.

El mexicano actual, a pesar de su modernidad y el avance científico, ha llenado su mundo de leyendas coloniales y mitos indígenas, de poesía, baladas y refranes con una mezcla de respeto y humor; incluso se dice que nos burlamos de los decesos o reímos de miedo, y esto derivó a raíz de la creación de La Catrina, diseño de José Guadalupe Posada, inspirado al mezclar la idea prehispánica del esqueleto con la religiosidad católica, y bautizada por el muralista Diego Rivera. Desde entonces, cada festividad a los difuntos el 1 y 2 de noviembre es el símbolo de festividad, algunos con un simil entre ideas extranjeras como el Halloween y la parte evangelizada. Pero, dejando de la lado los festejos y los dobles sentidos, al enfrentar el hecho de perder a un ser querido, a una mascota o una vida en general, la respuesta a estar preparados para asumir que la transición efímera de este ciclo de vida ha terminado, la reflexión se torna oscura, el miedo, la incertidumbre e incluso el pánico son el sentir y pensar de todos los días, pues está nos rodea a cada segundo.

Después de fallecer, el ser humano experimenta un sentir llamado duelo que es el proceso que se experimenta de diferentes formas e intensidades, varían según la edad, el sexo, el vínculo afectivo, la fortaleza emocional y espiritual y hasta la cultura a la que pertenecemos. La uso útil del duelo es recuperarse de la forma más tranquila en el tiempo más corto posible y en ese tiempo lograr el equilibrio emocional, y no transcurrir de un duelo considerado “normal” a padecer un duelo patológico, que es cuando se vive y se reacciona con sentimientos y emociones desproporcionados a los que se esperan cuando un ser amado muere. Este tipo de duelo requiere ayuda profesional inmediata.

Las etapas del duelo, según opina la doctora Elisabeth Kübler-Ross, quien es considerada como la madre de la tanatología, son cinco: negación y aislamiento, ira, regateo, depresión y, finalmente, aceptación. En ocasiones es posible sufrir síntomas idénticos a los de un proceso de duelo sin que se haya padecido la muerte de un ser querido debido a la ocurrencia de sucesos que pueden desencadenarlos, como una enfermedad incurable o terminal, un divorcio, la pérdida del trabajo o de un miembro anatómico, la ruina económica, una decepción amorosa, la prisión o un fracaso profesional, entre otros. El tanatólogo deberá asistir a estas personas para que logren la aceptación del hecho en estos casos, y orientar a la familia a vivir un proceso de duelo lo más saludable posible y en el menor tiempo, si hubiese ocurrido la muerte de un ser querido.

Concluyo, en la actualidad, hay un gran número de personas preparadas para ayudar a curar el dolor del proceso de morir, tanto en el enfermo como en la familia. El trabajo tanatológico no termina con la muerte de alguien, sino que continúa hasta que el familiar concluye su trabajo de duelo y llega a la verdadera aceptación de la muerte de su ser querido. La muerte es un proceso natural de la vida, al igual que el crecer y reproducirse, tan cotidiano como el nacimiento de un nuevo ser; el problema está cuando nos toca de cerca, pues en ese momento atravesamos por una serie de sentimientos tales como fragilidad, vulnerabilidad y amargura, los cuales no estamos preparados para enfrentarlos y vivir con ellos; la mente reacciona de manera diferente cuando este trágico suceso llega a nuestras vidas, y entonces las reacciones son intensas, con cambios psicológicos, conductuales y emocionales que marcan la vida por lapsos variables.

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