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Ensayo Pastores Dabo Vobis

Enviado por   •  1 de Noviembre de 2018  •  2.574 Palabras (11 Páginas)  •  565 Visitas

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El radicalismo evangélico es una exigencia fundamental para los sacerdotes, dentro de este se encuentra un rico florecimiento de múltiples virtudes y exigencias éticas de las cuales destacan la obediencia, la castidad y la pobreza. Jesucristo es el modelo y fuente de estas virtudes.

CAPÍTULO IV: VENID Y LO VEREÍS

En Jn 1. 35-42, podemos observar el misterio que rodea a la vocación y aún más en este pasaje vemos como adquiere un valor simbólico para la vocación sacerdotal. La Iglesia también tiene como misión cuidar el nacimiento, el discernimiento y el acompañamiento de las vocaciones, pues en estas se define el ser profundo de la Iglesia, una asamblea de los llamados. Toda vocación cristiana tiene su fuente en el Padre y tiene lugar en y mediante la Iglesia, y en todas sus formas están destinadas a edificar la Iglesia, a hacer crecer el Reino de Dios en el mundo. Por todas estas razones el candidato debe recibir la vocación aceptando las normas y condiciones que pone la Iglesia.

Toda historia vocacional tiene un diálogo entre Dios y el hombre, entre el amor de Dios que llama y la libertad del hombre que responde en el amor, estos elementos aparecen como imprescindible en toda vocación. María ha sido la criatura que más ha vivido la plena verdad de la vocación. A la respuesta libre del hombre se le presentan algunos obstáculos que pueden evitar su realización; bienes materiales, que las exigencias parezcan demasiado radicales, las condiciones sociales y culturales de nuestro tiempo. Por todo esto es necesario una evangelización que no se canse de mostrar el verdadero significado del rostro de Dios, así como el verdadero sentido de la libertad humana para que la vocación pueda vivirse en la verdad, belleza, entrega y el gozo. La pastoral vocacional es la encargada en la Iglesia de cuidar el nacimiento y crecimiento de las vocaciones, sirviéndose de los dones y responsabilidades, de los carismas y del ministerio, recibidos de Cristo y de su Espíritu. Ejemplos de ello son la oración y la celebración de la liturgia. La oración como mandato de Jesús al pedir que no dejemos de rogar al dueño de la mies que mande obreros y la liturgia como la experiencia viva del don de Dios. También ha de acudirse a la predicación y la catequesis al igual que una dirección espiritual obligación en especial de los presbíteros para llegar a la plena madurez de Cristo. Es responsabilidad indudablemente del obispo y su presbiterio cuidar de las vocaciones sacerdotales. También la familia cristiana forma parte importante en la pastoral, pues ella funge como un primer seminario. De esta forma los diversos integrantes de la Iglesia harán más eficaz la tarea y el nacimiento de nuevas vocaciones.

CAPÍTULO V: INSTITUYO A DOCE PARA QUE ESTUVIERAN CON ÉL

Hay un tiempo para la formación destinado a desarrollar una relación de comunión y de amistad profundas con Jesús. El seminario es esta escuela del Evangelio, de vivir el seguimiento de Cristo, como los Apóstoles.

I. DIMENSIONES DE LA FORMACIÓN SACERDOTAL

El presbítero está llamado a ser imagen viva de Jesus, debe procurar reflejar aquella perfección humana, para ello debe cultivar una serie de cualidades humanas necesarias para la formación de personalidades equilibradas, solidad y libres. Debe tener una madurez afectiva que supone ser conscientes del puesto central del amor en la existencia humana, por eso se necesita una educación en la sexualidad que sea verdadera y personal, al igual que una libertad que sea verdadera, una educación de las obligaciones morales. Debe tener una formación espiritual, el hombre debe estar abierto a lo trascendente, una relación y comunión con Dios, pues para todo presbítero la formación espiritual constituye el centro vital que unifica y vivifica su ser sacerdote. Un elemento imprescindible para su formación espiritual ha de ser la Eucaristía. Es esencial para su vida y para su formación. Una formación intelectual es indiscutiblemente necesaria, participando de la luz de la inteligencia divina, trata de conseguir una sabiduría que, a su vez, se abre y avanza al conocimiento de Dios y a su adhesión. Con una adecuada formación humana buscamos un conocimiento más profundo de los misterios divinos, y podemos anunciar el inmutable Evangelio de Cristo y hacerlo creíble frente a las legítimas exigencias de la razón humana.

II. AMBIENTES PROPIOS DE LA FORMACIÓN SACERDOTAL

El seminario mayor es un revivir la experiencia formativa que el Señor dedicó a los Doce. Es necesario que se viva de un modo interior y profundo como una comunidad eclesial educativa, pues esta intensamente dedicado a la formación humana, espiritual, intelectual y pastoral.

El seminario menor, toma bajo especial cuidado, discerniendo y acompañando, los brotes de vocación sembrados en los corazones de los muchachos.

III. PROTAGONISTAS DE LA FORMACIÓN SACERDOTAL

Hay varias personas que intervienen en la formación:

El primer representante en la formación sacerdotal es el Obispo, el autentifica y estimula la finalidad pastoral, que constituye lo especifico de toda la formación de los aspirantes al sacerdocio; la comunidad educativa del Seminario que se debe sentir profundamente unida al Obispo, al que, con diverso título y de modo distinto representan, y entre ellos debe existir una comunión y colaboración convencida cordial; las comunidades de las que proviene el aspirante al sacerdocio, aun teniendo en cuenta la separación que la opción vocacional lleva consigo, siguen ejerciendo un influjo no indiferente en la formación del futuro sacerdote y el aspirante al sacerdocio es el protagonista necesario e insustituible de su formación, nadie nos puede sustituir en la libertad responsable que tenemos cada uno como persona. Por esto la acción de los varios educadores resulta verdadera y plenamente eficaz solo si el futuro sacerdote ofrece su colaboración personal, convencida, y cordial.

CAPITULO VI: TE RECOMIENDO QUE REAVIVES EL CARISMA QUE HAY EN TI

El don divino que ha sido dado por Dios ha de acogerse y vivirse como novedad permanente, pues el sacerdote ha sido marcado en su ser de manera indeleble y para siempre como ministro de Jesús. Toda vida exige un camino incesante hacia la madurez y una formación continua, con más razón esta. El alma y forma de la formación permanente del sacerdote como ya se había dicho anteriormente es a caridad pastoral. La formación permanente es la continuación

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