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El que vive para siempre

Enviado por   •  19 de Diciembre de 2018  •  1.605 Palabras (7 Páginas)  •  288 Visitas

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- Animo de parte del Señor

El momento era ideal. El Señor le dio aliento y fuerzas al apóstol al final de una batalla difícil y un poco antes de iniciarse otra peor. Los más encarnizados enemigos de Pablo y los más feroces combatientes en contra del evangelio de Cristo no habían sido capaces de arrebatar al apóstol de la poderosa mano de Dios, ni lo serían jamás.

- Las asechanzas de los judíos

El odio asesino de los religiosos judíos fue aumentando hasta llegar al grado de que una banda de cuarenta enemigos se juramentaron bajo maldición a no comer ni beber nada hasta que mataran a Pablo. No hay nada más fanático que el apego de la gente a una causa religiosa para pelear por ella aunque sea la más errónea y falsa del mundo.

Esta conspiración contra el apóstol Pablo parecía terrible al principio, pero luego se tornaría en una serie de acontecimientos que finalmente se convertiría en la oportunidad para que él fuera llevado a la ciudad de Roma desde Jerusalén.

La sugerencia de los conspiradores fue que el concilio volviera a llamar a Pablo para seguirlo investigando. Ellos harían una emboscada para matarlo mientras lo llevaran desde de la cárcel hasta el lugar en donde se reunía el Sanedrín.

- La intervención oportuna. Hechos 23:16-22

Dios, quien conoce todos los secretos, no permitiría que este malévolo complot permaneciera oculto. Él tenía preparado un muchacho valiente y perspicaz para que descubriera el complot y llevara las noticias a Pablo y así evitar la muerte prematura de Pablo sin que llegara a su destino: la ciudad de Roma. Este joven era sobrino de Pablo.

No sabemos cómo el joven se enteró del complot, pero de una cosa estamos seguros: Dios motivó al sobrino de Pablo para que estuviera en el lugar oportuno en el momento justo para poder preservarle la vida al siervo de Dios.

- Pablo recibe ayuda providencial. Hechos 23:23-35

- A través del ejército romano

Dios no siempre proporciona ayuda a los suyos en la misma forma. Esta vez Él utilizó la mediación de ángeles, como lo había hecho en la liberación de Pedro en la cárcel. Tampoco hizo uso de un terremoto para favorecer a Pablo como cuando lo hizo cuando este se encontraba en la cárcel de Filipos. No obstante, la ayuda que dio Dios fue suficiente para la preservación de la vida de Pablo. El poder y la soberanía de Dios no tiene límite. Él puede movilizar naciones, ejércitos o individuos para el cumplimiento de sus divinos planes.

Aquella misma noche el capitán hizo preparativos para la partida de Pablo. Lo cierto es que el apóstol no estaba seguro en Jerusalén. Dos centuriones con sus respectivos cuerpos militares fueron comisionados para llevar a Pablo desde de Jerusalén hasta Cesarea.

El número de la guardia que acompaño a Pablo (cuatrocientos setenta hombres) nos demuestra la seriedad con la que el tribuno tomó el asunto. Él no podía descuidar la seguridad de un ciudadano romano. Tampoco podía ignorar el fanatismo religioso de los judíos. La presencia de Pablo podía dar origen a otra revuelta. Por eso Lisias optó por trasladarlo a Cesarea donde estaría más seguro a cargo del procurador romano.

El capitán Claudio Lisias envió con la guardia una carta al procurador romano Marco Antonio Félix. La carta y la actitud del tribuno demuestran que él consideraba que Pablo era inocente.

Esta carta es un documento histórico importante: En ella vemos la situación política de aquel tiempo, así como las fricciones entre romanos y judíos. Por otra parte vemos como Dios había preparado los canales del imperio romano para la transportación del evangelio a otras partes del mundo.

- A través del gobernador romano

Félix, quien había tenido tres matrimonios, estaba casado con Drusila, hija de Herodes Agripa II. Cilicia, el lugar de procedencia de Pablo pertenecía a Siria y estaba a cargo del jefe inmediato de Félix. Por eso, decidió tratar el caso como un representante del gobierno de Siria.

Tenemos que recordar que el imperio romano no estaba en la ciudad de Roma. Dios quería que Pablo testificara del evangelio en los distintos niveles del gobierno romano.

Ya fuera en la torre de Antonio en Jerusalén, o en la fortaleza construida por Herodes en Cesarea, Pablo no estaba solo. Su compañero constante era el Espíritu Santo quien lo cuidaba, lo fortalecía y lo inspiraba. En el fondo estaban los brazos eternos del Señor y la seguridad de que nada podía separarlo del amor de Dios en Cristo Jesús Señor nuestro.

Cuernavaca, Morelos., a 30 de julio de 2017.

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