La Iglesia de los Pobres.
Enviado por Albert • 16 de Mayo de 2018 • 1.685 Palabras (7 Páginas) • 308 Visitas
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Dentro del concilio se sintió e impulso el deseo de no avergonzarnos ante el mundo moderno y a usar lo moderno para hacer más creíble al Dios cristiano.
En la Conferencia de Medellín se sintió el impulso a no ser quienes nos avergonzamos ante los pobres, y a no escuchar el reproche de la Escritura: “Por causa de ustedes se blasfema el nombre de Dios entre las naciones”. Y con humildad, puso manos a la obra de “lavar el rostro de Dios”.
EL CONCILIO Y LA EMERGENCIA DEL LAICADO
(María Clara Lucchetti Bingemer)
La solemne celebración de los cincuenta años del Concilio, especialmente invita a volver a dirigir la mirada hacia ese importante acontecimiento el renovamiento de la Iglesia. En la visión profética de Juan XXIII, el concilio sería como “un nuevo Pentecostés”, o sea, una profunda y amplia experiencia espiritual que reconstruiría la Iglesia católica no solamente como institución, sino también como movimiento evangélico dinámico, hecho de apertura y renovación.
Es en este contexto donde los fieles laicos están llamados, por su propia vocación cristiana, a llevar la perenne novedad del Evangelio de Cristo. Se necesita seguir reflexionando en lo que es propio de la vocación de los fieles laicos, que después de cincuenta años de la conclusión del Vaticano II no se puede dar por descontado, y que se podría resumir, en una palabra: secularidad
El Vaticano II tuvo desde el principio la idea de un papel más positivo y participativo de la fe católica en la sociedad. Su deseo era el de debatir no solo definiciones dogmáticas y teológicas, sino dirigir también la atención hacia los problemas económicos y sociales, viéndolos no como amenazas, sino como auténticos desafíos pastorales que exigían una respuesta por parte de la Iglesia.
Recuperando las fuentes
El concilio alude mucha vez, y de forma positiva, a los laicos. Los movimientos laicos apostólicos, muy activos en las décadas anteriores al Concilio, proporcionaron a los padres conciliares material importante e inspirador para poder avanzar superando obstáculos en dirección a una eclesiología más integrada y de comunión.
En este sentido, el Concilio:
- Va a procurar superar al menos en parte la definición negativa del laico, destacando características más positivas y valorándolo como miembro activo, el cual, es responsable de la construcción de un tejido eclesial.
- Se proclama y consagra una definición de Iglesia donde la condición cristiana común es anterior a la diversidad de funciones, carismas y misterios.
- Se revaloriza la comunidad, con un contraste con las eclesiologías verticalistas y jerarquizantes.
La misión de los laicos
El laico es aquel o aquella que debe construir la ciudad de los hombres y tratar con lo profano, dejando lo sagrado al cuidado del clero y de los religiosos. El carácter secular es propio y peculiar de los laicos. Mientras que de los clérigos se afirma que, si bien pueden ejercer una profesión o actividad secular forzados por las circunstancias.
Al referirse al apostolado de los laicos, la AA destaca igualmente su índole seglar, al reafirmar ser propio del estado de los laicos el vivir en medio del mundo y de los negocios temporales, ellos son llamados por Dios para que ejerzan su apostolado en el mundo a manera de fermento. El laico también debe trabajar en la Iglesia; entre las actividades propiamente pastorales, solo se menciona de forma explícita la catequesis, como campo de comunicación de la palabra de Dios propia de los laicos.
Conclusión: ensayo de un nuevo paradigma en tiempos posconciliares
A lo largo de las últimas cinco décadas se han destacado algunos logros por parte de los laicos que parecen apuntar hacia un nuevo paradigma, todo esto, motivado al resultado del Concilio Vaticano II. Por necesidad o por las circunstancias, los cristianos seglares han ido asumiendo y desempeñando ministerios y servicios antes restringidos a los clérigos o religiosos. A partir de ahí surgen figuras que diseñan un nuevo paradigma seglar. Estas figuras beben de la renovación conciliar y dan pasos audaces.
La tarea de los fieles laicos se lleva a cabo en la Iglesia y en el mundo. Se requiere una profunda toma de conciencia de la identidad cristiana recibida con el bautismo, de la llamada universal a la santidad y al apostolado; y esto no es quehacer de un día, sino de toda la vida. Los fieles laicos, como discípulos de Cristo, están llamados por su propia vocación cristiana a buscar y encontrar a Dios en el mundo, en el trabajo profesional, que no deben abandonar, en las circunstancias ordinarias de la vida familiar y social en las que se encuentran integrados. Es precisamente allí donde los laicos están llamados a ser testigos de Cristo y a hacerle presente entre los hombres
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