El deseo de obtener determinado objeto hace que la gente quiera negar su propia realidad

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“no se trata ya de imitación ni de reiteración, incluso ni de parodia, sino de una suplantación de lo real por los signos de lo real, es decir, se trata de una operación de discusión de todo proceso real por su doble operativo, por su simulacro”. (Baudrillard, 1978, pág. 7), es difícil diferenciar cuando nos están mintiendo o diciendo la verdad, la sociedad y la gente en su mayoría no le gusta el lugar al que pertenecen, por esto prefieren vivir rodeados de mentiras a que asumir su pertenencia.

Un claro reflejo de lo vulnerable que podemos llegar hacer con el tema es lo representado por el director Peter Weir en el film The Truman show estrenada en 1998. Aquí se evidencia el claro reflejo del paradigma socio-critico, el cual consiste en promover las trasformaciones sociales, dando así respuesta a problemas específicos en una sociedad determinada y a sus miembros, en el caso de este film eran actores que daban vida y movimiento a esta falsa realidad en la cual estaba inmerso Truman, quien siendo fruto de un embarazo no deseado es adoptado por esta corporación para formar parte y ser protagonista de este show.

Esta falsa realidad creada por un productor ejecutivo llamado Christof, cuyo objetivo era realizar un show en vivo trasmitiendo las 24 horas del día de una persona, camuflando un estudio de grabación como una ciudad completa, para así poder controlar a través de guiones, micrófonos y cámaras ocultas el día a día del personaje principal.

Tanta era la dominación de su vida que llegaron a controlar hasta su vida amorosa, alejando a su verdadero amor Sylvia, por el solo hecho de no ser la actriz escogida para casarse con Truman. Expulsada del set crea un movimiento denominado free Truman el cual busca promover una transformación social y una libertad individual, de la cual Truman no era parte.

Existen aspectos bastante relevantes en este film, como por ejemplo el hecho de que era visto a nivel mundial, con tal relevancia que sus televidentes seguían sus movimientos en todo momento, dejando de lado sus quehaceres con tal de seguir la trama. Sus niveles de reflexión crítica disminuyeron al encontrar normales situaciones de las cuales se vulnera todo derecho, sin cuestionar las decisiones tomadas por el programa, encontrándose en una especie de alienación social.

Guiados por una industria cultural, la cual sacaba provechosos dividendos económicos, promocionando determinados productos durante la transmisión del show, de modo que los telespectadores lo quisieran obtener. En otras palabras nos encontramos frente a una fetichización de la mercancía, comprando cualquier producto por el solo hecho de que esta persona lo utilice.

Finalmente, producto de la vulnerabilidad que tienen algunas personas sobre su aspecto y personalidad es que el comercio se aprovecha para ofrecerle estándares a seguir, diciéndoles qué productos deben comprar y cómo comportarse, de esta manera satisfacen necesidades imaginarias impulsadas por el marketing, lo que maneja sus vidas ocasionando ésta pérdida de identidad que tanto conviene a la industria.