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De la astuta Identidad Nacional, el Compadrazgo y la Lambisconeria

Enviado por   •  25 de Agosto de 2018  •  2.896 Palabras (12 Páginas)  •  272 Visitas

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1 Ramos, Samuel. (1934). El perfil del hombre y la cultura en México (37° Edición). México, CDMX: Editorial Planeta Mexicana

Sollozando la humanidad durante los desastres y las catástrofes memorables, el mexicano ha demostrado más unidad para salir adelante cuando se habla de vidas en juego, en el terremoto del 85, y mediante testimonios de presentes, se podía respirar un aire viciado por la caída de construcciones, pero en cada montón de escombros habían almas que sin correr peligro, ponían en riesgo su salud, con tal de poder encontrar entre aquellos trozos de materiales inanimados, algún respirar que pudiese ser rescatado, demostrando que existe el espíritu de amabilidad, cuidado hacia al resto, algo meramente humano y racional.

- Compadrazgo – Lambisconería

¿Qué evita una construcción nacional en el ser de cada mexicano? Desde un inicio nos vimos desplazados como los vencidos, agachados siempre, pensando en pequeñas victorias y venganzas que cobrar con aquellos ante los cuales no levantamos la cabeza. La astucia mexicana otorga poder, pero ese mismo ha terminado por convertirse en algo adictivo para algunos, usar la inteligencia y la maña que se tiene para hacer negocios “sucios”, para mantener el poco o mucho poder poseído.

Existe siempre un camino sencillo y uno que requiere más trabajo y sacrificios, por ponerlo de alguna forma, los “amigos” que haces durante el trayecto, personas que quizá no son agradables para ti, o comparten valores, son el perfecto ejemplo de escaleras que parecen aguantar tu peso y el de mil hombres más, te suben a cambio de “pequeños favores” que son y serán tu soga al cuello, ¿qué más hacer entonces?, parece que la respuesta más obvia ha sido repetir el patrón, ser la escalera de alguien más y cobrar favores para obtener más de lo ya obtenido.

Malinterpretan algunos el halagar a quien parece digno de dichos comentarios favorables, con hablar de las inexistentes características del prodigioso indocto que les mira desde la lejanía que es un empleo, un puesto, ya sea político, legal o simplemente dentro de una empresa o ente. Es meramente humano el observar y

criticar, no de recurrencia grosera, a quienes les rodean, multitudes completas de variabilidad tan infinita como los números o la interpretación de una ley o código, más no es sino invención relativamente reciente, la creación del precepto que sigue al término “lambisconería”, palabras adornadas de un mal intento de poeta para quien parece ser el mecenas ideal. Común y aberrante es la escenografía que se prepara en la mayoría del ámbito social de nuestro país, cargando en nuestros hombros cansados a quienes merecen limpiar los pies de quienes ignoramos al no ver beneficio alguno en ellos.

Hay quien dice; “hay abogados que conocen las leyes, y otros que conocen al juez”, o “el que no tranza no avanza”, el compadrazgo mexicano termina por ser una red que impide el paso a quien piensa diferente. Puestos de vital importancia que son vistos solo como un salario cuantioso y seguro por quien ejerce, ejemplifíquese con nuestro actual presidente, su familia y el historial de gastos innecesarios es tan conocido como el hecho de saber colocar con perfecto orden a todo amigo suyo o al amigo del amigo, en una Secretaría de Estado o en el Congreso de la Unión, poco importa si esa persona no cuenta con los conocimientos clave para respaldar su carrera laboral, siempre puede “venir a aprender”. ¿Qué hace el joven mexicano aspirante al sector político o social? Es complicado englobar a todo estudiante en una decisión, pero sin beneplácito en decirlo, los más en cantidad de este grupo social, piensan en que es mejor ir haciéndole conversación o el cafecito a esa persona que parece va a “llegar lejos”. En cuanto a la culpa, no es solo del gobierno como tampoco solo del pueblo, tanto peca el que da un puesto a un ignorante, como el ignorante que lo acepta por dinero (sin pensar en su patria), igualmente quien acepta la decisión está en su pasividad de no participación, y de aquí que el ciclo se repita.

- Sobre el derecho y el ser – ¿Ideal?

Al pasar de los años, irreversibles por naturaleza, el Derecho se ha visto trasformado para acoplarse a las necesidades que ha sentido una nación de acuerdo al tiempo. Si se menciona a algunas constituciones –en derecho

constitucional-, códigos procesales, penales, civiles, etc. que han llegado a presentarse como Derecho Positivo en México, abundaras en que las normas, reglas, artículos, señalamientos, establecidos, si se leen a plena voz, parecen ser adecuados, llegan a indicar que el país estará en buenas manos si se siguen los estatutos, encantan por sus bien empleadas palabras y sus conceptos de Derecho social. Pero en tanto aquellas palabras terminan en boca de unos tantos “politiquillos”, averiguas que cada bello término que antes parecía un himno o una oda para la defensa nacional sin distinciones, va a ser justificante de un suceso de contrabando, como cubierta de un balde de gusanos.

Si se trata de poner límites al ser, no hay en claro nada, para mí, que tenga la capacidad para hacerlo (por supuesto que como persona uno bien puede tener ese “poder”), pero puedes vivir apoyándote en un deber. En cuanto al Derecho en México, hay ejemplos históricos del avance singular en las leyes de nuestro país, como pioneros de algunas normas en todo el mundo. Pero ¿de qué sirve afilar nuestras leyes como espadas, si el objetivo final de defender la soberanía, proteger al que lo necesite, termina siendo contrario, apuñalando a quien debías defender, como traidor a tu patria? La teoría puede ser cegadora, por la irremediable luz con que me sentí iluminado la primera vez que leí nuestra Constitución, pero las dudas se sobreponen, terminas preguntándote si realmente ese texto nos pertenece.

Se juzga a todo aquel que parece tener poder o influencia, porque ante la vista pública, aquello ya no se obtiene con trabajo y estudio continuo, mentira y verdad de acuerdo el caso. Pero contrario a lo que imagina uno, sobre cómo reaccionarán los futuros políticos, abogados, sociólogos, que tú ves caminar en el patio de una institución, como estudiantes, no se plantean hacer cambios, o si siquiera parecen tener instrucciones instruidas e informadas propias a seguir, estas son como las fachadas presidenciales, de “dientes para afuera”, denotas en aquellos mismos soñadores y seguidores de ideologías de cambio, en su conducta externa como compañeros, compinches, amigos, que las trampas y artimañas, astucia mexicana mal dirigida, son el pan de cada

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